En medio del clamor contra la violencia y la delincuencia, las mentes más rancias de México se alzan contra la minifalda y el libro.
Melesio Cuen, rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, ese estado norteño conocido por la tranquilidad que le brinda un narcotráfico añejo, es el primero en percatarse de que "las faldas sumamente cortas que visten algunas estudiantes se convierten en una invitación a ser agredidas o molestadas". Así que las prohíbe en sus 56 escuelas de bachillerato. El semanario Desde la Fe, órgano de la Arquidiócesis (como aquí se llama) de México, abona la causa con un artículo titulado El pudor, que contiene sentencias como esta: "Si quieres evitar una agresión sexual, no uses ropa provocativa".
La Iglesia se muestra dispuesta a encabezar la cruzada. Héctor González, arzobispo de Durango, otro estado sumergido en la guerra del tráfico de drogas, asevera que "las mujeres se visten así para fomentar el morbo de los hombres". Para él, la recomendación de la Arquidiócesis se queda corta: a las minifaldas, les sumaría los escotes y, sobre todo, las aberturas de las faldas. Hombre al fin, suda al recordar aquella boda que ofició ante unas provocativas damas de honor, y exclama: "¿Qué honor con unas faldas abiertas hasta arriba? Y sentadas enfrente. No me quedó más que mirar hacia arriba, pero la vista es muy natural y las mujeres provocan".
Bajo un alud de protestas, la Arquidiócesis afirma que "algunos medios tergiversan el artículo al considerar una crítica social lo que es una orientación moral". Al final, y dentro de una cadena de enfrentamientos con grupos de izquierda, el arzobispo cierra la catedral y llama a la policía cuando un grupo de minifalderas irrumpe en el atrio con pancartas que recuerdan la cifra oficial de 6.000 feminicidios y las violaciones reiteradas de los derechos humanos de las mujeres.
A todas estas, al alcalde de la capital, Marcelo Ebrard, se le ocurre publicar el libro de texto Tu futuro en Libertad. Por una sexualidad y salud reproductiva con responsabilidad, con la aspiración incluso de que "sea incluido dentro del plan de estudios de secundaria en toda la República Mexicana". Pero el Ministerio de Educación Pública lo prohíbe: se ha saltado todos los controles y, de entrada, debería eliminar el "mensaje político" implícito desde el título.
Mientras el alcalde piensa distribuir el libro en el metro y en la puerta de las escuelas, como si fuera droga, varios de los autores del texto denuncian que el ministerio no solo autorizó, sino que imprimió y distribuyó para primero de secundaria dos millones de ejemplares de Sexualidad y salud humana", un engendro de la derechista Red Familia que niega la diversidad sexual, señala la abstinencia como única vía para evitar el sida, o asegura que algunos anticonceptivos provocan cáncer.
Aunque lo mejor en medio de las tormentas de agosto fue el banderazo de salida que el gobernador de Puebla –Mario Marín, conocido como el gober precioso por su conversación telefónica con un pederasta– dio a los camiones que iban a distribuir los libros de texto por todo ese estado. Los camiones estaban vacíos.