El enviado de Naciones Unidas para Libia, Ghassan Salamé, pidió a las partes del conflicto libio que acuerden un alto el fuego con motivo de la festividad religiosa del Aid al Adha, como paso previo a un nuevo proceso de diálogo.
«Insto a una tregua que sea declarada con motivo de la festividad del Aid al Adha, que se celebrará sobre el 10 de agosto», dijo Salamé a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, reunidos en Nueva York. Además, el enviado dibujó una situación muy pesimista de la guerra civil libia y subrayó que esta tregua, «debe ir acompañada de medidas que contribuyan a crear confianza».
Como pasos necesarios, el representante del secretario general de Naciones Unidas citó el intercambio de prisioneros, la liberación de las personas que han sido detenidas y secuestradas de manera arbitraria, así como el intercambio de restos mortales.
Un alto al fuego duradero
Pero este cese de hostilidades, según Salamé, debe ir seguido de «una reunión de alto nivel de los países involucrados para cimentar el alto el fuego» y trabajar para «garantizar la estricta implementación del embargo de armas, con el objetivo de prevenir un mayor flujo de armas a Libia y promover una estricta adherencia de las partes libias a las leyes humanitarias y a los derechos humanos».
Esta cita internacional debería allanar el camino a una cumbre que reúna a «los líderes libios y a personalidades influyentes de todo el país», para que puedan llegar a acuerdos que permitan avanzar hacia la paz.
Salamé advirtió de que más de 100.000 personas están directamente expuestas a las primeras líneas de combate y que 400.000 más sufren directamente los enfrentamientos, «que han empeorado las condiciones humanitarias y ha dificultado el acceso a la comida, la salud y otros servicios». Además, no se vislumbra una solución cercana porque «las partes todavía creen que pueden lograr sus objetivos a través de medios militares».
Aumentan los ataques
El enviado de la ONU apuntó que tanto el jefe del gobierno respaldado por la ONU en Trípoli, Fayez al Serraj, como el general Jalifa Hafter, que controla gran parte del país, han «reafirmado públicamente su compromiso con un futuro político y un proceso electoral, pero todavía no han tomado pasos prácticos para poner fin a la lucha».
De hecho, tal y como recordó Salamé, Hafter anunció que redoblaría sus ataques y el sábado pasado bombardeó el aeropuerto de Misrata, al este de Trípoli. Asimismo, apuntó que, un día antes, las fuerzas de Al Serraj bombardearon la base principal de Hafter en la región de Jufra.
«Las partes no solo han desoído las llamadas a reducir los enfrentamientos, sino que han aumentado los ataques aéreos», dijo Salamé antes de avisar del aumento del alistamiento de mercenarios por ambas partes, así como del uso de armamento pesado.
«Libia se ha convertido en un terreno de experimentación de nuevas tecnologías militares y de reciclaje de armas antiguas», dijo ante los países miembros del Consejo de Seguridad, donde denunció que ambas partes han fallado en el respeto de las leyes humanitarias internacionales. También criticó que el deterioro de la situación esté siendo explotado por grupos extremistas como el terrorista Estado Islámico, por lo que urgió al máximo órgano de la ONU a tomar cartas en el asunto.