La Conferencia Episcopal evita colaborar con el Estado y sigue aferrada a un plan de reparación propio que se apoya en una comisión nombrada por ellos
«Es como poner al zorro a cuidar a las gallinas», apunta Miguel Hurtado, un referente entre las víctimas de los abusos en la Iglesia
«Las víctimas ya no pueden esperar más». Así de contundente se mostró el pasado otoño el defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, en una abarrotada sala del Congreso. Durante la presentación de la primera gran investigación oficial sobre la pederastia en el seno de la Iglesia, que recogió centenares de testimonios, el exministro avisó de que íbamos tarde en la reparación a quienes habían sufrido en sus propias carnes esta lacra. E hizo una serie de recomendaciones para intentar cerrar una herida que lleva décadas abierta. Pero un año después, sin embargo, las víctimas siguen esperando. La Conferencia Episcopal insiste en su propio mecanismo de reparación. Un plan que aún no se ha concretado y que no cuenta con el respaldo de los afectados.