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La batalla por una universidad laica afecta a 20 capillas y un puñado de fieles en Madrid

La polémica en la capital se circunscribe a veinte lugares de culto, en su mayoría tan discretos que muchos estudiantes terminan su carrera sin llegar a enterarse de su existencia

Nueve capillas en la Universidad Politécnica, ocho en la Complutense, dos en la Autónoma y una en la Rey Juan Carlos. La polémica (muy vieja pero resucitada con fuerza estos días a cuento del proceso judicial contra la portavoz municipal, Rita Maestre) se circunscribe a estos veinte lugares de culto, en su mayoría tan discretos que muchos estudiantes terminan su carrera sin llegar a enterarse de su existencia.

En casi todas las capillas se celebra misa a primera hora de la mañana y después se mantienen abiertas para el rezo o la meditación el resto de la jornada. Su afluencia está muy lejos de ser masiva. Según explican fuentes de la Universidad Complutense, “acuden poquísimas personas, una media de cinco al día como máximo”, explican.

No es de extrañar que las visitas sean escasas, teniendo en cuenta que en España el fervor religioso disminuye drásticamente entre las personas más jóvenes y con estudios universitarios. De acuerdo con datos del INJUVE de 2010, solo el 10,3% de los españoles de entre 15 y 29 años se considera “católico practicante”, veinte puntos porcentuales menos que en 2002.

Son bastantes más, sin embargo, quienes pueden sentirse molestos o incómodos frente a la “blasfemia” o la “profanación”, ya que el 45% de los jóvenes se identifican con la definición de “católicos no practicantes”. “No voy a misa, pero sí me siento ligeramente ofendido por este tipo de actos. Y la verdad es que nadie usa esas capillas. Lo mejor que podrían hacer los activistas para que desaparezcan es olvidarse de ellas porque acabarán vaciándose solas”, explica un profesor y antiguo alumno de la Complutense.

“Nosotros a la capilla de la Autónoma le damos un uso que la gente que no es creyente no se puede ni imaginar”, reivindica María José Luciáñez, profesora de Biología y coordinadora de la Asociación de Encuentros Universitarios Católicos (EUC) de la Universidad Autónoma de Madrid. “Las misas están casi siempre llenas, a pesar de que son a las 8:30 de la mañana. Van muchísimas personas. Según el párroco, de media hay unas 20 personas en cada misa, pero a veces son más. Y la presencia durante el resto del día es bastante notable”, dice, negando que en su universidad se trate de espacios en desuso.

Aunque ningún miembro estuvo presente, en la EUC vivieron como una ofensa grave la incursión de activistas en la que participó (y por la que se juzgará) a la portavoz municipal. “Es una opinión mía personal, pero un año de cárcel no me parece una condena desproporcionada (para Maestre y el resto de activistas). Creo que es muy necesario castigar algo así”.

Tanto les dolió, argumenta, que varios miembros de su grupo católico se reunieron a rezar como “acto de reparación” tras conocer la noticia. “Nos juntamos a rezar y leer textos para reparar una ofensa tan notable al mismo Dios, que está en el Sagrario, y a todos los cristianos”.

El modelo multiconfesional

Sólo dos de las universidades públicas de la Comunidad de Madrid han renunciado a mantener capillas en activo. La Carlos III directamente no tiene ni un sólo espacio reservado a la religión, mientras que la Universidad de Alcalá de Henares mantiene abierta la Capilla de San Ildefonso, un edificio histórico (construido en 1499) pero donde ya no se realizan servicios regulares, aunque sí visitas guiadas y actividades de índole cultural (incluso se alquila para bodas).

“Además de ese edificio histórico”, explican los responsables del Campus, “tenemos una sala multiconfesional, sin ningún tipo de iconografía de ninguna religión, pero abierta a que quien lo desee pueda retirarse a orar o a meditar y no se ofrecen servicios regulares de ninguna confesión”. Una fórmula que a los colectivos católicos no convence, ya que no se celebran misas ni se instalan símbolos cristianos.

Entre el cuerpo docente de las universidades públicas, así como entre la mayor parte del alumnado, cunde la sensación de que la educación superior española enfrenta problemas mucho más serios que la existencia o no de capillas, algo que también hay en otros países occidentales, que no supone un gasto extraordinario (las universidades sólo proporcionan el espacio) ni suele generar conflicto, más allá de las propias protestas de grupos laicos.

“Ha habido algo de tensión siempre, lo vivimos cotidianamente, pero no se puede decir que sea un conflicto. En años yo sólo recuerdo unas pintadas a favor del aborto y una vez que empezaron a chillar fuera, aunque no llegaron a entrar. También pintan de vez en cuando en nuestro tablón, pero poco más”, resume Luciáñez.

‘No vemos que la solución sea el ‘café para todos’. Habría que suprimir estos espacios para todas las religiones, no extenderlo a todas las religiones’

El Arzobispado de Madrid, responsable de la Delegación de Pastoral Universitaria, declinó hablar con El Confidencial de las capillas universitarias y tampoco quisieron hablar varios de los párrocos contactados, que se mostraron partidarios de no alimentar la polémica. Pero en una entrevista con Servimedia esta semana, el arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Carlos Osoro, le restó importancia a la polémica. “Cualquier persona, si de verdad sabe quién está presente realmente en el Sagrario y en la Eucaristía, no haría esas cosas”.

‘Cualquiera podría pedir un espacio’

Para las asociaciones laicas, la existencia de capillas en instituciones públicas constituye un símbolo del atraso de España en cuanto a separación Estado-Iglesia, y una rémora del pasado. E indigna aún más la existencia de leyes que persiguen la perturbación de ceremonias religiosas con penas de hasta seis años de prisión.

“No estamos nada en contra de las creencias religiosas, hay que protegerlas, pero desde luego no en la universidad pública, sino en privado o en las iglesias. Además, si se rompe el principio de neutralidad, cualquiera podría pedir un espacio, tanto los cultos religiosos como cualquier creencia o actividad”, dice Juanjo Picó, responsable de comunicación de la organización Europa Laica.

Los grupos laicos tampoco creen que la solución pase por habilitar centros de culto para todas las religiones. “No vemos que la solución sea el ‘café para todos’, porque acabaría siendo un disparate. Habría que suprimir estos espacios para todas las religiones, no extenderlo a todas las religiones”, defiende Picó, que también considera un problema la existencia de capillas en cárceles y hospitales. “Y lo de Rita Maestre fue una manifestación pacífica y no deberían escandalizarnos unos pechos. Es un tema de libertad de expresión, no para rasgarnos las vestiduras”, concluye.

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