El debate abierto por la expulsión de una candidata del partido de Macron por llevar “hiyab” marca los comicios de junio, el último test antes de las presidenciales de 2022.
Mostrando una amplia sonrisa, como cualquier candidato político en plena campaña electoral, Sara Zemmahi posa junto a sus compañeros de partido sin adivinar lo que le viene encima.
En la imagen que sirve de cartel de campaña, lleva un velo blanco, símbolo evidente de su credo musulmán, acompañado por un mensaje que reza: “Diferentes pero unidos por usted”. Una frase que se podría interpretar como una defensa de la diversidad y de la amplitud de pensamiento en Francia, en especial en el cantón 1 de Montpellier, el departamento electoral de Zemmahi, conformado principalmente por guetos árabes.
Aunque como idea pueda sonar muy progresista, en realidad hacer esta foto de campaña en medio de una lucha contra el separatismo religioso y como candidata por el partido de Emmanuel Macron -La República en Marcha (LREM)- a menos de un año de las presidenciales de 2022, fue darse un disparo en el pie.
El partido de Gobierno reaccionó dividiéndose en dos frentes: uno para retirar a Zemmahi de sus filas y declarar que una mujer con velo “no representa los valores laicos de la República” y otro que intenta recordar a sus colegas que una vez que se acepta una candidata musulmana, su condición debe ser asumida y respetada.
La consolidación de una organización política puede costar varios años y mucha estrategia, pero la división puede llegar tan fácil como un retuit. El secretario general de La République en Marche, Stanislas Guerini, reaccionó inmediatamente al afiche electoral de la candidata Zemmahi. Pero no reaccionó de manera individual, en una iniciativa propia, sino replicando un tuit de Jordan Bardella, nada menos que el vicepresidente del partido ultraderechista Reagrupación Nacional (RN), de Marine Le Pen.
Les valeurs portées par LREM ne sont pas compatibles avec le port ostentatoire de signes religieux sur un document de campagne électorale. Soit ces candidats changent leur photo, soit LREM leur retirera leur soutien. https://t.co/7jBY4sGH2j— Stanislas Guerini (@StanGuerini) May 10, 2021
Guerini añadió su propio editorial, pero ya el mal estaba hecho: “Los valores enarbolados por LREM no son compatibles con el uso ostentoso de símbolos religiosos en una pieza de campaña electoral. O estos candidatos cambian su foto o LREM les retirará su apoyo”.
Bardella, a su vez, había cuestionado a la ministra de Ciudadanía, Marlene Schiappa, si consideraba que lanzar como candidata a una mujer llevando el velo es la manera correcta de combatir el separatismo religioso. Esto, haciendo referencia al proyecto de ley contra el separatismo islamista, que se ha interpretado como una norma –velada también– para contener el islam en Francia.
Comment prétendre lutter contre le séparatisme lorsqu’on soutient aux élections une militante islamiste qui organise des conférences avec Hani Ramadan, favorable à la lapidation et interdit de séjour en France ? #LREM pic.twitter.com/KhFFlxyFPY— Jordan Bardella (@J_Bardella) May 11, 2021
En el seno del partido de Macron, los dos frentes se abrieron en segundos. Diputados como Sacha Houlié y Naïma Moutchou respondieron públicamente a su secretario general, Stanislas Guerini, para recalcar el carácter discriminatorio que supondría retirar a un candidato por su creencia religiosa.
Écarter cette candidate serait une discrimination. La loi protège les convictions religieuses et la liberté de les afficher en campagne électorale. La jurisprudence est tout aussi claire. Puis les électeurs décident.
Le mépris du droit, c’est l’agenda du RN. Pas le nôtre. https://t.co/0rd41P7aiO— Naïma Moutchou (@NaimaMoutchou) May 10, 2021
Houlié, incluso, rechazó de plano la redifusión de un tuit de un dirigente del heredero de Frente Nacional (partido fundado por el controvertido Jean Marie Le Pen) diciendo que era algo injustificable: “Ese partido, sus opiniones, sus líderes… yo los combato”.
Una candidata controvertida
Antes del polémico afiche electoral, la joven candidata suplente de la ciudad de Montpellier ya dividía a la opinión pública. Sus seguidores la describen como miembro de las asociaciones civiles de su departamento, mientras sus detractores la acusan de ser una predicadora del Islam, disfrazada de activista social.
Zemmahi tiene 26 años y es ingeniera de control de calidad, actualmente bajo contrato de la empresa Cenexi, en la región capitalina. En su perfil de LinkedIn se describe como fundadora y vicepresidenta de la asociación Tabassam, un colectivo creado en 2015, cuyo nombre significa literalmente “ratón” en árabe, y cuya misión es “luchar por el desarrollo de los jóvenes de los barrios desfavorecidos”. Para la derecha francesa, Tabassam no es más que una tapadera. Peor aún: acusan a la asociación de ser un instrumento de difusión del pensamiento de los Hermanos Musulmanes. El diputado del partido derechista Les Républicains, Eric Ciotti, se refiere a Sara Zemmahi como una “islamista militante”, haciendo referencia a las publicaciones de Facebook que la asociación Tabassam dedicó en octubre de 2016 a Tariq Ramadan, islamólogo suizo, nieto del fundador de Los Hermanos Musulmanes en Egipto.
Personalidades como el ex presidente Nicolas Sarkozy en Francia o la periodista Pilar Rahola en España acusan a Ramadan de un doble discurso: progresista para los europeos, fundamentalista para los musulmanes. Pero además, la admiración de la candidata Zemmahi por Tariq Ramadan podría ser cuestionada en tiempos del movimiento #MeToo, ya que el analista fue imputado en 2018 por violar a cinco mujeres en Francia y en Suiza, cargo por el cual cumplió diez meses de cárcel preventiva y se encuentra ahora en libertad condicional.
Por su parte, el partido ultraderechista acusa a Zemmahi de participar en conferencias públicas al lado de Hani Ramadan, hermano de Tariq Ramadan, quien es considerado un imán radical, defensor de la lapidación, que tiene prohibido entrar a territorio francés desde 2017, a causa de sus declaraciones explosivas en defensa del Islam que son consideradas una amenaza al orden público.
Las acusaciones de la derecha y la extrema derecha ponen a Macron en una situación delicada, sugiriendo que el presidente de la República estaría apoyando a una candidata musulmana cuestionada por las personalidades que frecuenta y por “perturbar” la laicidad francesa. Un golpe para Macron cuando todavía el asesinato del profesor Samuel Paty, el ataque terrorista de la iglesia de Niza y más recientemente, la muerte a cuchillo de la oficial de policía Stéphanie Monfermé siguen frescos en la memoria colectiva francesa y continúan calentando el sentimiento anti-musulmán.
Desde el punto de vista legal, ninguno. No hay una sola ley en Francia que prohíba el uso de símbolos religiosos en las campañas electorales ni la pertenencia de un candidato a una religión específica. Según la ley de 1905 sobre la laicidad y según el dictamen del Consejo de Estado de 2010, no se puede prohibir una candidatura por este motivo: “La circunstancia de que un candidato en una elección demuestre su pertenencia a una religión no incide en la libertad de elección de los electores y no cuestiona la independencia de los electos”, respondió en esa oportunidad el juez supremo administrativo.
Su alegato es bien claro: “El principio de laicismo no impone que se excluya del derecho a presentarse como candidatos en las elecciones a las personas que pretendan, durante esta candidatura, manifestar sus convicciones religiosas”. En conclusión, el partido LREM es libre de decidir si apoya electoralmente a Zemmahi o no, pero el velo de la candidata no es ilegal de ninguna manera.
Por su parte, Macron no se ha pronunciado directamente sobre el tema, pero el portavoz del Gobierno francés, Gabriel Attal, ha dejado claro que incluso si no existe una ley que lo impida, el partido LREM no desea presentar a los candidatos que aparecen en documentos oficiales de campaña con un signo religioso llamativo. “Es una decisión política” afirmó Attal.
Las elecciones regionales en Francia se desarrollarán los días 20 y 27 de junio, en primera y segunda vuelta y serán el último test antes de las presidenciales de abril y mayo de 2022.