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Laicidad frente a religión, de nuevo clave en la formación de gobierno Israel

La permanente tensión entre los sectores judíos más religiosos y los más laicos en Israel vuelve a ser principal protagonista y uno de los más severos obstáculos en las negociaciones para la formación del próximo Gobierno.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se vio obligado en diciembre a convocar elecciones anticipadas tras no lograr la aprobación de una ley para aumentar el reclutamiento al servicio militar obligatorio entre los judíos ultraortodoxos, como demandaban varios partidos y exige una ley anterior.

Reeditado su éxito en los comicios del pasado día 9, sin embargo, se enfrenta a la tarea de formar un nuevo Ejecutivo (que previsiblemente le encargará oficialmente esta tarde el presidente, Reuvén Rivlin) con el problema de nuevo encima de la mesa: la reticencia de los haredíes (temerosos de dios) a que sus varones sean llamados a filas y la exigencia de los sectores más laicos para que contribuyan a la sociedad como hacen ellos.

Netanyahu (con 35 diputados) necesita el apoyo de los partidos ultraortodoxos, Shas y Judaísmo Unido de la Torá (JUT), que con sus 16 escaños son imprescindibles en su coalición. Pero también requiere contar con los cinco diputados de Israel Nuestro Hogar, del exministro de Defensa, Avigdor Lieberman, que le darían una mayoría de 65 escaños.

Lieberman dejó claro esta semana en un encuentro de su partido que su condición para sumarse a la coalición de gobierno será la aprobación, sin cambiar su redacción, de la ley de reclutamiento militar, que ya pasó su primera lectura en el Parlamento, pero está pendiente de aprobación final.

«Si nos obligan a elegir entre rendirnos a la ley de reclutamiento y permanecer en la coalición o ir a la oposición, elegiremos nuevas elecciones», dijo Lieberman.

Y añadió: «estamos tratando de apoyar el sentido común y la lógica en asuntos de religión y Estado. Los que no estén dispuestos a hacer lo mismo, serán los responsables del fracaso de establecer un nuevo gobierno».

Los jefes de campaña de JUT también distribuyeron un mensaje que aseguraba que, «si este asunto no se resuelve, dios no lo quiera, no tendremos problema en que se repitan las elecciones».

Los partidos ultraortodoxos tienen un voto muy fiel, y suelen ser los menos preocupados por los resultados electorales, ya que su base se mantiene firme y crece con los cambios demográficos.

Ayer, tras una reunión de los diputados de JUT, estos emitieron un comunicado que expresaba que «la facción (parlamentaria) ha decidido que insistiremos en que todo aquel que estudie la Torá y todo aquel para quien la Torá sea su profesión, podrá continuar estudiando sin molestias, e insistiremos en esto firmemente».

Representantes de JUT y del ultranacionalista Israel Nuestro Hogar tienen previsto reunirse en los próximos días para tratar de llegar a un acuerdo sobre el texto definitivo de la ley, informó hoy la emisora estatal israelí Kan, pero probablemente Netanyahu se verá obligado a tomar una decisión.

El tema no se puede evitar ni retrasar, puesto que hay una orden del Tribunal Supremo (que rechazó acuerdos anteriores por considerar que no respetaban el principio de igualdad en la población) para que el Parlamento apruebe definitivamente una norma antes del próximo mes de julio.

Si ninguna de las dos partes cede, podrían tener lugar dos escenarios, predice hoy el analista Ben-Dror Yemini en el Yediot Aharonot: «o habrá un gobierno de unidad (del Likud con el segundo partido en votos, el centrista Azul y Blanco, de Beni Gantz), o habrá nuevas elecciones». Ambas, asegura, poco probables porque «la experiencia nos muestra que los políticos saben cómo ceder».

En ese sentido se inclina también en el Israel Hayom el analista Yehuda Schlesinger, que considera que «los haredim no harán concesiones de su impresionante victoria en las elecciones y Lieberman no pondrá en peligro la victoria de la derecha: se encontrará una solución».

Menos optimista es Raviv Drucker, quien destaca que «el principal problema de Netanyahu es la ley de reclutamiento militar», y advierte de que, «si Lieberman sigue insistiendo en que no aceptará el más mínimo cambio, será imposible formar gobierno».

A este asunto se unen otros que los ultraortodoxos pelearán en las negociaciones de coalición, como la prohibición de realizar trabajos en la jornada sabática de descanso o la concesión de un espacio en el Muro de las Lamentaciones para el rezo mixto no-ortodoxo (mayoritario entre el judaísmo en el mundo).

Una vez más, la tensión entre laicismo y religión está en el centro del debate, y marcando la política nacional.

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