Hace unos días terminó el Tercer Congreso de Pensamiento Ateo. Todo un éxito por asistencia y expositores de primer nivel. En esta versión, el evento se centró en la defensa de los derechos civiles. La conclusión transversal fue que debemos reponer la impronta laica al Estado y a las políticas públicas de nuestro país.
Los organizadores, la fundación Sociedad Atea de Chile, estamos ocupando desde hace unos 4 años un lugar vacío en el espacio público. Este terreno es la defensa del laicismo. Zona que en décadas pasadas ocupó con fuerza la masonería, el partido radical e instituciones autodenominadas laicas, con valores republicanos. Todos actores que hoy están pasivos o han perdido influencia. La derecha desde su acaudalada vereda se ha aliado a las cúpulas conservadoras de la Iglesia católica y facciones de la Iglesia evangélica para oponerse a toda costa al Estado laico.
Mientras que dentro de la Nueva Mayoría roncan fuerte los “valores cristianos” de la Democracia Cristiana, con timidez y dificultad hablan de laicismo en el partido radical, en sectores del partido socialista, en parte del PPD, el PRO, el MAS, PC y la Izquierda Ciudadana. Sólo los movimientos Revolución Democrática y la Izquierda Autónoma, junto al Partido Liberal, realizan un esfuerzo notable por recuperar el Estado laico.
En este panorama cuesta entender que la Corporación Educacional Pedro Aguirre Cerda, Cepac, que arrendó su auditorio para el Congreso de Pensamiento Ateo, se haya aprovechado económicamente del congreso. Se dio el lujo de duplicar el valor del arriendo a días del evento, además de discriminar a la fundación por “ser ateos”. A tal punto llegó su recelo que nos obligaron a firmar un contrato donde explicitaron que no usáramos la palabra “ateo” para difundir nuestro congreso y que no dijera “Cepac” en la web del evento.
No hay laicos de primera y segunda categoría. Soy ateo y soy laico. Tal vez más y mejor laico que estos boicoteadores interesados en el dinero y en el “qué dirá la gente” antes que en el avance y la difusión del laicismo. Nuestra ética y moral laicas deben estar por sobre pequeñeces, como querer aprovecharse del poco dinero que tiene una fundación.
Los laicos tenemos que remar para el mismo lado en este momento de cambios. El proceso constituyente ya entró en tierra derecha con la creación del Consejo de Observadores Constitucionales, los diálogos ciudadanos y otras instancias complementarias a la nueva constitución. En esta conversación de todo el país, donde se debe dar espacio a todas las sensibilidades, miradas y sectores me pregunto: ¿quién defenderá el laicismo?, ¿y quién está realmente interesado en tener un Estado laico?
Los esfuerzos se tienen que concentrar. Los defensores del laicismo debemos unirnos para que esta oportunidad única que nos ofrece la nueva constitución no sea desaprovechada o continúe el desequilibrio y los abusos de la Iglesia católica y su fuerte lobby que tiene tentáculos tan influyentes. Somos muchos los que queremos un Chile igualitario, sin discriminaciones, donde los credos tengan los mismos derechos y deberes que el mundo civil no creyente. Si aún hay organizaciones que se hacen llamar “laicas”, como es el caso de Cepac, que discriminan a quienes luchamos honesta y desinteresadamente por tener un real Estado laico, entonces no vamos a llegar muy lejos.