¿Cómo evitar que la laicidad se utilice para imponer las normas culturales de la mayoría? ¿O cómo reconocer la diferencia sin caer en el determinismo cultural?
Estas cuestiones y muchas otras se abordaron el miércoles 23 de noviembre en el diálogo “Una laicidad inclusiva por una sociedad diversa”. Celebrado en el centro cívico Pati Llimona de Barcelona, el acto sirvió para presentar el nuevo Informe Ferrer Guardia 2022 dedicado a la laicidad y la interculturalidad.
Informe Ferrer Guardia 2022: Antirracismo, descolonialidad y relativismo cultural
El Informe Ferrer Guardia 2022 cuenta con ocho artículos donde se trata el equilibrio entre laicidad e interculturalidad, así como cuestiones relacionadas con la descolonialidad, el antiracismo, las desigualdades de las minorías religiosas y el relativismo cultural.
En esta undécima edición de la publicación han participado: Lluís Pérez-Lozano (Fundación Josep Irla), Daniel Gamper (UAB), Antoinette Torres (Afroféminas), Maryam Namazie (Exmuslims Great Britain), María Ignacia Ibarra (UB), Mostafà Shaimi ( UdG), Víctor Albert (U. Toulouse), Joan-Francesc Pont (F. Ferrer Guardia).
Del horizonte ideal a la instrumentalización de la laicidad y la interculturalidad
En la presentación del Informe participaron algunos de los y las articulistas de la publicación: Mostafà Shaimi, profesor de la Universidad de Girona y coordinador del Máster de Diversidad Religiosa del mismo centro, María Ignacia Ibarra, doctora en Sociedad y Cultura, y Víctor Albert, doctor en Sociología. El diálogo fue moderado por Lluís Pérez-Lozano, profesor del Departamento de Políticas y Sociología de la Universidad Pompeu Fabra y patrono de la Fundación Ferrer Guardia.
Para Mostafá Shaimi, “la laicidad y la interculturalidad en Cataluña son instrumentos de racismo”. Esta afirmación la argumentaba porque ambos elementos son instrumentalizados políticamente a expensas de las minorías religiosas o culturales. “No es un discurso creado por las personas afectadas por racismo, donde lo que preocupa son los derechos, también los derechos culturales”, declaró. Según Shaimi, existe un discurso político que se contradice totalmente con la práctica. Un ejemplo evidente para él son los espacios religiosos de las minorías relegados a polígonos industriales.
En esta línea, Shaimi criticó la creación de comunitarismos abstractos como el de “comunidad musulmana” o “comunidad gitana”, tanto su folclorización como la falta de provisión de condiciones materiales. En sus palabras, el discurso de la interculturalidad de una sociedad cohesionada nunca podrá alcanzarse si estos colectivos no tienen las necesidades cubiertas. En su intervención reconoció que cree en los valores universales, pero “construidos desde la diferencia”, es decir, “sumando las producciones de todos los contextos”.
Desde una visión latinoamericana, María Ignacia Ibarra apuntó a la relación entre modernidad-secularización-colonialidad y su uso para erradicar y subordinar las espiritualidades de los pueblos indígenas. Su punto de vista es que la laicidad es también un valor susceptible de ser descolonizado. “Vivimos en un mundo colonial donde la sociedad occidentalizada difunde un parámetro de ser humano”, esgrimió Ibarra. Además, el hecho de que el laicismo se haya erigido en Europa en movimiento contrario al privilegio y el poder del cristianismo, a su juicio, ha generado una superioridad moral hacia otras manifestaciones religiosas como el politeísmo.
El sociólogo Víctor Albert defendió el papel de la laicidad en una democracia moderna para permitir la libre expresión de convicciones y asegurar la igualdad de trato. Sin embargo, hizo una crítica a los actores que hacen un uso colonial o racista de la laicidad. Sus ejemplos fueron tanto la Francia actual como la de la III República. “En los territorios colonizados no se aplicaba la laicidad como existía en la metrópolis, sino que se utilizaba la religión como elemento de control de la población”, explicó Albert.
Una última idea para abordar la complejidad del debate fue la identidad de la mayoría social. Para Albert, “las identidades no son únicamente las de las minorías, la mayoría blanca secularizada también tiene identidades aunque las percibimos como neutrales”.