En las recientes elecciones legislativas celebradas en la India, el Partido del Congreso (CP) y sus aliados lograron 261 escaños de los 543 en juego, lo cual les da suficiente mayoría para gobernar con el apoyo de algunos partidos regionales menores. En cambio, el partido nacionalista hindú, Bharatiya Janata Party (BJP), solo logró 116 escaños, su peor resultado en las dos últimas décadas.
La victoria del CP, y la estrepitosa caída de BJP y del izquierdista Tercer Frente de Nirmala Carvalho, tienen mucho que ver con el hartazgo del electorado –sobre todo de los jóvenes– con la política basada en divisiones religiosas y de castas.
Los cristianos, que han sufrido especialmente los ataques de los extremistas hindúes, han mostrado especial satisfacción con los resultados. Mons. Stanislaus Fernandes, secretario general de la Conferencia Episcopal india, los considera una señal de que “el pueblo indio quiere un gobierno estable”, y de que ha votado “contra el fundamentalismo y el comunismo”. “Por lo que toca a la laicidad del país”, ha dicho el prelado, “se trata de un resultado bienvenido”.
También el cardenal Oswald Gracias, presidente de la Conferencia, ha sostenido que el voto popular refleja “un claro mandato a favor de la libertad religiosa”. Asegurando que en la decisión se expresa “el corazón de la gente común”, afirma que ésta desea “el respeto de todas las religiones y un compromiso para vivir en paz y en armonía”.
Rechazo a la persecución de las minorías religiosas
Theodore Mascarenhas, responsable de la región asiática en el Pontificio Consejo para la Cultura del Vaticano, ha sostenido además que “el resultado es una respuesta del pueblo a la política de odio contra las mujeres en el Karnataka y contra los cristianos en Orissa”. En efecto, esta ciudad de la costa este de la India fue en 2008 un escenario sangriento para la población cristiana, acosada en numerosas ocasiones por el extremismo hindú (cfr. Aceprensa, 2-09-2008).
Sobre la situación de las minorías religiosas, monseñor Percival Fernández, obispo auxiliar de Bombay, ha dicho en declaraciones para Asia News que los “cristianos y musulmanes de las zonas rurales vivían con miedo, pues el BJP no les prestaba apoyo”. También, explica, “eran evidentes las prácticas hostiles del Rashtriya Seva Sangh (RSS) y del Vishwa Hindu Parishad (VHP) en muchos casos de violencia y brutalidad cometidos contra los grupos religiosos minoritarios”. Según el obispo, estas organizaciones fundamentalistas “han alimentado el odio e instaurado una cultura de temor y de sospecha entre las comunidades cristianas y musulmanas”.
El Times de India, uno de los periódicos de mayor circulación en el país, ha dicho abiertamente en un artículo de análisis que “el viejo subterfugio de provocar desórdenes entre comunidades religiosas para polarizar al electorado, una fórmula a la que el BJP parece haberse atenido hasta 2008 con los disturbios anticristianos de Orissa, está destinado a hacer perder votos”. El secretario general del BJP, Arun Jaitley, ha tenido en efecto que reconocer que “incluso en comparación con nuestros resultados en las elecciones de 2004 (en las que resultaron derrotados), el número de escaños ha disminuido aún más”, de 138 a 116.
Otro tanto ha sucedido con los partidos de izquierda, que han obtenido 24 escaños, menos de la mitad de los 59 de 2004. Especialmente sonada ha sido su derrota en la Bengala occidental, gobernada por los comunistas durante medio siglo.
El extremismo en la educación
Mons. Fernández, que es también vicepresidente de la Oficina diocesana para la Educación, ha advertido asimismo que se está produciendo una clara “hinduización de la educación” en el país. Particularmente se ha referido el obispo a los programas del RSS relativos a la Historia y a las Ciencias Sociales, en los que se manipulaban los textos escolares y se hacía apología de las figuras exaltadas por la ideología de aquel partido, mientras se demonizaba al cristianismo y al islam.
El gobierno, que ha intervenido de manera activa en temas como la admisión a las escuelas y a la universidad, y en la forma en que éstas funcionan, ha convertido a los responsables de las instituciones cristianas en el blanco predilecto de los grupos fundamentalistas. Incluso el Instituto Indio de Administración, uno de los centros más prestigiosos del país, se ha visto afectado por esta situación. Para Mons. Fernández debe tenerse en cuenta que en otros países la educación florece cuando logra alcanzar su autonomía y cuando corre a cargo de educadores profesionales y de especialistas.