Hay ocasiones en las que la acumulación de noticias de mucha relevancia en un exiguo espacio de tiempo acaparan de tal forma la atención mediática, que algunas terminan por no tener el tratamiento que merecen en los medios de comunicación. Así ha ocurrido con las trascendentales manifestaciones que ha realizado Benedicto XVI en el avión que le llevaba a Portugal. El Santo Padre ha aseverado, desde las alturas, que el tercer secreto de la Virgen de Fátima revelaba ya los casos de pederastia que han protagonizado miembros de la Iglesia Católica.
Traducido al cristiano esta afirmación del Papa quiere decir que una mujer que vivió hace más de 2.000 años, que manteniéndose virgen quedó embarazada de quien era su creador, que dio a luz a la misma persona que la embarazó -dogma de la Santísima Trinidad y de la Inmaculada Concepción- , que cumplido el curso de su vida terrestre fue asunta en cuerpo y alma al cielo -dogma de la Asunción-; bajó de la gloria varios siglos después y se apareció en la segunda década del pasado siglo a unos semi-analfabetos pastorcillos de un pequeño pueblo portugués y les dejó dicho, como un gran secreto que fue desvelado bastante más tarde, que la Iglesia tendría serios y muy graves problemas como consecuencia de abusos infantiles cometidos por algunos sacerdotes.
Pero en estas apariciones, que se produjeron en 1917 cada día 13 de mes en varias ocasiones, no fue éste el único mensaje que la Virgen les dio a los pastorcillos Lucía, Francisco y Jacinta que tenían a la sazón 9, 8 y 6 años, respectivamente. Hubo otros dos mensajes. El primero de ellos, consistió en ofrecerles una espeluznante visión del infierno, lo que fue interpretado por la Iglesia como el anuncio de la segunda guerra mundial y, el segundo, pronosticaba la conversión de Rusia y que fue relatado por Lucía literalmente: “El Santo Padre consagrará Rusia a mí -la Virgen-, y ella -Rusia- será convertida, y un período de paz será otorgado al mundo”.
Como quiera que Lucía, la única de los tres pastores que llegó a la edad adulta, escribió y dio a conocer a la Humanidad estos dos primeros secretos en 1941, y yo nací cinco años más tarde, estas apariciones y los secretos desvelados por la pastora marcaron mi niñez y adolescencia. De hecho, estuve rezando por la conversión de Rusia desde antes de tener uso de razón hasta que, por fin, salí del colegio. Pero, al parecer, la única conversión que se produjo en esta gran nación fue la de pasar del feroz comunismo al salvaje capitalismo ¡pobre Rusia!. La profecía, por tanto, de la Virgen se quedó a medio camino porque sabido es que el andamiaje ideológico de la Iglesia Católica se conforma en gran medida en el régimen capitalista puro.
Pero, en fin, poco parece importar a los creyentes católicos que la Virgen se tomara la molestia de bajar del cielo para hacer unas predicciones que no se cumpliesen. Siempre queda aquella frase acuñada por la Iglesia que, como el bálsamo de Fierabrás, tanto sirve para un roto que para un descosido: “Los designios de dios son inescrutables”.
La prueba es que cientos de miles de personas, que se han dado cita en la plaza del santuario de Fátima, lanzaban pétalos de rosa al paso de la estatua de la Virgen cuya procesión precedió la ceremonia de la Santa Misa. Y después tomaron la comunión y no serían conscientes de que comulgaban con auténticas ruedas de molino. No cabe la menor duda… la fe mueve montañas.
Gerardo Rivas Rico es Licenciado en Ciencias Económicas