Cinco millones de ciudadanos franceses de pleno derecho se sienten dolidos en su corazón. Se consideran leales a la República y se preguntan si pueden seguir practicando su culto en este país. Tras 179 años como segunda comunidad religiosa de Francia, el debate lanzado recientemente por el presidente Nicolas Sarkozy los ha colocado en un incómodo punto de mira.
La mezquita de Castres amaneció el pasado jueves llena de pintadas neonazis y decorada con pezuñas y orejas de cerdo, todo un gran insulto para los creyentes que practican allí su confesión religiosa. Una gran bandera tricolor colocada en la puerta reforzaba el mensaje racista: «Francia para los franceses».
El edificio es de arquitectura occidental, perfecto símbolo de la «humilde discreción» que el presidente galo ha demandado para la práctica de las religiones foráneas. No se puede interpretar como un deseo de romper las tradiciones francesas.
«No hacía falta que nos pidiera esa discreción. Somos ciudadanos tan respetuosos como el resto», aseguraba Abdelmalek Bouregba tras el llanto por la profanación del lugar donde llevan a cabo la oración.
Sin embargo, únicamente un tercio de los musulmanes franceses comparten el fervor religioso de Bouregba. La mayoría considera el islam como un mero factor sociológico y cultural sin una mayor incidencia en sus existencias.
Los más integrados
«Lo más terrible es que se está reprochando la falta de integración a los más integrados», recalca el sociólogo galo Ahmed Boubeker. Su colega de la Facultad de Ciencias Políticas de París Mohamed Adraoui asegura que una mayoría podrían definirse como «musulmanes ateos», que se pueden encontrar «en una discoteca, con una cerveza a un lado y una chica al otro preguntando casualmente a un amigo en qué fechas cae el ramadán». Es decir, que ignoran importantes elementos de la propia religión.
Les siguen en número los tradicionalistas, con la religión como valor fundamental, pero muy lejos de los militantes , una minoría que solo se considera ciudadana del islam y que no asume los valores de la República.