El reconocimiento jurídico que aún espera la Iglesia católica en Turquía le permitiría «gozar de plena libertad religiosa y aportar una contribución mayor a la sociedad». Así lo ha recordado hoy Benedicto XVI al nuevo embajador turco ante la Santa Sede, Kenan Gürsoy. El Vaticano y el país de mayoría islámica tienen relaciones diplomáticas desde hace casi medio siglo.
«Confío en el hecho de que estas cordiales relaciones puedan hacerse más profundas y sólidas como resultado de la colaboración constante en muchas e importantes cuestiones que actualmente se presentan en los asuntos multilaterales», expresó el Papa en su discurso al recibir las cartas credenciales del diplomático.
Una oportunidad que ha aprovechado el Santo Padre para recordar con alegría la visita que realizó a Turquía en 2006 y renovar su aprecio por la calurosa acogida que se le brindó.
«Uno de los momentos sobresalientes de aquella visita fue mi encuentro con el Patriarca [ortodoxo] Bartolomé I en el Fanar –continuó el Papa ante el embajador Gürsoy-. En la República laica de Turquía, junto a la población musulmana predominante, las comunidades cristianas están orgullosas de desarrollar su propio papel, conscientes de su antigua herencia y de la significativa contribución que han dado a la civilización, no sólo de su país, sino también de toda Europa».
De hecho, «durante las recientes celebraciones del bimilenario del nacimiento de Pablo de Tarso, esta herencia cristiana se han convertido en punto focal de particular atención en el mundo», subrayó, haciéndose portavoz del aprecio de los cristianos por los progresos orientados a facilitar peregrinaciones y celebraciones litúrgicas en los lugares paulinos.
«En Turquía los católicos aprecian la libertad de culto que garantiza la Constitución y se alegran de poder contribuir al bienestar de sus conciudadanos, en particular a través del compromiso en la actividad caritativa y en la sanidad». Pero «para que estos dignos esfuerzos puedan prosperar», el Papa manifiesta su confianza en que el gobierno turco siga apoyándolos en lo necesario.
«Además, la Iglesia católica en Turquía aguarda el reconocimiento jurídico civil –manifestó Benedicto XVI-. Ello le permitiría gozar de la plena libertad religiosa y aportar una contribución mayor a la sociedad».
En sus palabras al embajador turco, el Papa ha reiterado la «estima a los musulmanes» y el «compromiso de la Iglesia católica para que progrese el diálogo interreligioso en un espíritu de respeto y de amistad recíprocos, dando testimonio conjunto de la sólida fe en Dios que caracteriza a cristianos y musulmanes».
No ha dudado en apremiar Benedicto XVI a que «este proceso conduzca a una mayor confianza entre personas, comunidades y poblaciones, en especial en las regiones turbulentas de Oriente Medio».
Como Estado democrático laico, entre Europa y Asia, Turquía goza de una posición adecuada para actuar como «puente entre el islam y Occidente y para brindar una contribución importante al esfuerzo de llevar paz y estabilidad a Oriente Medio», observa Benedicto XVI. Y asegura el apoyo de la Santa Sede a las iniciativas turcas al respecto.
«Como la historia ha demostrado frecuentemente, las disputas territoriales y las rivalidades étnicas se pueden resolver satisfactoriamente cuando las legítimas aspiraciones de cada parte se toman debidamente en consideración, se reconocen las injusticias pasadas y, si es posible, se reparan», recalcó.