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Las medallas a la Virgen del Amor y a Billy el Niño

En 2014, el Ministerio de Interior concedió, a título honorífico, la Medalla de oro al mérito policial a la Virgen del Amor. La concesión de estos reconocimientos está regulada por la Ley 5/1964. En ella se establecen los requisitos de cada una de las condecoraciones. Concretamente para la Medalla de oro hace falta que en el interesado (interesada en este caso) concurra alguna de estas condiciones: resultar muerto en acto de servicio, padecer mutilación o heridas graves en acto de servicio, dirigir alguna operación policial trascendental, tener una actuación ejemplar y extraordinaria, o realizar hechos análogos que merezcan esta recompensa.

Pero, sobre todo, la interesada debe reunir una condición indispensable: ser persona (o por lo menos un ser vivo). El artículo cuarto de dicha ley lo deja muy claro. Solo las personas pueden morir, sufrir heridas graves, pensar un dispositivo policial, comportarse de manera ejemplar, etc. Pero se le concedió la medalla de oro a una Virgen, que ni se mueve, ni habla, ni piensa, ni nada ha hecho para merecer esa medalla. No ha padecido lesiones graves, no ha muerto en acto de servicio, no ha dirigido ninguna operación policial, ni puede tener un comportamiento ejemplar, porque nada, absolutamente nada, puede hacer ni pensar una talla inanimada. Esta condecoración fue recurrida por las asociaciones laicistas Europa Laica y MHUEL, llegando hasta el Tribunal Supremo, que finalmente ha dictado a favor del ministerio y en contra del sentido común. La Virgen se queda con la medalla otorgada y ha condenado a Europa Laica y MHUEL al pago de costas (más de 4000 euros que intentan reunir mediante donaciones privadas).

En 1977, el Ministerio de Interior concedió la Medalla de plata al mérito policial al conocido torturador franquista Billy el Niño. Y en 1981 la Medalla de oro. Ambas condecoraciones le han supuesto un incremento de su pensión. Revuelve las tripas que alguien que disfrutaba con golpear, vejar, humillar y atemorizar a personas, y con ensañamiento especial con las mujeres, haya disfrutado y disfrute todavía de estos reconocimientos a su labor policial.

El nuevo gobierno (y el nuevo ministro de Interior) presume de una sensibilidad diferente. Se presenta como feminista, defensor de derechos humanos, sensible a las tragedias del Mediterráneo, y ya estudia retirarle la medalla al torturador, pues su comportamiento puede calificarse de cualquier cosa menos de ejemplar. Pero este gobierno también se define como defensor del laicismo. La toma de posesión de las ministras y de los ministros sin crucifijo ni Biblia fue un gesto simbólico importante.

Me pregunto si el ministro Grande-Marlaska, por coherencia entre lo que se dice y se hace, retirará también la Medalla a la Virgen del Amor usando exactamente el mismo criterio que en el caso del torturador, porque la Virgen no cumple ninguno de los requisitos y no es merecedora de dicha distinción, porque no ha mostrado ningún comportamiento ejemplar. Ni siquiera el más mínimo comportamiento.

Eugenio Piñero

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