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La mala memoria de Ratzinger

Hay que tener muy mala memoria para pedir «un mundo en el que reine la verdad» y no hacer ni una sola referencia a las víctimas de curas pederastas.

A estas alturas de la historia nadie pone en duda que los jerarcas católicos son unos consumados expertos en el manejo de la doble moral. Ratzinger nos brindó estos días de pasión una nueva demostración de su hipocresía pronunciando frases como “los sacerdotes estamos llamados a oponernos a la violencia” y calificando de “asesinatos de niños inocentes aún no nacidos” los abortos.

“Los católicos no pueden aceptar las injusticias elevadas a derechos por las leyes, como los asesinatos de niños inocentes aún no nacidos”. Su eminencia tiene una exagerada tendencia a confundir las convicciones religiosas con la moral colectiva, de ahí su postura inflexible, retrógrada, integrista y cargada de doble moral. El papa como cabeza visible de la iglesia condena al fuego eterno a las mujeres que abortan; demoniza el uso del preservativo y los matrimonios homosexuales… sin embargo aboga por la presunción de inocencia de los curas pederastas.

¿Valores, qué valores?
Les gusta hablar de valores a los mismos que no respetan a las mujeres que abortan, ni a las que toman la píldora postcoital, ni a los homosexuales, a los mismos que sólo admiten un único modelo de familia excluyendo a todos los demás…

En la misa de jueves santo, el Papa, rezó públicamente por un mundo donde reine “su verdad”. El máximo representante de la iglesia católica y como tal responsable del silencio y de la pasividad ante los abusos a menores presidió el jueves santo una ceremonia religiosa en la que se produjo la renovación de promesas de los sacerdotes asistentes al acto. Es de suponer que todos y cada uno de los curas pederastas habrían prometido en su momento castidad, pobreza y obediencia, con el resultado por todos conocido.

Ratzinger y la mala memoria
¿Le impedirá su mala memoria recordar lo ocurrido en el año 1980? Ratzinger era obispo de Munich cuando tuvo conocimiento de un caso de pederastia. El entonces obispo y ahora papa tapó el delito y no denunció al cura pederasta, Ratzinger “solucionó” el caso, práctica habitual de la iglesia, con un traslado. En su nuevo destino el cura volvió a abusar sexualmente de menores. Una nueva muesca en la estadística porque para el Vaticano la cifra de curas pederastas reconocida por ellos es irrelevante en comparación con el número total de religiosos que nutren sus filas.

Pilar Rego es educadora social y bloggera

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