El templo románico de Navas de Bureba recuperará su aspecto a través de una intervención que permitirá recuperar el cuerpo meridional de su torre tras el derrumbe, en 2014, del cuerpo anexo al este del huso. Para ello, la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León acometerá las obras mediante una inversión cercana a los 145.000 euros cofinanciada con fondos Feder.
De acuerdo a las condiciones del contrato, la actuación se desarrollará en un plazo de seis meses en la zona donde ya se intervino, por procedimiento de emergencia, para consolidar el inmueble. Por aquel entonces, el Gobierno regional destinó una partida de 25.000 euros.
La iglesia románica de Navas de Bureba cumple la función de parroquia y está catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1983. Los restos más antiguos del templo se encuentran en su cabecera, de finales del siglo XII, que deja entrever sus influencias árabes en las ventanas del ábside.
A lo largo de su historia, el templo ha sufrido una serie de transformaciones. Sobre todo durante el período gótico, concretamente en su etapa media y final, con distintos añadidos durante los siglos siguientes. Una amalgama de adosamientos que presentan un conjunto de etapas de diversos estilos, así como otras construcciones de fijación cronológica indeterminada. Asimismo, la iglesia forma parte de la tradicional Ruta del Románico burgalés y el conjunto presenta -en planta- un templo de una sola nave con portada, espadaña y su correspondiente presbiterio.
La puerta de acceso está situada al sur, donde también se abre una sacristía y una escalera de caracol. Al lado contrario, en el norte, junto al presbiterio, se sitúa otra sacristía y a continuación dos dependencias que ocupan todo el espacio longitudinal.
Dentro del notable catálogo de templos románicos de La Bureba también se encuentran otros inmuebles que presentan un estado muy preocupante de conservación, aunque permanecen abiertos al culto. Es el caso de Santa María La Mayor de Aguilar de Bureba, también catalogada como BIC. Su deterioro avanza de forma imparable después de sufrir, en 2002, el primer hundimiento -poco más de dos metros cuadrados- del tejado de una de sus naves laterales. El problema, debido al paso del tiempo, se ha extendido paulatinamente a la totalidad de la cubierta.
Por si fuera poco, este desplome también se ha llevado por delante la escalera de acceso al campanario de la iglesia. Al mismo tiempo, las grietas que afectan a toda su estructura son cada vez más grandes, fenómeno especialmente apreciable en el ábside, donde cabe con facilidad una mano.
A pesar de que la Junta consignó una importante dotación para su restauración hace unos años, en la actualidad se corre el riesgo de perder este importante legado histórico en caso de que no se mejore su estado. Cabe recordar además que dadas sus características y calidad, las campanas del templo fueron seleccionadas por la Diputación para el primer Concurso Provincial de Campaneros un año antes del primer desplome.