Malala Yousafzai, de 14 años, recibió un balazo en la cabeza en el valle del Swat La joven mantenía un blog en el que defendía el derecho de las mujeres a la educación
La bala con la que los talibanes intentaron asesinar este martes a Malala Yousafzai ya está fuera de su cabeza. Los médicos han conseguido extraerla durante una delicada intervención esta mañana, según informa BBC. La joven activista por la educación de las niñas en Pakistán se encuentra estable. A sus 14 años, Malala se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la cerrazón de los integristas islámicos que desde hace varios años intentan imponer su ley en amplias zonas del país.
Malala iba a abordar el autobús de regreso a casa a la salida de su escuela en Mingora, la capital de la comarca del Swat, cuando un barbudo preguntó por ella y tras identificarla, le disparó en la cabeza, a la altura de la oreja. Aunque los médicos que la atendieron dijeron que estaba fuera de peligro, un helicóptero la trasladó enseguida al hospital militar de Peshawar donde se apreció que la bala había quedado alojada cerca del cerebro. Ante el riesgo de la operación, se barajó su traslado a Dubái y un avión de transporte de la compañía de bandera, PIA, esperó toda la noche en el aeropuerto de esa ciudad, según la agencia France Presse.
“Los médicos han intervenido y han extraído la bala”, han anunciado esta mañana fuentes del hospital militar. Los próximos tres o cuatro días van a ser clave para su evolución.
El ataque, en el que también resultaron heridas otras dos niñas, ha recibido una amplia condena tanto dentro como fuera de Pakistán. Desde el presidente hasta los políticos de la oposición, todos han expresado su solidaridad con Malala. Las escuelas de su zona han cerrado hoy en señal de protesta. Las cadenas de televisión paquistaníes le están dando una amplia cobertura.
Miles de personas de todo el mundo le han enviado mensajes de apoyo a través de las redes sociales. El Departamento de Estado norteamericano ha calificado el ataque de “bárbaro y cobarde”. También la ONU, a través de la representante especial del secretario general para niños y conflictos armados, Leila Zerrougui, ha condenado el ataque “en los términos más enérgicos”.
La respuesta parece haber llevado a los talibanes a intentar justificarse. Tras atribuirse ayer la autoría del atentado y asegurar que volverían a intentarlo, hoy han explicado que no es su política matar a mujeres. “Pero cualquiera que dirige una campaña contra el islam y la sharía [ley islámica] debe morir”, ha dicho el portavoz del grupo, Ehsanullah Ehsan, citado por France Presse. Según Ehsan, la juventud de Malala no es motivo para la clemencia.
Los talibanes tomaron control del valle del Swat en 2009 después de que tras dos años de escaramuzas el Ejército firmara un alto el fuego. La zona, hasta entonces uno de los destinos turísticos favoritos de los paquistaníes por sus espectaculares paisajes, se transformó por completo bajo la férula de los radicales islamistas. Dirigidos por un antiguo operador del único telesquí del país, el tristemente famoso maulana Fazlullah, prohibieron la música, cerraron las escuelas femeninas y organizaron sus propios tribunales. En definitiva, impusieron su ley y ejecutaban a quien no la respetaba.
Sintiéndose fuertes, quisieron utilizar Swat para seguir avanzando hacia las comarcas vecinas, lo que desató la alarma en Islamabad, a apenas un centenar de kilómetros al sureste. El Ejército lanzó entonces una operación para reconquistar la zona que logró expulsar al maulana Fazlullah al otro lado de la frontera con Afganistán.
Durante los tres últimos años, la comarca ha estado relativamente tranquila, a pesar de algunos atentados aislados. De hecho, miles de familias que huyeron de los talibanes han ido regresando poco a poco.
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