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La crisis de fe no merma el eco mediático del Vaticano

La crisis de fe en el seno de la comunidad católica, con una Iglesia en horas bajas en cuanto a la pérdida de adeptos y de vocaciones en el mundo, no ha supuesto la merma en el interés mediático que suscita cualquier noticia relacionada con el

Fervor religioso, fascinación o repulsión por el mundo secreto y misterioso del Vaticano? La histórica renuncia de Benedicto XVI y el próximo cónclave están suscitando un interés mediático que excede al peso real de la Iglesia católica en el mundo. Y es que a pesar de los esfuerzos del Papa por frenar la secularización de las sociedades occidentales, donde desde hace años se registra un descenso imparable del número de católicos y un desplome vertiginoso de las vocaciones, cualquier noticia relacionada con el Vaticano continúa suscitando una ola inusitada de atención mediática.

Los católicos en el mundo eran cerca de 1.196 millones de fieles en 2010, según los datos del Anuario Estadístico de la Iglesia católica publicado en marzo de 2012 y recogidos por Efe. La cifra global registró un leve incremento (1,3%) con respecto al año anterior gracias a los aumentos en Asia suroriental y África, ya que en América del Sur y en Europa se dio un descenso -inferior al 1%- en el número de fieles.

Parecida tendencia mostró el número de obispos, sacerdotes, religiosos no sacerdotes y diáconos permanentes, ya que la pérdida de vocaciones en Europa se vio compensada con el incremento registrado en África, América, Asia y Oceanía. Por contra, la cifra global del número de religiosas profesas cayó.

A pesar del enorme peso de la Iglesia evangelista en el país, Brasil (163 millones) sigue siendo el país con más católicos del mundo, teniendo el cuenta el número de bautizados, al que siguen Filipinas y Estados Unidos, mientras que el Europa la lista la encabezan Italia y los estados francés y español. En la cifra de bautizados en el mundo, que se mantuvo estable en 2010 a pesar de las caídas registradas en América del Sur y Europa, no se refleja la erosión que sufre el catolicismo, sobre todo en Europa y especialmente acentuada en los últimos años. Líbano es el único país de Oriente Medio donde más de la mitad de sus habitantes (52%) son católicos, mientras que en África los países con mayor número de católicos son la República Democrática del Congo (55%) y Nigeria (50%).

Paradoja singular

«Es una paradoja singular: la disminución progresiva del número de practicantes católicos, al menos en Occidente, y de la influencia social, moral y política de la Iglesia católica parece corresponder a un aumento del interés por ella», se sorprende el vaticanista de «Il Corriere della Sera» Vittorio Messori, que se pregunta si se trata de un nuevo efecto del «Código Da Vinci».

De hecho, tras el anuncio de Joseph Ratzinger, el pasado 11 de febrero, la Vía de la Conciliación que conduce a la Basílica de San Pedro estaba llena de unidades móviles de las más grandes cadenas de televisión mientras alrededor florecían los platós. Y el servicio de prensa del Vaticano se inundó de solicitudes de acreditación de medios de todo el mundo.

«Quienquiera que sea el Papa, es una figura extremadamente visible, y atrae más atención que cualquier otro líder religioso», señaló a AFP Jesse Holcom, del prestigioso centro de investigación Pew de Washington. Y la renuncia posterior del Papa «dio la oportunidad de plantear todo un montón de cuestiones sobre la institución, que iban más allá del propio acontecimiento», agregó. Según un estudio realizado por este centro sobre la base de 2.700 artículos relativos a la religión publicados en medios de comunicación (periódicos, páginas web, televisión…) en los últimos cinco años, el jefe de la Iglesia católica se sitúa a la cabeza (32%) por delante de …. Barack Obama (12%).

Los periódicos estadounidenses han dedicado numerosas páginas así como una gran parte de las cartas de sus lectores a este acontecimiento, a menudo con un punto de vista muy particular: el escándalo de pedofilia en el clero, y muchos que se rebelan contra la participación en el próximo cónclave del cardenal Mahony, acusado de encubrir a sacerdotes acusados de cometer abusos sexuales.

Para Patrick Eveno, historiador de los medios de comunicación en París, «es el peso de una historia multisecular, de la tradición, de la memoria» lo que explica este eco mediático, «incluso si cada vez hay menos católicos en Francia».

El cónclave en la Capilla Sixtina, la fumata blanca o fumata negra, «más allá de la Iglesia católica, es un ritual, que apela a nuestra infancia», manifestó.

«En el imaginario popular, incluso para quienes no son católicos, el Vaticano tiene una fascinación simbólica muy fuerte», apuntó también Marco Politi, vaticanista del diario izquierdista «Fatto». «Es un poco un legado del Imperio Romano en sus formas de poder», afirmó Politi, considerando que después del «fuerte interés por Juan Pablo II, hubo una pérdida de influencia de Benedicto XVI». Pero estimó que la «gesta revolucionaria» de Joseph Ratzinger revivió significativamente ese interés porque «cambia fundamentalmente la naturaleza del papado», dijo.

Hoy, «la gente tiene ganas de saber lo que va a suceder», indicó Pam Cohen, editor de la web National Catholic, desde Kansas City, en Missouri.

Para Andrea Bellavita, investigador de Varese (Italia) especialista en medios de comunicación, la cobertura del Vaticano, que considera «sobredimensionada» en su país, refleja al peso de la Iglesia católica en la política italiana: «Si se quiere justificar la importancia del Papa en el país, se debe crear una narración cuando no está allí».

Usuario de Twitter, con intercambios «extraordinarios» que le colocaron en un nivel «digno de Lady Gaga», su renuncia modernizó y desacralizó su función, especialmente en comparación con su predecesor, dijo. «Un Papa que muere como un mártir, es un santo. Un Papa que renuncia, es un hombre», sostuvo Bellavita.

Respeto y obediencia

Y a las 20.00 de ayer se materializó, por fin, su renuncia, que dio inicio a la Sede Vacante, el periodo que media desde que la renuncia se hace efectiva hasta la elección del nuevo Sumo Pontífice por el Colegio Cardenalicio. Al quedar la Iglesia sin cabeza visible serán el camarlengo, Tarsicio Bertone, y tres cardenales elegidos por sorteo los que se encargarán del Gobierno provisional del Vaticano. La primera congregación de cardenales preparatoria del cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI se celebrará el lunes.

«Prometo respeto incondicional y obediencia al nuevo Papa», afirmó ayer Benedicto XVI ante los cardenales que se despidieron de él en el Vaticano, en su último día como jefe de la Iglesia católica. Joseph Ratzinger abogó por que el Colegio Cardenalicio, de donde saldrá el futuro Papa, sea «como un orquesta, en la que la diversidad pueda llevar una armonía acorde».

El apartamento del Papa en el Vaticano y el ascensor que conduce hasta él quedaron sellados a las 20.00 hasta que haya un sucesor y el anillo del Pescador, que simboliza el poder pontificio, fue inmediatamente anulado para evitar cualquier eventual falsificación de documentos pontificios.

Castel Gandolfo, un refugio durante el cónclave

Benedicto XVI, cuya renuncia entró en vigor a las 20.00 de ayer, partió a las 17.00 en helicóptero desde el Vaticano para instalarse durante dos meses en Castel Gandolfo, la residencia veraniega de los papas, un suntuoso palacio a 30 kilómetros de Roma, donde podrá alejarse de la agitación del cónclave que elegirá a su sucesor.

«El Papa vivirá en el apartamento que ha ocupado siempre […] durante dos meses», explicó Saverio Petrillo, director de la Villa Pontificia de Castel Gandolfo. Tras ese periodo, Joseph Ratzinger, que se ha convertido en el primer Papa en setecientos años que ha decidido renunciar, se instalará definitivamente en un convento de monjas del Vaticano que actualmente está siendo remodelado para acogerle como «Papa Emérito».

El palacio de Castel Gandolfo, propiedad pontifical desde 1596, se construyó inicialmente en una colina de rocas con vistas al lago Albano, pero poco a poco se fue extendiendo hasta convertirse en un auténtico palacio en esta localidad de 9.000 habitantes, inscrita en la lista de los pueblos más bonitos de Italia.

Hoy, el edificio y sus jardines, que gozan del estatuto de extraterritorialidad, ocupan de 55 hectáreas, 11 más que el Estado del Vaticano, el más pequeño del mundo.

La renuncia de Benedicto XVI «nos tomó por sorpresa, fue como un rayo en un cielo sereno», reconoce Petrillo, que entiende la decisión de retirarse a Castel Gandolfo durante dos meses antes de instalarse definitivamente en el Vaticano. «Aquí el Papa reencuentra un ambiente familiar. No hay grandes obras de arte ni grandes salones», explica Petrillo, quien dice que Ratzinger no siempre aprovecha sus jardines porque «es un hombre estudioso, reservado, al que no le gusta el aire libre».

A su llegada ayer a Castel Gandolfo, el Papa saludó desde el portal a los fieles en su última aparición como jefe de la Iglesia católica.

«Desde las ocho de esta tarde -por ayer- ya no seré más el Sumo Pontífice de la Iglesia católica, sino un simple peregrino que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra», dijo Benedicto XVI desde Castel Gandolfo ante miles de fieles que le esperaban frente el palacio, en su último acto público como Papa. «Vamos a avanzar adelante por el bien de la Iglesia y del mundo», agregó.

Y a las 20.00 en punto, la hora fijada para su renuncia, un pequeño destacamento de la Guardia Suiza cerró la puerta de la residencia veraniega papal.

A partir de entonces, pasará la mayor parte del tiempo en sus apartamentos privados, en el ala del palacio con vistas al mar, acompañado por sus dos secretarios particulares y cuatro laicos que le ayudan en su vida cotidiana.

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