Acaban de publicarse en el BOE los nuevos currículos de religión católica para los niveles educativos de Primaria, Secundaria y Bachillerato, y ya se ha escrito muchísimo sobre ello, pero no he visto que nadie comente algunos cambios sorprendentes respecto a los currículos anteriores. En particular, los currículos recién publicados han acabado nada menos que con la Virgen y con la vida eterna, dos dogmas básicos del catolicismo.
En los currículos antiguos (de 2007) de Educación Infantil, Primaria y Secundaria se mencionaba ―en la mitad de páginas del BOE que ahora― “la vida eterna” ¡diez veces! (contando un “destino eterno del hombre”), y en los de ahora, ni una sola.
Y, mientras que se hablaba de la “Virgen María” en ¡nueve! ocasiones, ya sólo se menciona de pasada a “María” pelá y mondá, como si hubiera tenido que recurrir al (¿podré decirlo?) ¡sexo! para tener a Jesús. Adiós, Paloma, adiós. Más aún, incluso a simplemente “María” se la menciona sólo dos veces en el currículo de Primaria, así exactamente:
“Dios elige a María para que Su hijo se haga hombre.”
“Conocer y valorar la respuesta de María a Dios.”
Y se acabó, perdón, sanseacabó: ni en Secundaria ni en Bachillerato hay más María, ni Virgen ni no Virgen. Costará ahora más decir que la Religión (que encima se evalúa) es una maría. Vamos, como si estuviéramos mirando el currículo protestante.
Fíjense qué sequedad en las dos menciones, por no decir otra cosa. Compárense con lo que se venía diciendo de prestar “especial atención a la figura de la Virgen María”, “la Virgen María, Madre de la Iglesia”, o “la Virgen María, modelo del creyente”. Incluso en una ocasión se ligaban los dos dogmas desaparecidos: “saber relacionar la fiesta de la Asunción de la Virgen con la esperanza de vida eterna”. Entonces, ¿ya no hay que prestarle atención a la Virgen María, ya no es la Madre de la Iglesia ni un modelo? ¿Y ya no nos espera Ella allí arriba, en la vida eterna?
Confieso, yo pecador, que, pensando en los niños adoctrinados, me alegro de esas desapariciones, correspondientes a otras tantas absurdas y perversas irracionalidades convertidas en dogmas. Pero mi alegría se desvanece cual Virgen curricular cuando veo que se sigue insistiendo en el creacionismo divino. Si miramos el currículo general para la Primaria, encontramos que no se habla nada sobre evolución (ni en Ciencias Naturales), de modo que durante esos seis años los niños se empaparán de creacionismo sin que ―según el currículo― nadie les explique la realidad de nuestros orígenes biológicos: venga Dios creador (que por esa razón es dueño de nuestra vida y de nuestra muerte), Adán, Eva, y gaitas celestiales como el pecado original.
También se insiste en los milagros, sobre todo en los de Jesús. Que hasta se lo podrán merendar, transubstanciación mediante, en cuanto confiesen a un cura incluso sus pensamientos y deseos más íntimos y hagan la primera comunión. Y podrán comunicarse con Él (esté dentro o fuera), así como con otros seres de ultratumba como Dios (que, con eso del trino misterioso de la paloma, también podrá estar en trance digestivo o no), los ángeles, los santos y la Virgen María. Perdón, María. Si con el creacionismo no había choque con las asignaturas científicas porque en estas se le deja el campo libre, con los milagros hay un problema. Cuando a los niños, o jovencitos, les hablen de la conservación de la materia y la energía, y de otras leyes y teorías físicas, químicas y biológicas, tendrán que seguirle la corriente a los desinformados profesores para aprobar, pues ellos sí saben que hay un montón de casos en que no se cumplen esas leyes y teorías: en los milagros. No hay más que pensar en el de los panes y los peces, el del agua convertida en vino, las resurrecciones, la virginidad de María o el alma inmortal. Ah, no, quizás estos dos últimos ya no (¿he dicho que tampoco sale el alma en el currículo?). En las clases de ciencias se promoverá el pensamiento crítico riguroso, la racionalidad, la búsqueda de pruebas en pos de la verdad, la duda escéptica,… pero los niños comprobarán que todo esto es cansadísimo, para qué tanto esfuerzo, al menos en lo que se refiere a las cosas elevadas que realmente importan en la vida, cuando el pensamiento mágico es tan cómodo, y la Verdad sobre esas cosas importantes ya está escrita en unos libros de la edad del bronce-hierro, e interpretada por unos hombres muy bueeeenos y muy sabios que dirigen una Iglesia muy bueeeena que nos ama y nos cuida. Si no consiguen escapar de la vil trampa eclesial, lo más probable es que anden por la vida con un doblepensar, de modo que usarán la razón para unos asuntos (cotidianos, de supervivencia…), mientras que, para otros, serán ovejas sometidas a sus pastores.
Algunos pensamos que estas enseñanzas religiosas (como las de los otros currículos religiosos que también están en el BOE: el islámico y el evangélico; y las que no están) son enormemente perjudiciales para el buen equilibrio y desarrollo mental de los niños; incluyendo aquí los aspectos morales que no he considerado, tan graves como los anteriores. Sostenemos que se trata de un abuso mental intolerable. Pero hay muchos que nos tranquilizan diciéndonos: “Pues fíjate, yo recibí eso que tú llamas adoctrinamiento religioso y mira qué bien estoy”. Y acto seguido van a curarse lo suyo con eso de lo chakras y los meridianos chinos, además de comprarse el remedio homeopático que les ha recomendado el farmacéutico (con lo que vemos que el doblepensar puede fallar incluso en asuntos de supervivencia). Y no dejan de sentir que, no será Dios, pero “algo hay”, y notan que los vigila.
Entonces, lo que hace falta es perseverar a fondo en el camino iniciado con la desaparición curricular de la vida eterna y de la Virgen, de manera que desparezca todo currículo adoctrinador, toda asignatura de religión. Como esto no será posible hasta que se deroguen los Acuerdos con la Santa Sede (inicuos por más razones graves), exijámosles a los partidos políticos un compromiso inequívoco al respecto, nada de un engañoso “Acuerdos con la SS – de entrada no”. Por el bien de los niños y de todos.