Descargo de responsabilidad
Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:
El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
El Manifiesto de los Iguales, publicado el 30 de noviembre de 1795 en Le Tribun du Peuple, y escrito por Sylvain Maréchal, constituye un documento no sólo vital para entender la Conspiración de los Iguales en su contexto histórico, sino, sobre todo, para volver a reflexionar sobre qué es la igualdad, o sobre lo que unos y otros entienden por la misma. No queremos resistirnos a plantear al lector de este ejercicio porque no deja nunca de tener actualidad, y más en momentos en los que corremos el peligro de que la desigualdad crezca.
Así es, la igualdad es en este texto considerada como la primera aspiración de la Naturaleza, la primera necesidad humana y lazo para toda asociación legítima.
La desigualdad ha pesado siempre sobre el género humano. Desde que hay sociedades en el mundo la igualdad, reconocida de forma general como el más bello patrimonio del hombre, no se habría realizado ni una sola vez. Lo que sí había existido era una “estéril ficción de la ley”. ¿Qué significa esto? Claro, en la Revolución francesa se había proclamado, pareja a la libertad y a la fraternidad, diríamos nosotros, la igualdad, pero cuando se reclamaba de verdad los defensores de la Revolución primera contestaban que la igualdad de hecho era una quimera, por lo que había que contentarse con la “igualdad condicional”, es decir, con la igualdad ante la ley. No se podía querer más.
Pero los protagonistas de la Conspiración de los Iguales reclamaban más, mucho más, partiendo de que la igualdad era un principio innegable. En consecuencia, lo que se quería era la igualdad efectiva, proclamando que la conseguirían a toda costa.
Además de la igualdad de derechos, de la igualdad escrita en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se quería la igualdad “en medio de nosotros, bajo el techo de nuestras casas”. Era un objetivo irrenunciable.
No se podía consentir por más tiempo que la inmensa mayoría de los hombres trabajase y sudara al servicio y para el placer de una ínfima minoría.
Debían desaparecer las “inicuas distinciones de pobres y ricos, de grandes y pequeños, de amos y criados, de gobernantes y gobernados”.
Todos tendrían las mismas necesidades y las mismas facultades, por lo que solamente debía haber una sola educación, una sola alimentación. Si los hombres se contentaban con un solo sol y con el mismo aire, se preguntaba el Manifiesto, “¿por qué la misma porción y la misma cantidad de alimentos no han de bastar para cada uno?”
Así pues, quitando los aspectos propios del momento histórico en el que se fraguó el Manifiesto de los Iguales, de nuevo un material del pasado nos ayuda a reflexionar, y en este caso, a no olvidarnos de la importancia de la igualdad efectiva, una preocupación que, al menos, una parte de nuestra sociedad defiende, más allá de la que sería ante la ley.
Hemos consultado el Manifiesto en el número 80 de 16 de septiembre de 1887 de El Socialista, y podemos acercarnos al trabajo de Monserrat Nebreda, “P. Sylvain Marécha: Manifiesto de los Iguales (Pretexto para una reflexión sobre los orígenes del concepto de igualdad material)”, en el número 96 (1997) de la Revista de Estudios Políticos (consultable en la red), sino el concepto de igualdad que el movimiento. Por otro lado, es imprescindible regresar a Albert Soboul en su “Utopía y Revolución francesa”, en Jacques Droz (dir.), Historia general del socialismo. De los orígenes a 1875. Barcelona: Destino, 1976 o 1984, porque es quien mejor nos ha explicado el problema de la igualdad en la Revolución francesa, con sus repercusiones posteriores.