La jerarquía de la Iglesia católica de Chile afirmó que es necesaria una nueva Constitución pero puso como condición de que no se legalice el aborto. Ante todo la oposición a los derechos de las mujeres.
La Iglesia católica de Chile, que se encuentra profundamente desprestigiada, vio la posibilidad de subirse a la ola de las manifestaciones callejeras reclamando una nueva Constitución, un debate que hoy atraviesa a toda la sociedad. Sin embargo, dejaron claro que la negación de los derechos de las mujeres es algo que no puede estar en discusión.
“Si no se hacen cambios profundos, estaremos hablando de maquillaje y volveremos a repetir la misma historia y el estallido va a ser igual de fuerte o mayor. La sociedad y los que están sufriendo están muy alertas, y no van a tolerar algo que no se sostiene”. Con estas declaraciones el administrador apostólico de Santiago, Celestino Aós, rompió el silencio de la Iglesia dentro del contexto de rebelión a nivel nacional. Sin embargo, mantuvo la impronta clásica de la institución al oponerse al derecho al aborto para las mujeres.
“Me cuesta entender que si la Constitución comienza diciendo que todas las personas tienen derecho a vivir, se legalice la muerte en un aborto. Me parecen importantes también las libertades de expresión y de culto. Tenemos derecho a que se respete nuestra expresión de fe y a que se respeten nuestros símbolos. La Constitución lo dice y lo debería decir una eventual próxima Constitución”.
Sin lugar a dudas, la situación del aborto en Chile es una situación insostenible. Son cientos de mujeres las que deben abortar clandestinamente justamente por estos “fenómenos estructurales” que impiden el acceso a educación sexual integral, acceso y desarrollo de diversos métodos anticonceptivos, fenómeno que lo único que hace es poner en riesgo la vida y la salud de cada una de estas mujeres.
Lo estructural definitivamente es que el aborto es una realidad. Y el problema es que más mujeres sigan muriendo, arriesgando su vida por un derecho que en Chile solo está despenalizado parcialmente en tres causales. La Iglesia debe sacar sus narices de la sexualidad del conjunto de las personas y de los asuntos del Estado.
La inclusión del aborto legal, libre, seguro y gratuito en una asamblea constituyente, libre y soberana es una tarea a la orden del día.