La crisis múltiple en el mundo islámico actual y el ascenso espectacular del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) tuvieron su origen en el auge de los talibán en Afganistán en 1993. De forma profunda pero enormemente negativa, la historia se repite aunque, en la segunda vez, como farsa.
Los movimientos islámicos suníes extremistas (Boko Haram en Nigeria; Al Shabab en Somalia y Kenia; ISIS, Al Qaeda y otros grupos en Oriente Próximo; el Movimiento Islámico de Uzbekistán, en Asia Central; los talibán en Afganistán y Pakistán, así como movimientos en Yemen, Malí, Libia y Níger) están luchando por el control del territorio, un nuevo sistema político extremista de acuerdo con una interpretación intolerante del islam y su estricta observancia.
Para ellos, su interpretación del islam y su observancia son más importantes que proporcionar bienes y servicios al pueblo o que consolidar estados fallidos o en trance de serlo. Para ellos no existe el concepto de Estado fallido porque, si un régimen obliga a su pueblo a rezar como es debido, ese Estado está automáticamente salvado, es afortunado y funciona. Esto es lo que los talibán creyeron cuando gobernaron Afganistán y destruyeron el país. El ISIS ha llevado estas ideas hasta extremos desconocidos.
Los 'muyahidin' afganos lucharon contra los soviéticos en la década de los 80 bajo los principios de la yihad islámica y el nacionalismo pero, en muchos sentidos, la guerra no fue sino una versión islamizada de una típica lucha nacional de liberación de los años 60. Los 'muyahidin' eran islámicos y nacionalistas y combatían por su libertad, una guerra que ellos definieron en términos de islamismo tradicional o yihad.
Cuando combatieron entre ellos después de la espantada de los soviéticos, los talibán mergieron en 1993 para imponer una interpretación retrógrada del islam que nadie había experimentado nunca antes y que ciertamente no era la yihad. Fue la primera noticia que tenía el mundo sobre el nihilismo islámico.
Los talibán y su ideología fueron el resultado de la destrucción de todo, del Estado, de la armonía racial, del tribalismo y de la tradición, después de 15 años de guerra. La idea de los talibán no se basaba en el desarrollo económico sino en la imposición sistemática de una justicia y una represión islámicas que se cebaban en las mujeres y las minorías, especialmente en las chiíes.
Al Qaeda hizo acto de presencia en este vacío deliberadamente sin Estado para expansionarse y lanzar una yihad global contra Occidente y los regímenes árabes. Sin embargo, el internacionalismo de Al Qaeda era muy diferente del localismo de los talibán, que quizás habrían sobrevivido mucho más tiempo si Al Qaeda no hubiera perpetrado los atentados del 11 de septiembre.
El ISIS expuso su visión de un nuevo tipo de Estado islámico en panfletos publicados en 2007. En ella la religión es absolutamente primordial, más importante que la economía o la construcción del Estado. El otro objetivo del ISIS (conquistar territorios, borrar las viejas fronteras coloniales y fusionar Irak y Siria en un nuevo califato) se reduce exclusivamente a extender su propio islamismo, sin rescatar a las poblaciones de esos países.
El ISIS ha llevado asimismo el concepto de escenarios bélicos intercambiables hasta extremos desconocidos. De la misma manera que los talibán disponen tanto de Pakistán como de Afganistán para procurarse una alternancia de enemigos, teatros bélicos, logística y refugios, así también el ISIS dispone de Irak y Siria.
Campos de batalla
No hay que respetar fronteras nacionales, lo que hace mucho más fácil la supervivencia de estos grupos y mucho más difícil su derrota. En el caso del ISIS, los múltiples campos de batalla se convierten en una importante fuente de inspiración para la ampliación y continuación de la guerra.
El fracaso de Occidente y muy en particular el de los estadounidenses está en que siguen considerando todo el tablero de ajedrez de la crisis como un único escenario que puede contrarrestarse mediante la acción militar y la lucha contra el terrorismo. La única respuesta del presidente Obama fue la de anunciar en mayo la dotación de un nuevo fondo de 5.000 millones de dólares para que las US Special Forces [Fuerzas Especiales de los Estados Unidos] adiestren ejércitos extranjeros en la lucha contra el terrorismo.
No se hace ningún esfuerzo por comprender o explicar por qué los estados musulmanes se están derrumbando, o cómo es posible que en el mismo corazón de Oriente Próximo pueda surgir un nuevo Estado que supone una amenaza a sus vecinos árabes, a Israel y a las reservas de petróleo del mundo, o cómo es que ahora hay un pasillo directo para que el extremismo islámico penetre en toda la cuenca mediterránea y en la propia Europa.
En todas partes el factor principal del fracaso ha sido el liderazgo autocrático, corrupto e incompetente de estos estados musulmanes. En lugar de reorientarse a sí mismos en diversos grados, cada Estado culpa a los extranjeros de la eclosión de conspiraciones en su contra. Los culpables a los que por lo general se acusa son Estados Unidos, Israel, Europa y los estados vecinos.
El segundo factor de fracaso es la facilidad con la que tanto los extremistas islámicos como los estados musulmanes culpan de sus fracasos a las minorías. Chiíes, cristianos y judíos son todos blancos fáciles y están siendo expulsados de Oriente Próximo.
Aparte de Irak y Siria, en Yemen, Pakistán y Bahrein está teniendo lugar una guerra sectaria entre chiíes y suníes. A pesar de que Al Qaeda manifestaba un intenso odio hacia los chiíes, nunca hizo un llamamiento a la completa destrucción de los lugares sagrados de los chiíes ni a un genocidio en masa. Así pues, la guerra que están librando determinados grupos de activistas gira en torno a una 'limpieza' del islam, tal y como lo ven ellos, y a la creación de un imperio suní en la práctica.
Estamos al borde de una catástrofe sin precedentes en el mundo musulmán sobre la que hasta ahora no se ve que haya una mínima comprensión, un mínimo conocimiento o algún liderazgo.
Ahmed Rashid es periodista y escritor. Su último libro publicado es 'Pakistán ante el abismo. El futuro de EEUU, Pakistán y Afganistán'.
Milicianos del ISIS, vinculado a Al Qaeda, desfilan por las calles de Tal Abyad, cerca de la frontera turca. Reuters
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