Pilar Rojo ha pronunciado la ofrenda al Apóstol en nombre del rey de España, Felipe VI. Advierte del deber constitucional de los poderes públicos de «honrar» las «creencias religiosas» y de «cooperar con las distintas confesiones, entre las que se cita expresamente a la Iglesia Católica».
La crisis de los refugiados, la igualdad entre hombres y mujeres y la lucha contra el terrorismo internacional han protagonizado este miércoles las intervenciones dirigidas al Apóstol Santiago durante el tradicional acto de conmemoración de la Traslación de sus restos que, como cada 30 de diciembre, ha acogido la Catedral de Santiago.
Autoridades civiles, militares y eclesiásticas se han dado cita en Compostela para participar en este acto en una jornada protagonizada por la fuerte lluvia y el viento y en la que ha actuado como delegada regia la presidenta del Parlamento de Galicia, Pilar Rojo.
El mal tiempo ha provocado que el tradicional saludo a autoridades tras el pase de revista de las tropas se haya celebrado en los soportales del Pazo de Raxoi. Entre las autoridades presentes han estado los conselleiros de Medio Rural, Mar, Cultura, Facenda y Política Social, el delegado del Gobierno en Galicia, Santiago Villanueva, el Fiscal Superior de Galicia, Fernando Suanzes y el presidente del TSXG, Miguel Ángel Cadenas.
El acto ha estado presidido por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, y ha dado comienzo poco después de las 11.30 horas, cuando las autoridades eclesiásticas han entrado a la Catedral por la puerta de Azabachería al mismo tiempo que desde el Pazo de Raxoi se iniciaba la comitiva de autoridades civiles.
Durante la Misa cantada, en la que ha habido continuas referencias a los peregrinos, Pilar Rojo ha pronunciado la ofrenda al Apóstol en nombre del rey de España, Felipe VI, un discurso en el que ha habido referencias a la crisis de los refugiados, la lucha contra el terrorismo y el papel representativo de las instituciones públicas en los actos religiosos.
UNIDAD FRENTE AL RADICALISMO
Durante su ofrenda, Rojo ha reclamado «unidad y consenso» para hacer frente a la «ley del miedo» del terrorismo, tras recordar que la sociedad vive «momentos de agitación» en los que «la oscuridad del radicalismo pugna contra la luz de la libertad».
Por ello, ha instado a «no seguir tolerando la persecución que sufren los cristianos por el hecho de ser cristianos».»La libertad religiosa no puede verse vulnerada por interpretaciones violentas de ciertas ideas, interpretaciones que particularmente agreden a los cristianos», ha apuntado, tras pedir que los derechos sociales «no se vean menguados por la intransigencia y el radicalismo».
En este panorama, la oferente ha señalado que la «libertad religiosa no puede verse vulnerada por interpretaciones violentas de ciertas ideas», ha recordado que el terrorismo «se ha convertido en una lacra del siglo XXI» y ha animado a luchar contra una cuestión que «hace retroceder 17 siglos» la historia de la humanidad. «No nos derrotarán porque la verdad y la razón les pertenece a los demócratas», ha zanjado.
A mayores, Pilar Rojo ha tenido palabras de recuerdo para la crisis de los refugiados que «huyen de zonas de guerra y de conflicto» y ha apostado por «articular los procedimientos y ayuda necesarios» para paliar su «situación de vulnerabilidad». Para ellos, especialmente para los niños, ha pedido la «protección» del Apóstol Santiago.
Del mismo modo, ha agradecido el papel tanto de las asociaciones que trabajan con estos colectivos como de muchas personas individuales que se han ofrecido a colaborar en este ámbito. «Su compromiso con las personas resulta reconfortante en medio de tantas tragedias personales y familiares», ha dicho.
En su discurso, Pilar Rojo ha tenido referencias también para la «inadmisible» discriminación de la mujer, que se evidencia «en ocasiones reducida a mero objeto y privada de individualidad», y ha querido recordar el estrenado Año de la Misericordia que, con su jubileo extraordinario, tendrá «un efecto positivo» en los «corazones» de los cristianos.
La intervención de la delegada regia ha comenzado, no obstante, lanzando un guante sobre el deber constitucional de las administraciones públicas de «respetar y honrar» las «creencias religiosas de la sociedad española» y de «cooperar con las distintas confesiones, entre las que se cita expresamente a la Iglesia Católica».
ENFRENTAR LA MISERIA
Por su parte, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, ha hecho un llamamiento a las «personas sensibles a las necesidades de los demás» para enfrentarse a «la miseria bajo todas sus formas» y ha tenido también palabras de aliento para las familias, los refugiados y las víctimas del terrorismo.
En su Homilía de respuesta a la ofrenda al Apóstol, monseñor Barrio ha dicho que «el comportamiento ético y moral en la actitud de servicio a los demás» debe ser la «referencia» de los cristianos y ha asegurado que «el verdadero mal para el hombre» está «en el vano intento de la autosuficiencia» con la que se «pretende planificar la vida a espaldas de Dios».
Del mismo modo, ha señalado que «hacen falta personas sensibles a la necesidad de los demás, que se dejen conmover por ella» para «enfrentarse a la miseria», que «no es sólo de formas exteriores y materiales, sino también de ignorancia, de pecado y de impotencia para hacer el bien y para armonizar las diferencias».
Tras recordar la celebración del jubileo extraordinario del Año de la Misericordia, el arzobispo ha pedido la intercesión del Apóstol Santiago en el «fortalecimiento de la vida cristiana», la «santificación y protección de la familia» y el apoyo a cristianos perseguidos, refugiados y víctimas del terrorismo.
TRASLACIÓN
La ceremonia de la Traslación se celebra cada día 30 de diciembre en recuerdo del traslado de los restos de Apóstol Santiago desde el puerto de jaffa (Jerusalén) hasta las costas gallegas, en donde fueron desembarcados en el puerto de Iria Flavia (Padrón).
Según la tradición, la Reina Lupa, soberana de las tierras, envió tropas en persecución de la comitiva apostólica, que fue salvada por un milagro que ahogó a los perseguidores en las aguas del río Tambre.
La Reina Lupa quedó asombrada por este hecho y ofreció su ayuda a los discípulos para que pudiesen soterrar los restos del Apóstol, que fueron trasladados por un carro tirado por bueyes que, al azar, buscaron el lugar para el reposo del hijo de Zebedeo.
Tras detenerse, según la leyenda, en la fuente de la actual calle del Franco, los bueyes continuaron su camino hasta quedar inmóviles en el lugar que, desde entonces, se denomina Libredón, en donde es enterrado y pasa al olvido hasta su posterior descubrimiento en 813 por un ermita.
El Rey Alfonso VI realizó en 1109 la primera ofrenda de Traslación, entregando una docena de talentos de oro y otra de marcos de plata. En 1642, bajo el reinado de Felipe IV esta ceremonia se institucionalizó con carácter definitivo y desde entonces actúa como oferente el rey o un delegado regio.