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La dirigente del PCE a la que el acoso de la Iglesia para bautizarla hizo que se arrojara desde la terraza de la prisión

Matilde Landa prefirió morir a bautizarse en el día que el franquismo iba a “convertirla” al catolicismo.

Matilde Landa es considerada uno de los símbolos más significativos del movimiento de las mujeres contra la dictadura franquista. Fue condenada a muerte tras  recorrer España levantando la moral de los republicanos en el frente. Recorrió barricadas y escenarios de la guerra civil a pesar de que no era miliciana aunque recibió instrucción militar en Madrid. Su rifle tenía forma de palabra y sus bombas eran sus ideas de firme compromiso comunista.

De familia librepesante, no fue bautizada

Extremeña de Badajoz, Matilde tenía poco más de 30 años cuando los golpistas se alzaron en armas contra la II República. Pertenecía a una familia de clase acomodada pero liberal de Badajoz. Hija del abogado krausista Rubén Landa Coronado, sobrino a su vez de la escritora Carolina Coronado y de Jacinta Vaz Toscano, que habían contraído matrimonio civil en 1886 -algo muy infrecuente por entonces- en Porcel (Portugal). El padre estaba muy relacionado con la Institución Libre de Enseñanza y con su cofundador Francisco Giner de los Ríos. Tuvo dos hermanas: Aida y Jacinta (fundadora con José Castillejo de la Escuela Internacional y, posteriormente, de la Escuela Plurilingüe, ambas en Madrid) ​y un hermano, Rubén, catedrático de filosofía, pedagogo y amigo de Antonio Machado. Los tres fallecieron en el exilio en México.

Sus padres, librepensantes, decidieron que Jacinta que Matilde no recibiera el bautismo cristiano. Ese fue su gran pecado y motivo del acoso que recibió hasta culminar con su muerte en la prisión de Mallorca tras pasar antes por la cárcel madrileña de Las Ventas.

Activista en el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo

Se casó en 1930 con Francisco López Ganivet, militante comunista y sobrino del escritor y diplomático Ángel Ganivet, uno de los pioneros de la Generación del 98 y que durante la Guerra Civil sería capitán del V Cuerpo del Ejército Republicano, Matilde fue una destacada militante y dirigente del Partido Comunista de España, su otro gran “pecado” para los franquistas. Era miembro del Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, organización feminista y popular de inspiración comunista que presidía Dolores Ibárruri. También perteneció al Socorro Rojo Internacional (SRI), colaborando en apoyo a los prisioneros comunistas y asistiendo a quienes se encontraban en situaciones de necesidad. Desde el cuartel general de las Brigadas Internacionales fue muy activa acudiendo a numerosas zonas del frente como Albacete, Madrid, Extremadura, Aragón, Córdoba y, muy especialmente, estuvo presente en el avance de las tropas rebeldes sobre Málaga en tareas de evacuación de la población en febrero de 1937.

Recorre el frente de la Guerra Civil animando a los soldados republicanos

Tuvo un activismo relevante para llevar información a los soldados republicanos en distintos escenarios de la guerra en España. Sus alocuciones sirvieron para animar a las tropas republicanas que batallaban en el frente. Toda esta intensa labor militante, a pesar de su enfermedad pulmonar, obligó a Matilde a enviar a su hija Carmena a la Unión Soviética en el verano de 1938. 

Matilde Landa

Detenida e incomunicada en prisión

Tras finalizar la Guerra Civil con el triunfo de los sublevados franquistas, fue detenida y aislada e incomunicada durante casi seis meses. La condenaron a la pena capital y se la llevaron presa a la cárcel madrileña de Las Ventas. Conmutada la pena de muerte la trasladaron a otra prisión, la de Mallorca, una de las más terribles y temidas prisiones de mujeres por su masificación, la pésima alimentación y las condiciones de las reclusas.

Fue allí donde la Iglesia la acosó para que se bautizara destacando las presiones crueles de las militantes de Acción Católica. Tal fue el acoso sobre Matilde y la coherencia y solides de sus convicciones que justo el día en el que la iglesia decidió “reconvertirla” y bautizarla a la fuerza, ella optó por el suicidio. Matilde se arrojó desde la terraza de la prisión y falleció. En una carta que dejó para su hija Carmen.  A pesar de ello, su deseo de no recibir el sacramento no fue respetado y la bautizaron “in articulo mortis”. En su celda se hallaron tres libros: las poesías de Bécquer, escritos de Santa Teresa y las obras de Quevedo.


También dejó escrita una última carta a su hija con este texto: “Hoy es el gran día, dicen. Doña Bárbara, otras señoras de Acción Católica y las monjitas andarán relamiéndose con el triunfo. El dolor del pecho no me deja pensar, Carmencilla; pero no creo que el aceite alcanforado alivie mi sufrimiento, porque otro dolor, más hondo, es el que me acucia (…)”.

Poema de Miguel Hernández

Matilde Landa había conocido durante la guerra, en 1938, al poeta Miguel Hernández.El alicantino, admirado por su personalidadle dedicó esta poesía:

A Matilde

“En la tierra castellana

el castellano caía

con la voz llena de España

y la muerte de alegría


Para conseguir la libertad de sus hermanos

caen en los barbechos los más nobles castellanos.


No veré perdida España

porque mi sangre no quiere.

El fascismo de Alemania

junto a las encinas muere.


Para hacer cenizas la ambición de los tiranos

caen en las trincheras los más nobles castellanos.


Españoles de Castilla

y castellanos de España

un fusil a cada mano

y a cada día una hazaña”.

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