Los estadounidenses de origen árabe pueden resultar decisivos en estados clave como Michigan. Esta comunidad apoyó de manera masiva a Biden hace cuatro años, pero no está claro que suceda lo mismo esta vez
Parece la versión norteña de Beverly Hills. Apenas 24 horas después del esperpéntico mitin de Donald Trump y sus acólitos en el Madison Square Garden, Kamala Harris celebró el lunes un acto en una de las ciudades más idílicas y pijas de Michigan –uno de los siete estados clave en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre–. Miles de simpatizantes del Partido Demócrata hacían una larga cola que rodeaba un parque en Ann Arbor, donde se encuentra la prestigiosa Universidad de Michigan. La tranquilidad y el civismo reinaban esa tarde en medio de una urbanización de grandes casas con jardín y decoraciones XXL de Halloween. Tim Walz, número dos de Harris, y la cantautora Maggie Rogers hicieron de teloneros. Todo parecía ir sobre ruedas.
Apenas cinco minutos después de que hubiera empezado el discurso de la vicepresidenta, sin embargo, un incidente alteró ese mitin. Resultó prácticamente una metáfora de la campaña de los demócratas. Un grupo de militantes propalestinos empezó a gritar en medio del público consignas en contra de la “hipocresía” de ese partido respecto a las atrocidades de Israel en Gaza y Líbano. Eso derivó en una breve disputa, con empujones e insultos, entre esos infiltrados y los simpatizantes de Kamala Harris. Al final, los expulsaron los voluntarios de la organización, sin que intervinieran los agentes de seguridad armados y uniformados como militares.
Michigan, conocido históricamente por la industria automovilística, cuenta con la principal comunidad musulmana del país
“Hemos venido a este acto para denunciar la hipocresía del Partido Demócrata. Durante la campaña, habla mucho de paz y de parar el genocidio, pero Kamala no ha impulsado ninguna de estas medidas como vicepresidenta”, dijo a CTXT uno de los manifestantes, quien no quiso dar su nombre, del movimiento Uncommited (No comprometido). “En los comicios votaré a los candidatos demócratas en las listas de la Cámara de Representantes y del Senado –se renueva la totalidad de la Cámara Baja y un tercio de la Alta–, pero no apoyaré a Harris”, reconoció. “Quiero que el Partido Demócrata vuelva a sus orígenes y se oponga a la industria armamentística y militar”, añadió.
Aunque en el mitin de Ann Arbor eran poco más de una decena, los estadounidenses que denunciarán con su voto el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel no representan un fenómeno residual. Aún menos en Michigan, que cuenta con la principal comunidad árabe del país. Más de 500.000 viven en este estado fronterizo con Canadá y conocido históricamente por la presencia de la industria automovilística (Ford, General Motors…) en el área metropolitana de Detroit. Se estima en unos 300.000 el número de votantes árabes. Lo que representa cerca del 4% del electorado de Michigan. Si votan en bloque, pueden ser determinantes.
El mítin de Kamala Harris en Ann Arbor, bajo el lema ‘cuando votamos, ganamos’. / E.B.
“En una elección tan ajustada”
El ultraderechista Trump dio la sorpresa en 2016 venciendo en este territorio con apenas 10.000 votos más que Hillary Clinton. Esa victoria en uno de los estados del blue wall (muro azul) —el cinturón industrial en que el Partido Demócrata ganó en todas las presidenciales entre 1992 y 2016— fue una de las claves de su llegada a la Casa Blanca. El actual presidente, Joe Biden, logró una ventaja del 2,7% (unas 160.000 papeletas) en 2020. Los sondeos, que deben cogerse con pinzas, apuntan de nuevo a una diferencia raquítica. Algunos de ellos dan uno o dos puntos más a la aspirante demócrata, mientras que uno de los más recientes, del diario local Detroit Free Press, otorga una ventaja del 0,4% para el republicano.
El director del MNAA reconoce que “la comunidad árabe en Estados Unidos se encuentra conmocionada por el genocidio desde el 7 de octubre”
“En una elección tan ajustada como esta, solo hace falta que 5.000 o 10.000 votos pasen de un lado al otro para que sean determinantes”, recuerda el historiador Denis Lacorne, especialista de las minorías en Estados Unidos, quien prevé que “entre los votantes árabes haya unos niveles de abstención superiores a lo habitual”. Esta comunidad apoyó de manera masiva a Biden hace cuatro años, pero no está claro que suceda lo mismo esta vez.
Matthew Jaber Stiffler es uno de los directores del Museo Nacional Árabe Americano (MNAA), una de las principales instituciones culturales de Dearborn —en la periferia de Detroit—, conocida como la capital de los árabes en Estados Unidos. Según este experto, “el 70% de los habitantes de Dearborn (con una población total de 110.000) tienen orígenes árabes”. Muchos de ellos proceden de países como Líbano o Yemen, ensangrentados por devastadores conflictos a menudo incentivados por la complicidad de Estados Unidos. “Los árabes estadounidenses solían apoyar a los demócratas, pero afrontan estos comicios muy divididos”, sostiene Jaber Stiffler, con raíces libanesas.
El director del MNAA reconoce que “la comunidad árabe en Estados Unidos se encuentra conmocionada desde el 7 de octubre debido al genocidio palestino”. A eso se le sumó la reciente ofensiva israelí en el Líbano. “Por desgracia, conozco a varias personas que perdieron a familiares en los bombardeos en territorio libanés. Muchos de los habitantes de Dearborn vivieron en el sur de ese país y ahora están pendientes de la situación de sus familiares, de poder traerlos a Estados Unidos o de que se refugien en Turquía o Arabia Saudí”, explica Jaber Stiffler, sentado en una butaca en la biblioteca de la institución que dirige.
Matthew Jaber Stiffler es uno de los directores del Museo Nacional Árabe Americano (MNAA) de Dearborn. / E.B.
La alternativa de votar a los verdes o incluso a Trump
Al salir de ese museo, resultaba fácil ver pasar por la calle coches con banderas libanesas en el capó o las ventanas. También había en las farolas de la avenida Michigan carteles anunciando el mitin del 2 de noviembre en esta misma localidad de Jill Stein, la candidata a la Casa Blanca del Partido Verde. A pesar de que esta dirigente judía, muy crítica con las atrocidades israelíes, apenas cuenta con una intención de voto del 2% en los sondeos, podría obtener un apoyo bastante superior entre los jóvenes y los musulmanes. Es una de las opciones que valoran los habitantes de Dearborn, entre los que también hay numerosos abstencionistas, votantes demócratas y electores que se decantan por Trump.
“Estoy dudando entre ir a votar o no. Pero si lo hago, lo haré por Trump. Ya logró una mejora de las relaciones con Corea del Norte, así que no descarto que consiga la paz en Oriente Medio”, explica Sammy Aly, de 27 años, responsable de una tienda de cachimbas en una animada calle de Dearborn. Testimonios como el suyo abundaban en la mezquita de esta ciudad, considerada como la más grande de Estados Unidos. Al lado de una autopista, en la ubicación perfecta para un motel, construyeron una imponente cúpula dorada y dos minaretes.
Imanes y dirigentes de la comunidad musulmana comparecieron junto a Trump en un mitin en Michigan
“La posición de nuestro Gobierno no tiene ningún sentido. Ha dado 18.000 millones de dólares de ayuda militar a Israel y solo 147 millones de ayuda humanitaria al Líbano”, lamentaba Haadi Saab, de 23 años, un estudiante de enfermería en la Universidad de Madonna tras haber bajado de su 4×4 en el parking de la mezquita. Eran las cuatro de la tarde del viernes 25 de octubre–el día santo para los musulmanes– y muchos estadounidenses de origen árabe acudían al templo.
Un día después, tuvo lugar una de las imágenes más extravagantes de esta campaña. Imanes y dirigentes de la comunidad musulmana comparecieron junto a Trump en un mitin en Michigan. Expresaron su apoyo hacia el dirigente ultranacionalista, quien ha dicho que los inmigrantes de Oriente Medio son “conocidos por ser terroristas” y que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, “debe terminar su trabajo”.
¿Un menor apoyo de las minorías para los demócratas?
Entre esos sorprendentes apoyos para Trump estaba el alcalde de Hamtramck, Amer Ghalib, quien dirige desde 2022 esta otra localidad de la periferia de Detroit con dos tercios de su población (cerca de 30.000) de origen árabe o musulmán. Debido a su tradición obrera, esta ciudad se distingue de otras de Estados Unidos por sus calles con casas pegadas las unas a las otras. “Lo que hizo que uno estuviera casi obligado a conocer a su vecino y eso favoreció un espíritu tolerante”, explica Sarah Cooks, quien trabaja como voluntaria en el Museo de Historia de esta singular urbe periférica donde fácilmente puede verse a hípsters comiendo en restaurantes yemeníes o mujeres con burka paseando por la calle.
Nilman Khan, militante demócrata de 29 años, admite que está siendo “una campaña muy difícil” en la periferia de Detroit
Ghalib dijo en una entrevista al New York Times que no solo apoyaba a Trump para castigar el apoyo de Biden a Israel, sino también por “sus valores conservadores”. Este mismo edil ya había generado polémica poco después de su elección, que lo convirtió en el primer alcalde árabe de la ciudad, al negarse a poner la bandera LGBTI en el Ayuntamiento durante las semanas del Orgullo.
“Me temo que muchos de los habitantes de Hamtramck votarán a Trump y eso que es alguien extremamente racista y homófobo”, lamenta Abby T., de 20 años, una estudiante universitaria de origen yemení que trabaja como dependienta en una tienda de ropa oriental. “Me atrae la posibilidad de que una mujer presida por primera vez el país. Pero debido a su apoyo al genocidio palestino, no puedo votar a Kamala”, añade esta joven, quien depositará una papeleta de la verde Stein.
Las voluntarias demócratas reparten propaganda de Harris y Walz en distintos idiomas. / E.B.
Nilman Khan, de 29 años, milita en el Partido Demócrata desde hace una década. Esta responsable administrativa, de origen bengalí, reconoce que está siendo “una campaña muy difícil” en la periferia de Detroit. “La gente debe entender que el único partido en que hay un centenar de representantes –del ala izquierda de la formación– que firmaron en contra del genocidio es el demócrata. El hecho de apoyar a un tercer candidato solo facilitará la victoria de Trump y entonces sí que resultará imposible parar esta guerra”, sostiene Khan, que junto con una decena de militantes llamaban a las casas y repartían propaganda electoral durante el fin de semana.
Pese a estos intentos de movilización y seducción del electorado musulmán, los sondeos alertan de una pérdida de apoyos por parte de los progresistas en ese sector de la población. Según el historiador Denis Lecorne, “esto forma parte de un fenómeno más general en que Kamala Harris no dispone de la misma capacidad que Obama para atraer el voto de las minorías. Los republicanos ganan apoyos entre los hispanos y los árabes, sobre todo entre los hombres de estas minorías, a menudo partidarios de una cultura tradicional y machista”.
Para compensar este fenómeno, el equipo de Harris confía en un fuerte respaldo por parte de las mujeres, también entre exvotantes del Partido Republicano. El centro de gravedad de una posible victoria demócrata en Michigan ha pasado de arrasar en la periferia de Detroit a imponerse de manera holgada en localidades coquetas como Ann Arbor. Esta apuesta por el tópico de que las elecciones se ganan en el centro resulta arriesgada. Y su efectividad se pondrá a prueba en las urnas.