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La escuela española enseña que Dios ha intervenido en la Historia

La escuela pública española enseña a los niños que Dios ha intervenido en la Historia y que los libros del Antiguo Testamento recogen hechos reales. Esos disparates forman parte del currículo de la asignatura de religión católica, una imposición del Vaticano en unos acuerdos con España que ningún Gobierno democrático ha cuestionado en décadas y de cuya denuncia los socialistas sólo se acuerdan cuando están en la oposición. El Concordato supone en la práctica que todos los españoles pagamos el adoctrinamiento de los niños en el catolicismo en una enseñanza pública que debería ser ideológicamente neutral y laica.

El currículo oficial de esa asignatura, publicado ayer en el Boletín Oficial del Estado, demuestra que estamos ante una versión modernizada de la llamada Historia Sagrada, algo propio de otras épocas y de la catequesis, pero que nunca debería entrar en la escuela. Parte de fantasías como que “Dios ha creado al ser humano para que sea feliz en su relación con Él” y de la falacia de sin esa asignatura no se puede conseguir el desarrollo de la persona. “La educación de la dimensión religiosa es parte fundamental para la maduración de la persona. No podría existir una formación integral y, por tanto, una educación de calidad, si no se permitiese el desarrollo de todas las dimensiones inherentes al ser humano, entre las cuales se encuentra la religiosa”. No existe, por supuesto, ninguna prueba que respalde tal afirmación.

Aún preocupándome ese punto de partida, lo que me molesta más es la falsedad sistemática de los contenidos, basados en la creencia de que la Biblia narra hechos históricos. “La Biblia narra lo que Dios ha hecho en la Historia”, sentencian los autores del currículo. No llegan a sostener que los relatos de la Creación y el Paraíso sean reales, pero sí dicen que ocurrieron los hechos que se atribuyen a los llamados Patriarcas. “Todo este acontecer histórico de la manifestación de Dios -se refiere a la historia de Abraham y del pueblo judío- está recogido en los libros sagrados de la Biblia”, se explica en el BOE, donde se añade que esos textos recogen “las diferentes intervenciones de Dios en la Historia”.

Esta rendición de la escuela española al pensamiento mágico es consecuencia de una Transición en la cual, en vez de dotar al país de un sistema educativo público de verdad, se integraron en el existente los colegios religiosos bajo la figura de la concertación. Por eso pagamos con dinero de todos centros religiosos como si fueran públicos y, por si eso fuera poco, costeamos el adoctrinamiento infantil en el catolicismo por clérigos o delegados de éstos que falsean la Historia y enseñan como hechos reales fantasías elaboradas con fines propagandísticos hace más de 2.500 años. Mentiras.

“Hacia el final siglo VII aC, durante unas pocas décadas extraordinarias de ebullición espiritual y agitación política, un grupo inverosímil de funcionarios de la corte, escribas y sacerdotes, campesinos y profetas judaítas se unió para crear un movimiento nuevo cuyo núcleo fueron unos escritos sagrados dotados de un genio literario y espiritual sin parangón, un relato épico entretejido a partir de un conjunto asombrosamente rico de escritos históricos, memorias, leyendas, cuentos populares, anécdotas, propaganda monárquica, profecía y poesía antigua”, recuerdan los historiadores Israel Finkelstein y Neil A. Silberman en La Biblia desenterrada. En la España del siglo XXI, esas fantasías propagandísticas judías forman parte de la enseñanza pública.

Si alguien quiere educar a su hijo en la mentira, que lo haga, pero que se lo pague él. Si la Iglesia quiere adoctrinar a los niños, que corra ella con los gastos y lo haga en los templos. La escuela ni debería propiciar la mentira ni está para crear siervos de ningún dios. Sería deseable, eso sí, que el currículo escolar incluyera una asignatura de historia de la religiones, no de catequesis como ahora.

 

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