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La esquizofrenia cardenalicia y el pensamiento acientífico: derechos humanos, prostitucion y aborto en la mujeres prostituidas

A causa de la esquizofrenia cardenalicia, la sociedad española no consigue tener derecho sobre sus propias decisiones y sobre todo las mujeres.

Desde los del homo Sapiens hasta nuestros días, la Humanidad ha ido adquiriendo y desarrollando mayores grados de civilización, si bien éstos, en su mayoría, han privilegiado los avances tecnológicos en función de los más fuertes y en detrimento de los más débiles y desfavorecidos.

El resultado inevitable de esta desigualdad programada fue la reacción de una sociedad de clases, que persiste idéntica a lo largo de los tiempos en todos los países, sin que los distintos matices culturales, políticos, o sociales modifiquen el sustrato de predominio de poder, teniendo todos las religiones como soporte ideológico en defensa del poder dominante.

En el mundo occidental, y a lo largo del tiempo, se han organizado medidas contra esta perversa situación, unas de iniciativa popular, de resistencia, revoluciones y otras legislativas más acordes con los Derechos Humanos, aunque estos últimos, a pesar de representar una garantía para la defensa de las personas, están muy lejos de ser cumplidos por quedar bajo el dominio de su propio interés.

Un ejemplo paradigmático de esta desigualdad permanente, tanto laica como  religiosa, lo tenemos en el caso de las mujeres, históricamente excluidas y menospreciadas tanto por la cultura laica como por el hombre de educación patriarcal (con profundas raíces en el Lejano, Medio y Próximo Oriente, en las antiguas Gracia y Roma con sucesión en la religión hebrea y, sobre todo, en el cristianismo español).

A causa de la esquizofrenia cardenalicia, la sociedad española no consigue tener derecho sobre sus propias decisiones y sobre todo las mujeres. El pensamiento enfermizo: “Ser  para esperar todo después de la muerte  y no Ser nada en la propia vida” enfatizar lo no nato y, a su vez, despreciar la vida real supone una labor de inducción psicológica sobre la humanidad para que permanezca en una ignorancia sostenida bajo esas visiones, inexplicables, de pensamientos mágicos como son fe religiosa y la vida después de la muerte, aumentando así la segregación de género.

La prostitución, último reducto de la esclavitud

Actualmente de entre las conquistas de las mujeres, obra del feminismo militante, ha quedado marginada la prostitución, único reducto de esclavitud que persiste con la  complicidad de los Estados y con la aceptación y tolerancia de la sociedad. Esta situación debería ser de preocupación prioritaria para las mujeres. Siguiendo con el método socrático de la interrogación podemos descubrir más incoherencias.

¿Quién se nutre de la prostitución? ¿Quiénes la consumen? ¿Quiénes se benefician de la prostitución? Ni social ni institucionalmente estas preguntas han sido seriamente planteadas. Las mujeres en situación de prostitución carecen de la consideración de personas, son consideradas como mercancías de uso, pero únicamente de uso para los hombres que compran sus servicios. ¿Qué clase social nutren las filas de la prostitución? Evidentemente, las mujeres de la clase social más desfavorecida-marginalidad en todos sus aspectos- y explotada por las mafias internacionales que encuentran en este comercio criminal de personas un beneficio de tal magnitud que constituye el segundo negocio internacional tras el de las armas y el narcotráfico. Parece ser que la Magdalena estaba en una parecida situación y esto sirve para aplicar romanticismo a la prostituida y beneficio al prostituidor.

¿Qué papel juegan las mujeres, mercancía, en esta esclavitud comercial? Privadas de cualquier derecho humano, explotadas sexualmente, sometidas a todas las violencias, a todas vejaciones, las mujeres prostituidas constituyen una subclase dentro de la jerarquía social, despreciada y despersonalizada, tanto por los usuarios, sus explotadores, como por la sociedad que las ignora.

¿Quiénes consumen prostitución? La respuesta no requiere ninguna enumeración. Los usuarios son potencialmente todos los hombres, sin diferencia de clases o condición personal o moral. Cualquier hombre considera su derecho a comprar los servicios sexuales de una mujer prostituida, más cara o más barata según su poder adquisitivo, como harían con cualquier otro objeto en venta. ¿Algún prostituidor se plantea que estas mujeres son personas, no solamente cuerpos para su placer? ¿Se pregunta qué situación la ha impulsado a ejercer la prostitución? ¿Son conscientes de estar participando en una actividad  que no es otra cosa que “esclavitud” en la que ellos son los esclavistas y las mujeres las esclavas?

Para justificar la hipocresía que pretende hacer de la prostitución una actividad laboral como cualquier otra, la sociedad, indiferente o interesada, difunde la falacia de que las prostituidas lo son voluntariamente, por conveniencia venal, de forma que no hay lugar a planteamientos morales y por ende, nadie es culpable ni cómplice de esta esclavitud tan indiferentemente consentida.

¿Quiénes se benefician de la prostitución? Evidentemente, todos los que la promueven, todos lo que la consienten: proxenetas, dueños de clubs de alterne, medios de comunicación que callan la auténtica raíz del problema y, en último término, los Estados que, por omisión, la permiten, convirtiéndose ellos mismos en cómplices de la máxima violación de los Derechos Humanos contra las mujeres.

Derechos humanos e internacionalización de la prostitución

El artículo 4 de los Derechos Humanos dice: “Nadie será sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidos en todas sus formas”.

El incremento e internalización constante de la prostitución, fruto de la impunidad de las mafias, muestra la dimensión del negocio que genera. Para mantener esta actividad criminal, la sociedad, por indiferencia o por el interés de seguir disfrutando de la facilidad de comprar los servicios sexuales de las mujeres, se muestra de acuerdo con la posibilidad cómplice de las autoridades, civiles y religiosas. La razón residiría en el hecho de que dos de ellos se benefician de la explotación sexual y personal de las mujeres prostituidas y esclavizadas por la trata de personas ejercida por las mafias.

Con el fin de mantener tan lucrativo negocio e impulsado por las instituciones se extiende cónicamente entre la sociedad la necesidad de regularizar la prostitución. Se alega para justificar esta propuesta, que por la regularización, se protege a las mujeres, otorgándoles un estatus laboral legal y para inculcar esta idea, se manipula el lenguaje, con la denominación de “trabajadoras del sexo”.

Igualmente los dueños de los prostíbulos, convertidos en empresarios legales, pagarían los impuestos correspondientes al fisco, asimismo beneficiario de forma que la explotación de las mujeres prostituidas pasaría de ser una actividad empresarial, desaparecida ya su condición de explotación esclavista, hipócritamente convertida en “ trabajo” libre y consentido por las mujeres que la padecen.

Si recurrimos al argumento de los proxenetas donde muestran su hipocresía reclamando el derecho a la salud por la sanidad pública ante la necesidad de protección para las mujeres de la prostitución por el alto riesgo que corren, no se les ha visto reclamar con la Marea Blanca.

Ahora, ante la ley de Gallardón contra la interrupción voluntaria del embarazo, aquí no ven riesgo alguno, cuando, precisamente, serian el colectivo más afectado ante todas las limitaciones y condenas que la ley impone. Que situaciones tan irracionales, hasta dónde puede llegar el pensamiento esquizofrénico. Esto podría cambiar si la sociedad se viera apoyada por argumentos científicos -lógicos- que pudieran demostrar y tumbar las inducciones mágicas de la esquizofrenia cardenalicia y, a su vez, concienciar de ello a la sociedad, que la sociedad vea con claridad hasta qué punto está manipulada. Hoy en día, la comunidad científica tiene alto conocimiento sobre donde empieza la vida y donde termina, tiene la responsabilidad de hacer pedagogía de la ciencia con el fin de debilitar la ignorancia social.

Frente a la regularización, abolición de la prostitución

Frente al muro de intereses que defiende la regularización se opone la abolición de la prostitución, no únicamente como medida de regeneración social, sino por estricta justicia y puesta en práctica de los Derechos humanos.

¿Es comprensible que sociedades, pretendidamente civilizadas, acepten con normalidad que se pueda comerciar con seres humanos, manteniendo sus conciencias en paz? ¿Es comprensible que no solo se compren los servicios sexuales de las mujeres en prostitución, pero que además se las desprecie, se la humille, que sea objetos de todas las vejaciones y que el machismo de los restituidores alardee de sus hazañas miserables y que sean comprendidas cuando no admirados por ello?

¿Es posible que sociedades que rechazan la esclavitud, el colonialismo, que rechazan la guerra, el racismo, la xenofobia, la pederastia y tantas y tantas ignominias, sean tan indiferentes cuanto se trata de violar los Derechos Humanos de los pobres, de los más débiles socialmente?

Las mujeres de la “Casa X”, Malcolm Venville.

Barrio de Vasconcelos, México.

“Justo en el centro del barrio se encuentra la Casa Xochiquetzal, el primer refugio para prostitutas institucionalizado, reconocido por el Estado en la región de América Latina. Sin embargo, el surgimiento de este espacio no fue producto de la casualidad, la chispa decisiva para su creación se dio en Carmen Muñoz quien –luego de pasar una noche por las calles oscuras de la Ciudad de México en busca de clientes– se encontró con dos colegas suyas durmiendo en la calle, cubiertas con periódicos. Ambas tenían aproximadamente dos tercios de su vida de casi 60 años dedicadas a trabajar en las calles. Sus familias y la sociedad las habían dejado en el olvido, abandonadas a su suerte.

Así con esta historia de casi cuarenta años de dar servicio a carniceros, porteros, recolectores de basura e incluso a delincuentes, Carmen se enfrentó a la triste realidad del retiro por la dolorosa vía del olvido. Fue así que decidió enfrentar a su propio destino y al de la mayoría de las mujeres de su profesión e iniciar una lucha por la dignidad de todas ellas, organizando a sus compañeras y liderando un grupo que decidió encontrar un hogar en el cual pudieran pasar sus últimos días en un ambiente de seguridad y calidez.

Resumiendo tan compleja situación podríamos afirmar que en las propuestas de regularizar o abolir la prostitución reside la verdadera respuesta: dinero contra justicia, egoísmo indiferente frente a Derechos Humanos. Una vez más, abuso del poder sobre la razón humana.

La abolición es la única solución.

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