Vanesa Menéndez Montero publicó su informe para World Heritage Watch en junio, y en julio recibió una respuesta del Cabildo: “No importa que las exposiciones sean temporales porque ofrecen una experiencia distorsionada”
Vanesa Menéndez Montero sostiene que acabó investigando la gestión de la Mezquita de Córdoba de forma casual. A través de Twitter se puso en contacto con una asociación aragonesa de protección del patrimonio, ya que estaba realizando su tesis doctoral sobre la protección del patrimonio cultural inmueble desde el punto de vista del derecho internacional. Fue esta asociación la que le habló de la gestión de la Mezquita-Catedral de Córdoba, y la investigadora, actualmente asociada a la Universidad Humboldt de Berlín, comenzó a tirar del hilo.
Su investigación acabó dentro del informe anual de la organización World Heritage Watch, que se publicó en junio. Y ha sido unos cuantos meses después, cuando los medios de comunicación han llegado hasta el informe, cuando su mirada crítica sobre la gestión de la Mezquita de Córdoba ha llegado a la opinión pública.
En una entrevista telefónica con Cordópolis, Menéndez Montero defiende que su investigación del monumento fue incluso anterior a la publicación del documento, y que su aproximación tenía que ver con analizar la situación desde una perspectiva de derecho internacional, especialmente dado que las vías legales dentro de España parecían haber llegado a un punto muerto para las voces más críticas con la gestión que hace el Cabildo -la de la Plataforma Mezquita-Catedral de Córdoba, mencionada en su informe y a quien el Cabildo vincula con la investigadora-.
Fue Stephan Doempke, impulsor de World Heritage Watch, el que mostró interés en la tesis de la investigadora. “Fue todo muy rápido”, recuerda. “Tenía casi todo preparado después de varios meses de recopilación de información, pero tuve que hacer el informe final en un fin de semana”. El documento fue publicado en junio. Y el Cabildo no tardó en reaccionar ya que, poco después de la publicación, envió una carta de 12 páginas negando las afirmaciones del informe.
La respuesta del Cabildo
Este punto es relevante, en tanto que el Cabildo, por ejemplo, se ha negado a comentar el documento con este periódico, o por el hecho de que el alcalde de Córdoba, José María Bellido, le haya querido quitar importancia al mismo al afirmar el pasado jueves que había que coger “con alfileres” el hecho de que World Heritage Watch sean asesores de la Unesco.
Menéndez Montero casi tiene que reprimir la risa sobre estas declaraciones: “Aunque formalmente no es un órgano consultivo de la Unesco, World Heritage Watch es una ONG a nivel mundial que se dedica a denunciar malas prácticas en la gestión del Patrimonio de la Humanidad. Por tanto, tiene una comunicación directa con el Comité del Patrimonio Mundial. Asisten todos los años a las conferencias anuales. Lo que ellos dicen tiene su valor y se toma en cuenta. Pero es verdad que, formalmente, los únicos órganos consultivos oficiales de la Unesco son Icomos (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) y la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza)”.
Para esta doctora en Derecho Internacional Público, el papel de World Heritage Watch es sencillamente alertar sobre prácticas cuestionables. Ahora sería, por tanto, el turno de que actúen quienes sí tiene voz para cambiar las cosas. “Creo que Icomos debería haber intervenido antes, pero espero que ahora lo hagan”, afirma, en la línea expresada por otra asociación, el Centro Unesco Andalucía.
Proteger la narrativa de los monumentos
Para la investigadora, lo que está fuera de toda duda, es que, cuando uno visita la Mezquita-Catedral, tiene que poder ver ese diálogo arquitectónico y cultural. “Por mucho que sea una catedral desde un punto de vista litúrgico, patrimonialmente sigue siendo una mezquita y una catedral. Se deben proteger ambos espacios”, afirma, al tiempo que recuerda que “la Unesco incluyó este monumento en la lista del Patrimonio de la Humanidad por ser un ejemplo de arquitectura islámica, no por su valor como catedral”.
En el informe, pone especial énfasis en que el valor patrimonial de la Mezquita-Catedral no se limita a su arquitectura, sino que también abarca las narrativas y discursos que la rodean. “Es necesario proteger no solo los materiales, sino también los espacios y las historias que acompañan al monumento. Eso también afecta su integridad y autenticidad”, explica esta experta, que añade que esta visión más amplia del patrimonio no ha sido plenamente considerada hasta ahora, y es algo que debería incluirse en las futuras evaluaciones del sitio.
Según recuerda, es cierto que la Unesco reafirmó en 2014 que la gestión del Cabildo cumplía con los estándares de autenticidad e integridad del monumento. Sin embargo, Vanesa señala que en los últimos diez años han sucedido cambios que requieren una revisión más exhaustiva.
Un ejemplo claro es, que un año después de aquella evaluación, en 2015, se produjo la eliminación del término “mezquita” en la publicidad del monumento. Para la investigadora, este es un ejemplo más de la “expansión gradual de la liturgia católica” dentro del espacio, un proceso que, a su juicio, se ha ido haciendo de manera discreta, hasta llegar al momento actual, en el que se suceden los actos de naturaleza católica en el interior y el exterior del monumento.
La distorsión para el visitante
Y eso que Menéndez Montero reconoce que el Cabildo ha realizado una buena gestión en términos materiales. “Hace dos años visité el lugar y me impresionó lo bien cuidado que está”, comenta la investigadora, que tiene como foto de uno de sus perfiles en redes una imagen de aquella visita. No obstante, insiste en que el compromiso del Cabildo va más allá de lo religioso. “Tienen la responsabilidad de preservar tanto la parte material como la inmaterial de la Mezquita-Catedral. Esto incluye las narrativas y la historia del lugar”.
El Cabildo, por su parte, parece escudarse en la temporalidad de algunos de los actos católicos que se hacen en la Mezquita para quitarle importancia. La investigadora, por su parte, rechaza este argumento. “No importa que las exposiciones sean temporales. Una persona que visita la mezquita una vez en la vida puede tener una experiencia distorsionada si, en ese momento, ve elementos que no deberían estar ahí”, argumenta, al tiempo que remarca que el término Mezquita-Catedral es “correcto”.
“Lo incorrecto es que la catedral ocupe casi todo el espacio de la antigua mezquita”, continúa. “Me preocupa que el visitante, ya sea nacional o internacional, vaya con la idea de conocer la Mezquita-Catedral de Córdoba y se encuentre con un lugar donde solo hay iconografía católica. Eso ya está ocurriendo”, concluye la investigadora.
El Cabildo rechazó contestar a nuestras preguntas el pasado martes, mientras que Icomos aún no ha contestado al requerimiento de este periódico.