Felipe VI posibilita que el alto cargo que toma posesión elija si en el acto hay Biblia y crucifijo, o sin símbolos religiosos.
Ante la noticia difundida por Efe y recogida en diversos medios en la que se afirma: «Fuentes de la Casa del Rey han explicado que se trata de dar cumplimiento a lo establecido en la Constitución en materia de libertad religiosa.» es preciso aclarar que esta elección por parte del alto cargo que va a tomar posesión ante el rey sigue vulnerando la aconfesionalidad del Estado prevista en la Constitución.
El concepto de “libertad religiosa y de convicciones” (individual) no se ha de mezclar con el acto de acatamiento de las leyes del Estado que se resumen en la Constitución, ya que ésta pertenece al conjunto de la ciudadanía (aunque para algunos, sea por imperativo legal). Si un alto cargo, en base a sus creencias, decide hacerlo ante símbolos de "su" religión, solo debería de hacerlo, si lo desea, en sus lugares de culto respectivos y en su privacidad, ya que el valor público que ello puede tener es nulo y, en todo caso, es a título individual y de su religión. En los lugares públicos (Ministerio, Ayuntamiento, etc.) y delante de un alto cargo representativo del Estado, sólo cabe el acatamiento ante los símbolos y leyes que son de toda la ciudadanía, independientemente de las convicciones y creencias individuales. Por lo tanto, la reflexión que hace la "casa real" es errónea, de parte y absolutamente fuera de lo que ha de ser un Estado no confesional, por lo tanto, vulnera la Constitución, hiriendo gravemente sentimientos de las ciudadanas y ciudadanos o que tienen otras convicciones diferentes a las religiosas o tienen religiones no cristianas.
NOTICIA DE EFE 09/07/2014
La llegada al trono de Felipe VI se está apreciando ya en algunos detalles protocolarios, como la posibilidad que desde hoy da la Casa del Rey a los nuevos miembros de las instituciones que juran o prometen el cargo en Zarzuela para hacerlo ante la Biblia y el crucifijo o sin ambos símbolos religiosos.
El fiscal Antonio Narváez Rodríguez ha jurado hoy ante el Rey el cargo de magistrado del Tribunal Constitucional, y la ceremonia celebrada en el Salón de Audiencias del Palacio de la Zarzuela ha seguido formalmente el mismo procedimiento que en ocasiones anteriores.
En el centro de la sala había una mesa donde reposaban un ejemplar de la Biblia, otro de la Constitución y un crucifijo colocado entre ambos.
Sin embargo, la disposición del libro sagrado y el crucifijo obedece en este caso a la voluntad del nuevo alto cargo, porque se le ha ofrecido la posibilidad de elegir si quería o no que estuvieran allí mientras pronunciaba la fórmula del juramento.
Hasta ahora, los nuevos cargos, fueran miembros del Gobierno o representantes de las altas instituciones del Estado, tenían la opción de jurar o prometer cumplir sus obligaciones, pero no podían intervenir en la disposición de los elementos simbólicos exhibidos en el acto.
Fuentes de la Casa del Rey han explicado que se trata de dar cumplimiento a lo establecido en la Constitución en materia de libertad religiosa.
Por lo demás, la fórmula seguirá siendo la misma: "Juro (o prometo) cumplir fielmente las obligaciones del cargo de (el que corresponda en cada ocasión) con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado".
Antonio Narváez ha jurado ante una Biblia colocada a su izquierda, abierta por el Libro de los Jueces, y ante otro de la Constitución que mostraba el artículo 159 del Título IX, referido al Tribunal Constitucional.
Frente a él, en la mesa estaba situado el crucifijo que siempre se ha visto en estas ceremonias protocolarias y que en el futuro podrá desaparecer si así lo considera oportuno quien presta juramento o promesa.
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