La División Azul, españoles voluntarios en el ejército de la Alemania nazi, rindió homenaje el pasado viernes a sus caídos en la batalla de Krasny Bor en la Basílica del Pilar de Zaragoza. Para la ocasión, la Virgen del Pilar vistió un manto con el escudo de la División.
Una prenda que fue regalada en 1961 por miembros de la División Azul al elegirla como patrona de los divisionarios. Un manto que en su decoración incluye bordados con simbología fascista como el yugo y las flechas de Falange Española, además de cuatro cruces de hierro, símbolo que utilizó el ejército nazi como condecoración. La homilía en Zaragoza tiene lugar desde ese año, y así, todos los viernes posteriores al 10 de febrero, aniversario de la batalla de Krasny Bor, la Basílica del Pilar celebra una misa en honor a los 4000 españoles “caídos” que lucharon en el ejército nazi.
La batalla de Krasny Bor se enmarca dentro del cerco de Leningrado, uno de los episodios bélicos más crueles que haya protagonizado la humanidad. Hemos de recordar que la División Azul colaboró voluntariamente de los hechos allí sucedidos.
Adolf Hitler, no deseaba un enfrentamiento en una ciudad muy protegida por el ejército soviético. Tampoco quería mantener, tras la conquista, a una población tan vasta como la de Leningrado, que alcanzaba en 1941 los tres millones de habitantes. Para evitar ese gasto ordenó el sitio de la ciudad, así como que se dejara morir a la población de hambre y de frío. El sitio duró aproximadamente 900 días, en los que fallecerían más de un millón de civiles. Un cerco que provocó episodios de escasez y hambre que llevarían incluso a la antropofagia dentro del núcleo urbano.
En esta atrocidad colaboraban los voluntarios de la División Azul a los que se homenajea en la Basílica del Pilar, sin que Arzobispado de Zaragoza ni Ayuntamiento de la ciudad pongan ningún inconveniente para esta celebración.
Un acto vergonzoso que desde el Arzobispado tratan de ocultar en sus programaciones de homilías y su agenda diocesana, pero que es visible a todo ciudadano o feligrés que se acerque a la Basílica del Pilar uno de esos viernes en los que la Virgen es engalanada con el yugo y las flechas, amén de unas cruces de hierro, para homenajear a unos soldados, que lo fueron, del ejército nazi.
Un acto que se suma a otros que vulneran la Ley de Memoria Histórica en Aragón, como el que leíamos ayer sobre la placa que homenajea a fascistas en Balbastro, así como simbología y nomenclatura de calles y plazas que continúan exaltando el fascismo en nuestros barrios y pueblos y que deberían ser erradicados en cumplimiento de dicha Ley.
Hace algo más de dos años, el Ayuntamiento de Zaragoza retiraba la medalla de la ciudad y el título de alcalde perpetuo y honorífico, concendidos en 1938 y 1941, a Ramón Serrano Súñer, ideólogo del régimen franquista y reconocido defensor de la Alemania nazi.
En esa ocasión, el consejero municipal de Cultura, Jerónimo Blasco, aseguraba que revisarían si había más casos similares a ese en todas las medallas y nombramientos de este tipo y con contundencia afirmaba: “hay que ir hasta el final, ser coherentes y quitar las distinciones a gente que apoyó una dictadura y que no merece estos títulos”.
Cabe pensar que, pese a que la celebración de la misa, así como el patronazgo de la Virgen a la División Azul, dependa directamente del Arzobispado, dada la vehemencia del consejero Blasco, el Ayuntamiento debería ser “coherente”, y trabajar conjuntamente con las autoridades eclesiásticas por “quitar las distinciones a gente que apoyó una dictadura” y que evidentemente, no merece ningún homenaje.
Así mismo deberían actuar todos los organismos públicos que, en ocasiones, conocen la vulneración de la Ley de Memoria Histórica, la consienten e incluso llegan a defenderla sin pudor.
Por el respeto que merecen las víctimas.