Un juez desestima la solicitud de retirar los símbolos religiosos del Ayuntamiento
Los crucifijos ubicados en el salón de plenos del Ayuntamiento de Zaragoza, en el despacho del alcalde socialista, Juan Alberto Belloch, y en otras dependencias municipales seguirán donde están. Así lo ordenó el titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de Zaragoza, Luis Carlos Marín, en una sentencia que se hizo pública ayer contra un recurso presentado por el Movimiento hacia un Estado Laico (MHUEL). Este colectivo pedía la retirada de los símbolos religiosos de las dependencias consistoriales por la "limitación del fenómeno religioso" que suponen.
MHUEL también reclamó a los tribunales la nulidad de dos artículos del Reglamento de Protocolo municipal, que obligan a la asistencia de todos "los miembros del Gobierno y la corporación municipal" a diversos actos de carácter religioso: celebraciones de San Valero (patrón de la ciudad); la Procesión del Entierro, el Viernes Santo; Corpus Christi; el Día del Pilar y el Rosario de Cristal, también en octubre.
Un juez desestima la solicitud de retirar los símbolos religiosos del Ayuntamiento
El juez también desestimó la modificación del reglamento municipal, al estimar que los dos artículos no son susceptibles de anulación por vía administrativa. Además, Marín recordó que el alcalde dejó claro que la asistencia de los concejales a los actos es voluntaria.
Para mantener los crucifijos en el ayuntamiento, la sentencia esgrime como argumentos el valor artístico e histórico de las piezas. El crucifijo "es uno de los elementos más importantes de la historia del municipalismo", asegura el dictamen.
El coordinador de MHUEL, Antonio Aramayona, insta a enviar estas piezas a un museo, algo que considera preferible a su exhibición permanente en un lugar público. "La sentencia no entra en el meollo de la cuestión: vivimos en un Estado aconfesional y, por ello, no tendría que haber símbolos religiosos en los lugares públicos", sostiene.
Calle dedicada a Escrivá
El año pasado, Belloch provocó otro escándalo al dedicar una calle de la ciudad al fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer. El alcalde socialista lo logró gracias a su empeño personal y definió a Escrivá como "el aragonés más importante de la segunda mitad del siglo XX y de mayor proyección internacional, exceptuando a Luis Buñuel".
La iniciativa del primer edil de Zaragoza se topó con la oposición de algunos miembros de su propio partido, a los que calificó de "sectarios". Belloch también se opuso a la publicidad de los autobuses ateos en la ciudad, que lucían la cita: "Probablemente Dios no existe".