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La tragedia de las niñas-novias

Yemen eleva a 17 años la edad mínima para casarse tras un aluvión de muertes

Una niña yemení de 13 años murió desangrada a principios de este mes tras ser violada. El responsable, su propio marido, un hombre de 24 años ansioso por demostrar su hombría en una sociedad patriarcal y machista, donde al menos una cuarta parte de las mujeres son entregadas en matrimonio antes de cumplir 15 años. La pobreza también juega en su contra, ya que a menudo la dote actúa como incentivo para los padres de la niña-novia. Ahora, la muerte de Elham Mahdi al Asi ha reavivado en Yemen el debate sobre la necesidad de fijar una edad mínima.

"Le habían hecho una carnicería", declaró la madre de la víctima, Nijma Ahmed, a la agencia AP. La misma fuente también citaba un informe policial según el cual el marido, Abed al Hekmi, la había forzado. Al parecer, la niña, con la que se había casado unos días antes, rechazaba sus avances y no logró que una doctora de un centro de salud le rompiera el himen o le facilitara tranquilizantes para sedarla. El hombre se encuentra detenido en Hajja, la provincia del noroeste yemení.

No es un caso aislado. Apenas 10 días después, otra niña-novia de 11 años fue hospitalizada con desgarro vaginal. Una media de ocho mujeres mueren cada día como consecuencia de esos matrimonios prematuros, según el Foro Hermanas Árabes por los Derechos Humanos. Muchas lo hacen al dar a luz, como Fawziya Abdullah Yusuf, que falleció después de tres días de parto. Su cuerpo de 12 años no estaba aún preparado.

En Yemen, como en otras sociedades atrasadas y tribales, es práctica habitual casar a las hijas casi niñas. Un 48% de las yemeníes están esposadas antes de cumplir los 18 años, según el International Centre for Research on Women, una edad en la que la Convención de los Derechos del Niño las considera menores. El propio Ministerio yemení de Asuntos Sociales reconocía el año pasado que una cuarta parte se casan antes de los 15 años. Por un lado, las familias tradicionales consideran que las jóvenes esposas serán más obedientes y tendrán más hijos. Por otro, los padres se libran de la preocupación de vigilar por su honor. "[La boda] evitará que un desconocido la secuestre y sea objeto de rumores. Además, [el novio] ha prometido no tocar a Noyud hasta que crezca", explica el padre de Noyud en Me llamo Noyud, tengo 10 años y estoy divorciada, el libro de la periodista francesa Delphine Minoui que sacó a la luz el año pasado la tragedia de las niñas-novias.

Tradicionalmente, existe el compromiso de que los maridos no mantendrán relaciones hasta que sus jóvenes esposas alcancen la pubertad, que la ley establece en los 15 años. Sin embargo, tal como denuncia Amal Basha, directora del Foro Hermanas Árabes, rara vez se respeta.

La presión de los activistas de derechos humanos obligó el año pasado al Gobierno de Abdalá Saleh a promover una ley para fijar la edad mínima del matrimonio a los 17 años. La Asamblea Nacional la aprobó el pasado febrero, pero algunos diputados la tacharon de antiislámica, fue revocada y enviada al comité constitucional para su revisión. La decisión sacó a la calle en marzo a partidarios y críticos de la ley. Algunos clérigos declararon apóstatas a Basha y otras mujeres que se movilizaron en su defensa.

El comité debe pronunciarse antes de fin de mes. Aunque entre sus miembros se sientan algunos de los clérigos que les han declarado apóstatas, Basha y otros activistas están convencidos de que, a modo de decisión salomónica, va a ratificar la ley, pero anulando la cláusula que establece una multa de 350 euros para el padre que case a una hija menor de esa edad. "Esa penalización es necesaria para obligar a las familias a no casar a las hijas tan jóvenes", asegura Minoui.

Pero, con o sin multa, algunos observadores sospechan que hay algo más que un enfrentamiento entre ultraconservadores y liberales. "El Gobierno está usando el asunto como palanca política frente a sus rivales; agita el debate para distraer la atención de sus defectos", estima Abdullah al Faqih en un e-mail. Este politólogo de la Universidad de Sanaa argumenta que el objetivo es dividir al partido Islah (islamista) y a la oposición en general.

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