El debate sobre el aborto hace aflorar la división en el episcopado de Estados Unidos. Incluso a pesar de la petición del cardenal Ladaria, que el pasado 7 de mayo instó a los prelados a mantener la unidad. Pese a sus esfuerzos, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe no pudo evitar la carta que enviaron hace unos días más de 60 obispos y cardenales estadounidenses a Mons. José Gómez, arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos para pedirle que en la asamblea plenaria de primavera no se lleve a debate la cuestión de la comunión de los políticos católicos proabortistas.
Tras recibir lo que el National Catholic ha calificado como “una carta sin precedentes”, Gómez, ajeno a las presiones, ha explicado en un memorando el procedimiento seguido para someter la cuestión a votación durante la reunión virtual del 16 al 18 de junio. Este flujo de mensajes de ida y vuelta se produce en medio de un debate cada vez más tenso entre los obispos sobre los políticos católicos que apoyan el mantenimiento del aborto legal y sobre si se les debe negar el acceso a la Eucaristía.
Las discrepancias han dado pie a diferentes posicionamientos que ponen de relieve la falta de consenso entre los prelados. Algunos, como por ejemplo el arzobispo de San Francisco, Mons. Salvatore Cordileone, se han mostrado partidarios de defender la “sana doctrina católica” sobre el aborto y la comunión. “Estoy profundamente apenado por la creciente acritud pública entre los obispos y la adopción de maniobras a puerta cerrada para interferir con los procedimientos aceptados, normales y acordados de la USCCB”, ha afirmado el prelado.
Por otro lado están los que rechazan la doctrina católica y afirman que se puede ser proabortista y comulgar al mismo tiempo. Finalmente, también hay los que creen, al igual que el cardenal Ladaria, que es más importante la unidad de los obispos que el servicio a la verdad en esta materia. Si bien el prefecto de Doctrina de la Fe planteaba la necesidad de que todos los obispos se pongan de acuerdo sobre lo que la propia Iglesia ha enseñado repetidamente en las últimas décadas, las fuertes discrepancias de los últimos días parecen indicar que tal cosa, por ahora, no es posible.