El jesuita, presidente de la Fundación Vocento, dará el lunes una conferencia en Aula LAS PROVINCIAS donde hablará sobre los 25 años de la Constitución española
Cuando oye las palabras Plan Ibarretxe qué sentimiento le despiertan?
–Cuando oigo esas palabras siento indignación como persona, como vasco una profunda tristeza y como historiador una gran paradoja. El pueblo vasco está en el origen de Castilla y de la Corona de Aragón. Ahora parece que el pueblo vasco es algo ajeno a España, perdona la vida a España y se olvida de su grandeza. Es inmoral que en un momento en que el 50% de los ciudadanos sufre el nacionalismo terrorista el totalitarismo aparezca como solución a la pacificación, Eso es una paradoja macabra.
–¿Cree que el Gobierno está actuando en justa medida para poner freno a ese plan?
–El Gobierno español se lo ha tomado en serio. No hay una política de cesiones como en la época de la transición. No se puede contemporizar con la barbarie. Lo que lamento es que el PSOE, que debería tener casi la misma preocupación, no se le vea esa preocupación nacional por la cohesión de las tierras de España y juegue con fuego para desgastar al gobierno del PP. Esa actitud puede llevar al desastre, decapitar a Nicolás Redondo y no desautorizar declaraciones de apoyo al plan Ibarretxe de personas próximas a los socialistas vascos son cuestiones muy peligrosas.
–¿El voto nacionalista es un voto de terror o ideológico?
–Las elecciones en el PaísVasco están viciadas por falta de libertad,por el temor, por el amordazamiento que impone el terrorismo que limita la posibilidad de hablar. Con esa realidad, el voto nacionalista es un voto primitivo, ideológico y visceral del no a España. Es el voto del interés, del PRI, voto donde los intereses públicos y privados son muy grandes porque hay grandes redes de funcionarios y empresas trabajando en ello, son muchos los intereses económicos que hay detrás y es dífícil poder hacer cambiar la situación.
–La conducta de la Iglesia con respecto a la situación del País Vasco es difícil de entender.
_La Iglesia española le ha visto las orejas al lobo.Falta solidaridad con las declaraciones que sobre la situación vasca ha realizado la Conferencia Episcopal. La Iglesia en el País Vasco tiene una enorme responsabilidad en la divulgación del nacionalismo y en la falta de un sentimiento liberal y crítico respecto al nacionalismo. La Iglesia está anestesiando la conciencia liberal y ciudadana en aras de la mitificación de un pueblo vasco que no existe como tal pueblo porque lo que hay, al igual que en Cataluña, es un mestizaje de pueblos.
_¿Se cerró mal el proceso autonómico para que hoy se tenga esta situación?
_En el caso del País Vasco, a pesar de la generosidad que se tuvo, se hizo con el pensamiento de que sin el PNV no se podía cerrar el proceso y se erradicaría el terrorismo, pero ha persistido. El problema es ETA, PNV y parte de la Iglesia vasca con un mensaje claramente independentista.
_Es muy difícil de entender ciertas actitudes.
–Es tan fuerte la pasión nacionalista que apaga cualquier otra mirada.
_¿La ley de partidos está cumpliendo con los objetivos para los que se hizo y fue redactada en los términos adecuados?
_Está cumpliendo magníficamente su papel. Da energía y fortaleza a la democracia y define a quiénes no están en esta línea. Hubo voces agoreras, entre ellas los obispos vascos, que se opusieron a esta ley. Sin embargo, el resultado es que Batasuna está perdiendo fuerza y la sociedad no ha saltado a la calle. Si se hubiera aplicado hace 10 ó 12 años, para España hubiera sido mejor.
–¿Cree que hay otras formas posibles para combatir el terrorismo?
–Hay que actuar siempre con la ley en la mano y no pensando en hipotecar a España creyendo que así puede ser mejor para el desarrollo del país.
–¿En la Europa del siglo XXI, qué sentido tienen las autonomías?
_El Estado autonómico es un modelo de descentralización que trató de resolver el problema histórico que suponía el agobio centralizador y surgió un sarampión anticentralista. La gente relacionó autonomía con democracia y libertad.
Con el tiempo hemos visto malos ejemplos ya que frente a una España plural del 78, los nacionalistas han tratado de evitar el modelo democrático. Sobre todo por parte de Cataluña y País Vasco que precisamente son sociedades fruto de las corrientes migratorias.
–¿Es recomendable algún cambio?
–El problema es que las autonomías no tienen marcha atrás. El coste es muy elevado para las diferencias mínimas que hay entre comunidades y, por el contrario, se está fomentando la desunión, que es lo menos recomendable para afrontar Europa. La actitud autonómica de marcar diferencias entre ciudadanos y territorios puede debilitar al conjunto de España como país fuerte y unido en el contexto europeo.
–¿La Constitución del consenso no logró la unidad esperada?
_La Constitución, que fue una excelente solución para sentar las bases de la convivencia democrática en España tras el franquismo, ha tenido grandes virtudes y bondades. Pero ha sido un desastre a efectos de articulación territorial. El Estado de las Autonomías es un mamotreto que exige una profunda revisión y redefinición.
–¿Es partidario de su reforma?
_El gran artífice de la Constitución es la sociedad evolucionada y desarrollada que tenemos , que no quiere riesgos y sabe que el juego de las libertades requiere consenso. La Constitución no es el reflejo de un aspecto momentáneo, es la refundación de España.
No considero que la Constitución sea nada sagrado, pero no es el momento de tocarla y menos cuando hay peticiones para que se lleve a cabo la reforma que nacen de movimientos con una idea distinta de la España constitucional y están negando a España.