Roberto Venero, alma de la representación de la Pasión Viviente de Villalbilla, una de las más veteranas de la provincia y seña de identidad de la Semana Santa burgalesa, se ha dado por vencido ante el «poco entusiasmo e interés» mostrado por los vecinos y la ausencia este año de algunos personajes claves. Después de 41 ediciones, mañana, las calles de Villalbilla estará huérfanas de emoción, la que provocaba el paso de Cristo arrastrando la pesada cruz, la de la imagen de una María sumida en el más profundo dolor de una madre ante el sufrimiento del hijo y la de tantos y tantos personajes que han formado parte de esta representación, cada uno dando vida a los hombres y mujeres que formaron parte de la vida de Jesús en esos últimos días de su existencia.
Venero, de la Cofradía de Semana Santa, organizadora del evento, lleva tirando del carro durante décadas y ha dado vida a Cristo durante 10 años, entre 1995 y 2005; excepcionalmente, asumió otra vez el papel en 2011 cuando tampoco hubo candidatos. En los últimos años venía haciendo de Pilatos, y este año, ante la ausencia del último Cristo, Samuel Martín, nadie se ha mostrado dispuesto al relevo; Roberto, aunque lo siente, tampoco se ve en condiciones de hacerlo, así que la Cofradía renuncia a la Pasión Viviente, esperando que sea un año de inflexión, de tal manera que el próximo se vuelva con mayor entusismo y con renovación. Roberto deja claro que en 2016 habrá que empezar antes a contactar con la gente y programar el evento. En su mente está la idea de aprovechar para renovar texto, vestuario y nuevas ubicaciones para las escenas. Quiere creer que una tradición tan arraigada en la localidad y la provincia no desaparecerá para siempre, y en todo caso, espera que el ‘impás’ de este año lleve a todos a la reflexión .
Según cuenta Felipe Castrillo, en Burgospedia, el verdadero promotor de la Pasión Viviente en Villalbilla fue el padre Félix Martínez, un sacerdote que vino invitado por el párroco del pueblo, la primera vez hacia el año 1970 ó 1971 para realizar ejercicios espirituales. La procesión que se realizaba entonces en Viernes Santo consistía en ponerse un vecino del pueblo un vestido con capucha morado y con los ramos que habían sobrado del Domingo de Ramos se hacía una corona y salía con una cruz a cuestas haciendo un recorrido por algunas calles del pueblo y volver otra vez a la iglesia. El pueblo lo sentía, pero no lo vivía intensamente, y desapareció. Unos años después, en 1973, volvió el padre Félix y propuso a la juventud realizar una Pasión Viviente, comenzando el Jueves Santo, con el prendimiento de Jesús, el Viernes se realizaría la escena de los sumos sacerdotes con Caifás, el juicio de Pilatos, seguido del Viacrucis, acabando con la Crucifixión de Jesús, y el Sábado Santo se celebraría la Resurrección. Al principio, les parecía imposible hacer tantas cosas, pero el párroco les motivó tanto que acabó siendo un proyecto duradero en el tiempo. Hasta 2014, al menos.
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