El PP, que absorbe todo el voto conservador ultracatólico, se opone desde 1977 a cuestiones morales como aborto o divorcio, pero después las asume cuando gobierna
Corría 1980. España, la muy católica España, como se la llamaba, recién salida de la dictadura, era el único país de la Europa occidental sin divorcio legal. Los debates morales dentro de UCD, entre socialdemócratas y democristianos, eran a cara de perro. Y Manuel Fraga, líder de AP -el partido al que entonces pertenecían José María Aznar y Mariano Rajoy, que tenía 25 años- y fundador en 1989 del PP, dejó claro dónde estaba él. "Vamos a defender el matrimonio religioso de cualquier ataque. Seguiremos la actitud de la Iglesia, custodia de la moral cristiana", dijo, según recoge la prensa de la época.
Fraga y los suyos, y con ellos los democristianos de Óscar Alzaga, muchos de los cuales, como Jaime Mayor, acabarían en el PP, fueron coherentes. En junio de 1981 votaron en contra de la Ley del Divorcio. Fraga incluso se había opuesto en 1978 a que figurara ese derecho en la Constitución.
Llegó 1983, y se planteó otro debate moral: el aborto. Y de nuevo, la derecha se quedó fuera. José María Ruiz-Gallardón, padre del alcalde de Madrid y gran amigo de Fraga, era el entusiasta portavoz de AP en este asunto. Este partido votó en contra en 1983 y recurrió la norma al Constitucional, en medio de una enorme polémica que, de nuevo, dividía a la derecha entre ultracatólicos y moderados. Y en 1985, cuando los socialistas reformaron la ley tras la sentencia del Constitucional, Ruiz-Gallardón fue tajante en el Congreso: "No somos partidarios de la despenalización del aborto en ningún supuesto".
AP y la mitad de UCD votaron de nuevo en contra, a pesar de que ahora la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, insiste en que la ley de 1985 "contó con un gran consenso" y por eso el PP rechaza tocar una coma. Rajoy no era aún diputado de AP, pero estaba a punto: llegó en 1986. Sin embargo, cuando los hijos políticos de Fraga llegaron al poder, en 1996, no tocaron una coma de la ley del aborto ni del divorcio.
Muchos años después, en 2005, el PP votó contra el matrimonio homosexual. Y lo recurrió al Constitucional, como hizo en 1983 con el aborto. Allí sigue el recurso. Pero cuando, en la campaña de este año, tanto los grupos católicos como los periodistas querían saber si Rajoy derogaría la ley si llegaba a presidente, el líder del PP se escapaba una y otra vez: "Estamos a lo que diga el Constitucional, los homosexuales no perderán derechos con nosotros". El PP reconoce en privado que tiene un grave problema con cualquier asunto moral. Entre sus diputados y dirigentes más conocidos hay miembros del Opus Dei, como Federico Trillo, y personas muy relacionadas con la Conferencia Episcopal, como Jorge Fernández Díaz, amigo de Rajoy y nexo del PP con Antonio María Rouco Varela, presidente de los obispos y líder del ala dura de la Iglesia. Ellos no están dispuestos a ceder ni un centímetro. Y acusan a sus compañeros de tener miedo a la hora de abordar estos asuntos, sobre todo ahora que se plantea la reforma del aborto. "Ya no somos el PP. Somos el PPP. El Partido Popular de Perfil. Así nos ponemos cada vez que viene un debate moral. Deberíamos dar la batalla", se queja un miembro de este grupo de católicos. Pero también dentro del PP hay otros, como la ex ministra Celia Villalobos, que rompió la disciplina de voto con el matrimonio homosexual y podría volver a hacerlo en una nueva reforma del aborto.
Éste es el problema de fondo, según admiten miembros de la dirección, por el que los populares no quieren ni oír hablar de la reforma del aborto. "Creemos que de verdad la gente no la está pidiendo, porque con la actual ley el aborto es prácticamente libre -hay unos 100.000 al año, más del 95% acogiéndose al supuesto de riesgo para la salud mental de la madre- y no hay una gran demanda social para cambiarla, pero además sabemos que eso sólo puede traernos problemas internos", sentencia un miembro de la dirección.
En cualquier caso, el debate ya está encima de la mesa, y la dirección se esfuerza por poner todos los medios para evitar que, como sucedió con el matrimonio homosexual, este asunto deteriore la imagen centrista y moderada que pretende dar Rajoy. El jueves se aprueba en el Congreso la creación de una subcomisión para reformar la ley. El PP ya votó en contra hace un mes, en comisión. La dirección del grupo está mirando antecedentes para ver si puede lograr que el jueves la subcomisión se apruebe por asentimiento, y evitar así el riesgo de que alguien proabortista rompa la disciplina de voto. Pero en lo que está concentrada la dirección, liderada por Sáenz de Santamaría, y la responsable de este asunto, Sandra Moneo, es en evitar escándalos. Y para eso es clave qué comparecientes propone el PP a la subcomisión. En la mente de todos está el escándalo que produjo el catedrático de psicopatología Aquilino Polaino, que llegó al Senado de la mano del PP para debatir sobre la ley del matrimonio homosexual, y lanzó sus teorías de que la homosexualidad es una enfermedad que tiene cura. De hecho, él trabajaba con gays a los que sus padres ultracatólicos les llevaban para que les sanara. Además, dijo que los homosexuales suelen ser hijos de "padres hostiles y alcohólicos".
Sáenz de Santamaría es consciente de que los grupos antiabortistas -que no piden que la ley se quede como está, como propone el PP, sino que se derogue el aborto- presionarán para llevar a comparecientes polémicos. Por eso está decidida, según fuentes de su entorno, a controlar el tema directamente y evitar la presión de los grupos antiabortistas que, más activos que nunca, tienen ahora muchos medios digitales e impresos y el altavoz que más daño puede hacer al PP, la Cope, propiedad de la Conferencia Episcopal y una de las emisoras más seguidas entre los militantes de base. "En este país el verdadero problema es el agua, en sus dos expresiones. Por un lado los trasvases, y por el otro el agua bendita. Siempre estamos a vueltas con lo mismo", ironiza un miembro de la dirección.
J. M. Ruiz-Gallardón
– Recurso al Tribunal Constitucional. "No somos partidarios de la despenalización del aborto en ningún supuesto", dijo en 1985 José María Ruiz-Gallardón, padre del actual alcalde de Madrid. Él encabezó el recurso de AP contra la ley y lideró su rechazo en el Parlamento.
José María Aznar
– Dos legislaturas sin cambiar la ley. Aznar gobernó entre 1996 y 2004, la segunda legislatura con mayoría absoluta. Aceptó la ley, porque no mostró ni intención de cambiarla. "Nunca haré una política que invada la conciencia privada de la persona", dijo en 1989.
S. S. de Santamaría
– Aguantar la presión. La actual portavoz parlamentaria del PP intentará aguantar la presión de los grupos más radicales de la derecha y próximos a la Iglesia que quieren derogar toda la ley. Su argumento es que el debate no es real porque no hay demanda social.