Paloma Medina dice que el sacerdote Alejandro Fuentevilla se disculpó en privado con sus padres l «Mejor, así acabóse», afirma la madre de las mujeres
Paloma y María Dolores Medina Huergo, las dos hermanas apóstatas de Valle, en Piloña, no recurrirán la decisión del Juzgado de Instrucción número 1 de Piloña, que ha archivado la denuncia que presentaron contra el párroco de la localidad, Alejandro Fuentevilla, por desvelar a los feligreses su decisión de abandonar la Iglesia católica. La decisión de las piloñesas se debe, según comentó ayer Paloma Medina Huergo en Noreña, donde reside, a que «el cura ya pidió perdón, en privado, a nuestros padres». La sentencia exculpa al párroco, niega que éste haya cometido delito alguno y ordena el archivo de las diligencias. El sacerdote eludió ayer cualquier declaración sobre este conflicto, porque así se lo ha prometido a la madre de las apóstatas, Rosa Albina Huergo.
El gesto del párroco al disculparse ante los progenitores de las dos hermanas, como ellas mismas explican, compensa en cierto modo el sufrimiento padecido por ambas a raíz de que su decisión de apostatar fuese anunciada al resto de los feligreses de Santa María del Valle durante una misa en septiembre. Entre los asistentes se encontraban precisamente los padres de Paloma y María Dolores que, según la primera, «se sintieron avergonzados» por las palabras del sacerdote.
Precisamente, este agravio con sus familiares fue el que llevó a las dos hermanas a interponer la denuncia contra el párroco de Valle, esperando una reparación pública. Aunque Alejandro Fuentevilla no ha rectificado públicamente, Paloma Medina aseguró ayer que «sí se ha disculpado con nuestros padres, y les ha indicado que en caso de haber sabido que éramos sus hijas, no habría comentado nuestra decisión ante el resto de la parroquia».
Esta disculpa privada satisface, al menos en parte, las pretensiones de las dos hermanas, que tampoco quieren seguir con una polémica «que ha hecho mucho daño a nuestros padres», y menos con el delicado estado de salud de su madre, a la que recientemente le han colocado un marcapasos. «Podríamos seguir con esto, tenemos derecho a apelar», señaló a este respecto Paloma, «pero sólo sería una pérdida de tiempo y de dinero, ya que no creemos que el cura vaya a rectificar públicamente».
Pese a toda esta polémica, Paloma se muestra «muy satisfecha» de la decisión que ella y su hermana tomaron en su día, y se declara «apóstata al doscientos por ciento». Paloma Medina Huergo considera que, a sus 44 años, «ya he vivido bastante tiempo atada a unas creencias que no comparto, únicamente por inercia», y revela que «en los últimos meses, muchos amigos han venido a vernos para consultarnos el procedimiento para darse de baja» de la Iglesia católica.
Mientras tanto, en Valle, Rosa Albina Huergo, respeta la decisión de sus hijas, pero no la comparte. Según la madre de las apóstatas, esta decisión le supuso a la familia «un disgusto», sobre todo por los comentarios que se oyeron en el pueblo de Valle. La decisión adoptada por sus hijas tiene su origen en «criterios personales», ya que la familia de Rosa Albina Huergo siempre se han mantenido «muy buenas relaciones» con la Iglesia, lo cual provocó aún más sorpresa entre los vecinos del pueblo de Valle. Las dos apostatas de Piloña no comunicaron a su madre la decisión que habían adoptado. De hecho, Rosa Albina Huergo no tuvo conocimiento de su decisión hasta un día que, a la salida de misa, oyó que unas vecinas lo comentaban.
«Lo que realmente molestó a las denunciantes fue que el sacerdote «lo dijera públicamente en el altar», apuntó ayer su madre. La familia de Rosa Albina Huergo siempre había mantenido una relación muy estrecha con los párrocos de Valle, algunos de los cuales, incluso, han comido en ocasiones en su casa. Pero sus hijas tienen otras ideas. Rosa Albina Huergo explicó, por ejemplo, que sus hijas han donado sus órganos a la ciencia
La madre de las dos apóstatas explicó que el párroco, amigo de la familia, en una ocasión le comentó que tuvo que revelar la decisión de sus hijas por mandato del Arzobispado de Oviedo, pero nunca llegó a hablar de este asunto abiertamente con él. Respecto a la resolución judicial Rosa Albina Huergo opina que es «mejor, así acabóse». La mujer habría preferido que el asunto no hubiera trascendido. Ahora sólo quiere tranquilidad.