El 14 de septiembre del 1961 tuvo lugar en Vigo un episodio que sigue consternando a una gran parte de la población: En presencia del dictador y rodeado de las “fuerzas vivas” de la época: falangistas, militares, curas y estómagos agradecidos, se procedió a la inauguración de un monumento –en forma de cruz- cargado de simbología fascista y un sarcófago sobre el que se celebrarían actos de exaltación religioso-fascista, conocida a partir de entonces como la cruz de O Castro.
El obispo de la diócesis, fray José López Ortiz, bendijo aquel adefesio de doce metros de altura, declarado como homenaje a los “caídos por dios y por la patria y la división azul”.
El lugar escogido para su emplazamiento fue el denominado monte de “O Castro”. La zona pasó a denominarse “Plaza de la División Azul”. Al monumento se accede a través de una artística escalinata de dos tramos. En el intermedio figura simbología militar (alto relieve con los escudos reglamentarios de Marina, Tierra y Aire), enfrente y a un nivel inferior estaba una zona militar (cuartel de San Sebastián), donde posteriormente se construyó la Casa Consistorial. Y ahí permanece, la cruz de O Castro, como una espada clavada en el corazón de nuestra ciudad y en nuestros corazones para mayor gloria del alcalde Abel Caballero Álvarez, influyente miembro del PSOE.
La resistencia
Con la primera corporación democrática de 1979, con una composición muy heterogénea, presidida por el alcalde Manoel Soto Ferreiro, del PSOE, se dio el primer intento de derribarla, a petición de tres concejales del PCE; pero la negativa del PSOE fue rotunda, lo que dio pistas de su posterior postura en este tema. En el año 1981 la cruz fue despojada de los atributos fascistas pero ahí permanece, para demostrarnos que cruz y espada siguen yendo juntas. Advertencia para una sociedad que año tras año se va desentendiendo del problema que le acecha.
Cabe preguntarse: ¿Cuáles son las causas?
Uno de los motivos está en la alternancia del poder local entre PSOE y PP. En cuestiones de memoria histórica cierran filas y tienen el mismo comportamiento; IU y BNG se estrellan contra ese muro. Se entiende bien la actitud del PP, pero no contábamos con un PSOE que se iba a olvidar de tantos socialistas asesinados tras el golpe militar fascista de 1936 y que siguen sin ser reconocidos como se merecen.
Sabiendo quiénes somos y dónde estamos, decidimos seguir la ruta que teníamos acordada, a saber:
- Petición al Ayuntamiento de Vigo del derribo del monumento, obteniendo como respuesta el silencio.
- Presentación en el Registro de 4.046 firmas de la ciudadanía viguesa demandando el derribo, entre las que también figuraban las de Carmela Silva (PSOE) –entonces teniente de alcalde– y cuatro concejales de su grupo. Actualmente es la Presidenta de la Diputación de Pontevedra.
Ante el silencio administrativo recurrimos a los tribunales. El juez de primera instancia determinó la retirada de la cruz (en septiembre de 2014), pero el alcalde Abel Caballero recurrió al Tribunal Superior de Galicia y unos meses más tarde (febrero 2015) allí dictaron sentencia tres jueces (dos hombres y una mujer): la juez dictaminó la retirada, pero los jueces decidieron mantenerla.
La contradicción entre el juez de primera instancia y el Tribunal Superior de Galicia cayó tan mal que la mayoría de quienes habían suscrito la campaña de retirada de la cruz optó por recurrir al Constitucional. Así se hizo, a través de una suscripción popular, no siendo admitida a trámite. Y ahí finalizó el recorrido jurídico.
¿Hay esperanza? Sin duda.
Tanto las hijas e hijos de asesinados como las nietas y nietos e, incluso ya ¡las bisnietas! que siguen buscando a sus seres queridos, están fortaleciendo nuestra tarea. Margarita Caballero Calleja, finada en febrero de este mismo año a los 95 años, dejó para la posteridad una gran reflexión al contestar a un periodista de la cadena CNN-plus lo siguiente: “Soy católica practicante pero cuando paso por aquí no encuentro a Dios; solo recuerdo a un asesino que llenó de sangre esta tierra”.
Fosas comunes y desapariciones forzadas
En los cementerios de Vigo sí están documentados, tanto los “paseados” como los asesinados tras juicios sumarios. Entiendo como desaparecidos los arrojados al mar en las rías gallegas, y tal vez en otras. Lo que preocupa es la concesión que el gobierno –a través del Real Decreto 887/2020, publicado el 7 de octubre– concede a la Federación de Municipios y Provincias, mediante una subvención de 700.000€, la capacidad para que desarrolle programas e intervenga en decisiones de exhumaciones y asuntos relacionados con la memoria, obviando la actuación judicial que se viene pidiendo desde siempre por el movimiento memorialista. Porque toda exhumación extrajudicial que no conlleve, por tanto, la búsqueda de la justicia, se convierte en otro crimen.
La pregunta que adquiere mayor importancia, en el caso de la cruz de Vigo, es cómo va a actuar el alcalde Abel Caballero, abierta y reiteradamente contrario a retirar ese ignominioso monumento de la cruz, si está en su mano decidirlo. Lo sospechamos: Él enterrará la MEMORIA.
¡Salud, República y Memoria!
Por Telmo Comesaña, Asociación Viguesa pola memoria do 1936
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