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Uno de los objetivos y justificaciones de la conquista en América fue la evangelización de los indios. Desde Castilla llegaron, junto con los conquistadores y colonos, una multitud de frailes para cumplir con el objetivo de evangelizar a unos seres a los que se consideraba como salvajes y a los que, por lo tanto, había que llevar la religión cristiana.
La labor evangelizadora fue protagonizada por las órdenes religiosas. Los franciscanos y dominicos fueron los principales protagonistas, así como la Compañía de Jesús. Estas órdenes y la Compañía predicaron y ejercieron una función educadora, de formación e implantación de la cultura europea. Emplearon todo tipo de medios para cumplir su misión, como el manejo de las propias lenguas autóctonas, que aprendieron, traduciendo a ellas los textos sagrados, pero, también procuraron e intentaron una labor de aculturación, asimilando algunas deidades indígenas al santoral católico.
Los frailes adoptaron una postura muy contemporizadora con los indios y salvaguardaron algunos rasgos de las culturas autóctonas, siempre y cuando no chocasen con los principales dogmas y valores católicos. Los frailes fueron los principales defensores de los indios frente a la explotación que comenzaron a sufrir desde el primer momento de la conquista. Destaquemos, en ese sentido, la labor de Bartolomé de las Casas. Denunciaron las situaciones de mayor explotación y, en algunos casos, llegaron a montar verdaderas sociedades paralelas, en zonas no controladas por los colonos y donde era más fácil proteger a los indios. Así surgieron las conocidas como reducciones.
Las reducciones eran unos pueblos con un plano organizado en cuadras (manzanas), con una plaza donde se situaba la iglesia, el hospital, la escuela y otros edificios comunes. Después, estarían las viviendas de los indios, los talleres, almacenes, graneros, establos, etc.. Los indios cultivaban la tierra y comercializaban el grano y los productos cosechados. La tierra era común, aunque se repartía en lotes para el trabajo. En los intercambios internos se empleaba el trueque. Para organizar y administrar la comunidad se establecían asambleas que nombraban a los alcaldes y regidores, además de reunirse para tomar las decisiones más importantes. Sobre este sistema se encontraría la tutela de los religiosos, además de encargarse de las tareas religiosas y de enseñanza. Las reducciones más famosas fueron las organizadas por los jesuitas en el Paraguay, en una región fronteriza, en la actualidad, entre este país, Brasil y Argentina. El éxito organizativo y económico de las reducciones provocó la oposición de los criollos porque consideraban que los productos de las reducciones constituían una competencia desleal al no pagar impuestos y porque se encarecía la mano de obra, ya que muchos indios optaban por ir a vivir a las reducciones donde eran más libres y mejor tratados que en las plantaciones. Además, los criollos estaban en contra de las reducciones al que acusaban de revolucionarias al optar por un sistema comunitario de vida y organización política y económica. Los jesuitas se emplearon en la defensa de sus reducciones frente a estas críticas y frente a los traficantes de esclavos. Pero cuando se produjo la expulsión de los jesuitas de España y de sus colonias a mediados del siglo XVIII, las reducciones fueron destruidas.