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La Religión y las armas

Este no es un tema de actualidad realmente, sino centenario, que sin embargo invade la agenda de esta semana por el desasosiego e indignación de ciertos sectores católicos porque a su Cuerpo de Cristo no se le rindan honores militares. En realidad el asunto es de gran calado y demuestra como en algunos aspectos España y algunos de nuestros compatriotas no han salido del Medievo y del simbolismo de la Reconquista, teniendo incluso en Internet imágenes por satélite que demuestran que la Tierra es redonda.

Es razonable que en el Corpus no se rindan honores militares ni se toque el Himno Nacional (símbolos del poder político y civil y no del religioso) porque en teoría somos un país aconfesional, del mismo modo que no se toca la Marcha Real al comienzo del Ramadán, por ejemplo, a pesar de que miles de españoles sean musulmanes. Si esto no se corrige, las otras confesiones religiosas que están legalizadas en España tendrían el mismo derecho que la católica a este tipo de parafernalias superficialmente folclóricas.

Por tanto, los católicos deben entender que una cosa son sus símbolos y otra cosa son los símbolos del Estado que nos deben unir a todos, y por tanto deben estar desposeídos de connotaciones religiosas o de intereses particulares. ¿Cambiamos el Escudo de España por el del Real Madrid? ¿Tocamos el himno nacional para celebrar el éxito de ventas de Volkswagen, propietaria de SEAT? Pues obviamente no lo hacemos porque banalizaríamos los propios símbolos del Estado, y contribuiríamos a su fractura porque muchos ciudadanos se sentirían agredidos, avergonzados, o excluidos de esa vinculación simbólica contra natura.

Por eso, el hecho de que ciertos sectores católicos y del PP sigan empeñados en vincular los símbolos del poder civil con el religioso, rompe más España (cosa que parece que les preocupa tanto) que cualquier otra iniciativa, porque la rompe desde dentro, la rompe allí donde haya un ciudadano español que vea su bandera vinculada a los intereses particulares de su vecino y por tanto la rompe en Madrid, en Barcelona, en Málaga y en Pontevedra. Por ello, no deberíamos vincular los símbolos que nos unen a los que no nos unen porque terminaríamos por no tener simbólicamente nada en común, y sin símbolos compartidos no hay sociedad que se sostenga.

Pero todo este despropósito que se mantiene incomprensiblemente desde la muerte de Franco, no sólo es simbólico, sino también monetario, y es de responsabilidad ponerlo en conocimiento de la población en estos momentos de crisis y de recortes. Resulta que en nuestras Fuerzas Armadas hay todo un plantel de curas castrenses (es decir, curas guerreros o curas que bendicen la guerra, con galones y con distintos rangos de oficiales y jefes) que cobran sus grandes salarios del propio Estado (y digo grandes porque son más abultados en muchas ocasiones que el de sus homólogos comandantes y coroneles por ejemplo de artillería). Es decir, que de nuestros impuestos y bolsillos supuestamente laicos estamos pagando un cuerpo de sacerdotes del Estado incrustado en los Ejércitos. Y además, estos curas-militares-funcionarios, no han pasado ninguna oposición para desempeñar ese puesto. ¿No es incomprensible además de injusto?

Como ciudadano pido al Ministerio de Defensa que tome valientemente cartas en este asunto, y no sólo en el plano simbólico, sino en el económico también. Y debe hacerlo por una gestión adecuada del protocolo de Estado, por solidaridad en la crisis y por coherencia política. Igualmente todos los partidos políticos deberían apoyar esta cuestión, porque ayudarían a recortar gastos innecesarios en estos tiempos de crisis, y estarían contribuyendo a la cohesión del país, dejando cada ámbito de poder en su sitio.

Jesucristo dijo “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, mientras la Iglesia Católica defiende que lo que es de la Iglesia es de la Iglesia, y lo que es del Estado también es de la Iglesia. Tomen nota católicos indignados y jerarcas de la Iglesia de las enseñanzas de quien llamáis Maestro.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política en la Universidad de Málaga
www.alfonsocortes.com

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