Las hermandades, responsables de montar las instalaciones, ingresan más de 3 millones y abonan una tasa al Ayuntamiento, que no le exige justificación del uso del dinero
Hay más de 40.000 sillas, con precios que van de los 72 a los 158 euros
El Consejo asigna las sillas, que se traspasan de padres a hijos
Las procesiones de Semana Santa son, además de manifestaciones de religiosidad, representaciones públicas de la pasión y muerte de Jesucristo. Un espectáculo, digamos. ¿O no? Según el Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla, que es el organizador de las procesiones, la cosa no tiene nada de espectáculo. En el artículo 4 del Reglamento de Uso de Sillas y Palcos, el Consejo establece: “Con independencia de la atracción que pueda tener para el público en general, el desfile de las cofradías no tendrá, en ningún caso, la consideración de espectáculo público, por cuanto que no se organiza con dicha finalidad, sino con el único y exclusivo propósito de realizar Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral, manifestación esencialmente religiosa”. Dicho queda. Aquello del gentío viendo pasar las procesiones tiene su sentido, pero no en la zona noble, en la llamada “Carrera Oficial”, allí donde el Consejo ubica y reparte sus sillas y sus palcos –espacios en las mejores zonas compuestos por seis sillas–, les pone precio y cobra a los abonados, financiando con el dinero obtenido a hermandes y cofradías gracias a este uso privativo del espacio público. Añade el reglamento antes citado, para que no queden dudas: “El interés a preservar prioritariamente habrá de ser el de las cofradías en el ejercicio de este acto de culto externo”.
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A juicio de María Dolores González, portavoz de Sevilla Laica, la forma en que está organizada la semana santa combina “tradición” con “privilegio”. “Lo que se produce es un uso privado del espacio público por parte de una confesión religiosa”, afirma. Y establece dos prioridades para su organización. Por un lado, dice, debe haber “transparencia absoluta” en cuanto al dinero. “No estamos de acuerdo en que el Ayuntamiento subvencione por diferentes vías a las hermandades, no sólo mediante la cesión de espacios sino también con locales y otras ayudas, y no les pida cuentas”, señala. Por otro lado, considera fundamental que se dé una “estricta separación” entre las esferas civil y religiosa durante la Semana Santa, algo que actualmente está a años luz de ocurrir.
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