Confabulaciones, reuniones secretas, planes estratégicos al alcance solo de los poderosos y truculentas decisiones tomadas en la oscuridad. Todo ello se entrelaza en las teorías de la conspiración, más presentes en la cotidianeidad de lo que se podría imaginar. Desde la idea del dominio judeomasónico hasta el implante de microchips en las vacunas fabricadas por un Bill Gates ávido de nuevos nichos de mercado. Un fantasma recorre el mundo y nadie, excepto algunos iluminados, sabe cuál es. Su única prueba: los prejuicios. Muchos de esos pocos que conocen la verdad absoluta se prestan para difundirla.
Contubernios nacionales. Una panorámica ilustrada de las teorías de la conspiración de la derecha española (Akal, 2021) es el ilustrativo título de la obra resultante de la pluma del sociólogo Alejandro Romero y del pincel de El Bute. «El plan normalmente es dominar el mundo, provocar el caos y exterminar a la buena gente», recoge el libro a modo de introducción. Con esa socarronería que le caracterizará hasta el final, el volumen es un viaje a través de las grandes teorías de la conspiración que se han dado en España por parte de la derecha. ¿Y la izquierda? «El auge del nacionalpopulismo y que este tipo de teorías abunden más en el bando perdedor, ya sean unas elecciones o una moción de censura, nos hizo ver la efervescencia que en este sentido estaba teniendo la derecha, y por eso nos centramos en ellas, pero eso no significa que las personas de izquierdas estén libres de creérselas también», responde el autor.
El libro conjuga texto e ilustración de la misma forma que seriedad y humor. El Bute, a los mandos del dibujo, caricaturiza a las personalidades más relevantes en cuanto a conspiración española se conoce. La obra coloca a Pedro J. Ramírez en un apartado propio y le sitúa como uno de los grandes ideólogos de la teoría de la conspiración del 11-M. Y es que la importancia de los periodistas es vital en estas teorías: «Los medios pueden promover las conspiraciones por diversas razones, pero también ayudan a difundirlas en la medida en que no contrastan la información y solo se limitan a reproducir afirmaciones de las personas entrevistadas sin ningún tipo de crítica», explica Romero.
Así pues, en esa humorística pero desgraciada galería de grandes conspirógrafos de España seleccionada por el autor de la obra también aparecen Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Juan Tusquets, Enrique Jardiel Poncela, Federico Jiménez Losantos, Luis del Pino y Luis «Alvise» Pérez.
Judíos, prejuicios y consecuencias directas
Como profesor de teoría sociológica y análisis electoral en la Universidad de Granada que es, el autor lleva investigando las teorías de la conspiración desde hace años. Y como mala hierba, nunca mueren: «Incluso cuando se ha demostrado una y otra vez que los Protocolos de Sion son fraudulentos, que el documento es falso, quienes creen en ellos aceptan la falsedad del texto pero afirman que lo que cuenta es verdadero y eso les sirve para explicar su realidad», declara Romero en referencia al germen del mantra que defiende un plan estratégico e hipersecreto de dominación mundial por parte de los judíos.
Y es que «por pura estadística debería haber un par de participantes del contubernio judeo-masónico y al menos un secuaz de George Soros en cada pachanga futbolera de andar por casa», escribe irónicamente en el libro.
La peligrosidad aparece, y ya fuera bromas, cuando las teorías de la conspiración eluden, ignoran, no atienden a razones ni hechos, algo parecido a lo que sucede con las fake news: «Las teorías se basan en que señalan a enemigos y culpables que son congruentes con nuestra visión del mundo y nos las creemos porque nos esperamos lo peor de tal sujeto o grupo de personas. Si las noticias falsas crean un clima de opinión o una percepción determinada del estado de las cosas que apoyan dichas teorías, se refuerzan entre sí», agrega el escritor que así lo explica en la obra: «La posverdad no es simplemente mentira instrumental de toda la vida (…). Es necesario, además, que los receptores del embuste lo acepten y lo difundan a sabiendas de su falsedad, anteponiendo su militancia en la causa del embustero a la realidad de los hechos».
Y es que las teorías de la conspiración son muy útiles. Identifican a los culpables, nos liberan de la carga de la prueba, se pueden revisar indefinidamente, son irrefutables y nos devuelven el control. Todo son ventajas, si quieres creértelas, claro. «La teoría de la conspiración puede ser muy rentable políticamente cuando se logra una proporción relevante del electorado que cree en ella», recoge la monografía. De esta forma, «una teoría conspirativa sobre judíos, masones y comunistas que envenenaban España desde dentro —continúa Romero en el libro— justificó una conspiración real de militares para acabar con la República».
El PP y su 11-M
El Partido Popular protagoniza un capítulo dedicado también a Manos blancas y los Peones negros: «Las teorías sobre la conspiración se convierten en teorías de la conspiración cuando dan una vuelta de tuerca no amparada por las pruebas disponibles, o incluso en contradicción con ellas, e interpretan las otras hipótesis más sólidas como consecuencias o instrumentos de la conspiración para encubrir lo que realmente ha ocurrido». Parecen perfectas, todo está a su favor, menos las pruebas.
En el mismo capítulo, Romero afirma que «las teorías conspirativas redundan en la deslegitimación, en un círculo vicioso, o quizá virtuoso para quien pueda desear la polarización política. Y la polarización, a su vez, nos convierte en militantes, más que de opciones políticas, de versiones incompatibles con la verdad». Según el escritor, Vox sería el líder de las teorías de la conspiración porque «basta ver las cosas que dicen y las ideas que promueven». Precisamente esta formación política de extrema derecha lleva avisando de una invasión planificada por parte de los árabes que lentamente se están adueñando de la Península Ibérica.
Se trata de la idea de España como capital de Eurabia. La publicación aporta un nuevo concepto al análisis: la recontraconquista. «Aznar ya dijo que España empezó a luchar contra Al-Qaeda hace siglos, conectando ese pasado casi mítico de Don Pelayo con la actualidad. Así empiezan las conspiraciones, planteando en términos épicos la situación presente. Muchas veces consisten en crear un relato de peligro por parte del nacional-populismo y convertir cada episodio de la lucha actual en una lucha existencial apocalíptica, queriendo hacer pensar que día tras días nos jugamos la existencia de España como nación cristiana», explica Romero.
Sobre feministas y gays
Pero el pasado político más inmediato del país también se las trae. Un capítulo aborda algunas de las ínfulas que tan solo existen en algunas mentes, pues ninguno de los efectos que preconizaron que tendrían han sucedido en realidad. «Contra el hombre y la familia: la ideología de género, el lobby gay y, ya puestos, la zoofilia» es su título, y Zapatero se las lleva todas. Haber aprobado la Ley de violencia de género en 2004, la Ley de matrimonio igualitario en 2005, la LOE con la asignatura de Educación para la ciudadanía en 2006 y la Ley del aborto en 2010 es lo que tiene. Pero ojo, la izquierda tampoco está libre de pecado, así que cuidado con las piedras: «Dadas sus críticas de las desigualdades económicas y del capitalismo, las personas de izquierdas pueden dar un salto peligroso al pensar que los culpables son unos señores en la sombra que lo controlan todo», según el sociólogo.
«La materia prima de la fabulación conspirativa es una mezcla de incertidumbre, impotencia, desconfianza y división», reproduce el escritor. Buena descripción de lo que es España en estos momentos. En el libro también hay espacio para las personas antivacunas, las plandemias, las dictaduras del confinamiento y el Nuevo Orden Mundial. «La crisis sanitaria ha sido el calvo de cultivo, la tormenta perfecta, para que las teorías conspirativas proliferaran. Es deprimente ver que a pesar de todos los recursos y herramientas que tenemos para situarnos en el mundo y tener una visión realista de las cosas, estas ideas prendan y se difundan con tanta fuerza», comenta al respecto el escritor a Público.
De ello se vale la derecha más envalentonada que hay actualmente en España, y es que «sacan provecho de la situación de polarización política en el país al dar a entender que en cada momento nos estamos jugando el destino como nación. No es lo mismo llevar a cabo cualquier acto de participación democrática si creemos que nos están gobernando asesinos, por ejemplo», en los términos del sociólogo. Él mismo señala el gran problema que existe como consecuencia de tener motivos por los que desconfiar de los medios de comunicación, por ejemplo. «Cuando los medios han mentido significa que han fallado respecto a la tarea que tienen encomendada, que aun con su línea editorial propia, se deben ajustar a los hechos, y cuando eso no ocurre la desconfianza está justificada».
Al fin y al cabo, como decir la verdad tan solo lo puede hacer quien la conoce pero mentir lo puede hacer cualquier persona, apunta tu lista de ingredientes para lo que podrá ser la próxima teoría de la conspiración: el chivo expiatorio, el crimen, el encubrimiento, los cómplices, pruebas e indicios y un plan a gran escala.