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La religión es un bien social que debe respetarse y promoverse, dice Obispo de Córdoba

Niega que la Iglesia tenga privilegios porque «la Iglesia quiere someterse a las leyes comunes».

COMENTARIO: No cabe pensar que sea la ignorancia la que lleva al obispo a decir tantas falsedades, más bien habrá que pensar que el uso de tanta mentira es claramente intencionado. ¿Cómo puede negar la existencia de privilegios quién los usó para conseguir la inmatriculación de la mezquita de Córdoba? No parece que seaa una ley común para cualquier entidad, sino un beneficio exclusivo de los obispos. Tampoco le parece privilegio contar con miles de catequistas en los centros escolares para difundir SU religión y adoctrinar, o los cientos de capillas y capellanes en hospitales, prisiones, universidades,… Tampoco contar con casi 11.000 millones de euros para su financiación. Y así podríamos seguir enumerando. Tan falso como decir que el 90 % se declara católico, cuando el CIS sólo llega al 70 %. En cuanto al respeto, son las personas, creyentes o no, quienes tienen derecho a ello. También habría mucho que decir sobre los males que las religiones han causado a la humanidad, en el pasado y en el presente, incluídas las persecuciones, las muertes y genocidios, la complicidad con las dictaduras o el poder político y económico, los abusos sexualoes o no… nada que resuelte digno de respeto y menos de promoción. Una promoción bajo la que el obispo trata de mantener camuflada su situación privilegiada y conseguir que su doctrina (aborto, sexualidad, muerte digna, mujer,.. ) obligue a toda la sociedad aunque para ello se vulnere la libertad de conciencia de los demás. Sus imposiciones son sagradas y ello siempre les ha dado patente de corso, lo que opinen los demás es odio a las religiones.


El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, ha enviado su carta pastoral semanal en la que habla sobre la ‘laicidad positiva’. En ella desmiente que la Iglesia tenga privilegios porque “la Iglesia quiere someterse a las leyes comunes y servir a la sociedad y a la persona. La Iglesia lo único que pretende es poder ejercer la misión que Cristo le ha encomendado, y poder hacerlo en libertad”.

Por eso ha subrayado la labor que ésta realiza en la atención a los necesitados, “compartir con el que está solo o no tiene para comer, vendar heridas que nuestra sociedad produce y no es capaz de restañar” o “dar esperanza no con palabras huecas, sino con hechos. Alentar la solidaridad fraterna”.

“A pesar de las limitaciones y los pecados de sus hijos, incluso de sus dirigentes, la Iglesia no aspira a otra cosa que a parecerse a Jesucristo su Señor, que no vino a ser servido, sino a servir y a gastar la vida para que todos tengan vida eterna”, precisa el Obispo en la carta. “Sin embargo, es constante la acusación de que la Iglesia busca privilegios, se aferra a sus propios intereses en perjuicio de la sociedad”, afirma.

Mons. Fernández explica en la carta que “hoy, la Iglesia y el Estado son entidades autónomas, que merecen el respeto recíproco de una y otro, con la autonomía propia de cada uno. Pero la Iglesia sigue teniendo una misión que no puede ser ignorada ni marginada”.

En el fondo, la cuestión fundamental es “si lo religioso, y más concretamente lo católico, tiene un lugar en la vida pública, o, por el contrario, todo sentimiento religioso debe quedar en lo escondido de la conciencia, sin ninguna manifestación pública, con una actitud casi vergonzante”, dice en la carta.

“La Iglesia es la primera en reconocer la autonomía de las realidades temporales, pero tiene al mismo tiempo la preciosa tarea de inyectar esperanza en sus miembros, para hacerlos capaces de construir un mundo mejor en todos los sentidos”, precisa y explica que “el hecho religioso no es un estorbo para el crecimiento, sino un factor positivo que impulsa en la mejor dirección”. Es lo que algunos llaman “laicidad positiva”, dice el Obispo.

Y explica que “la religión no es un mal, sino un bien en la vida personal y comunitaria de la sociedad, que ha de ser respetado y promovido por la sociedad civil”.

En España, el 90 por ciento de sus habitantes se declaran católicos, “por eso, la Iglesia católica, desde sus órganos supremos, la Santa Sede, establece Acuerdos con los Estados para facilitar el servicio a esos ciudadanos y garantizar su acción benéfica a la sociedad en la libertad que le conceden esos mismos Estados”, dice.

Con estos acuerdos la Iglesia “no busca ningún privilegio con tales Acuerdos, busca solamente la libertad de ejercer su propia misión en favor de las personas y de la sociedad a las que sirve. No quiere ventajas, sólo quiere servir”.

Demetrio Fernandez obispo CEE

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