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Un grupo de monjas del Santuario del Real Sitio de Covadonga Alberto Morante

La apropiación del arzobispo convierte Covadonga en un instrumento de lucha política en Asturias

Barbón anuncia que no acudirá a la misa el 8 de septiembre tras las sucesivas diatribas de Sanz Montes y el presidente del PP, Álvaro Queipo, remarca que sí acudirá

El Día de Asturias se celebra el 8 de septiembre, efeméride que antes de la democracia estaba dedicada a la Virgen de Covadonga, como un gesto de reconciliación del primer ‘presidente’ de la Asturias contemporánea, Rafael Fernández, último miembro del Consejo Soberano de Asturias y León, regresado del exilio, que ejerció como autoridad preautonómica en la Transición hasta los primeros comicios verdaderamente democráticos. Fue una decisión fruto de su tiempo en el que las generaciones que habían vivido y protagonizado la Guerra Civil quería dejar atrás a toda costa (a veces a costa de la memoria) el conflicto para iniciar una nueva etapa.

Y fue así durante mucho tiempo, con una amplia mayoría de presidentes socialistas –Asturias sólo ha tenido dos dirigentes que no militaran en el PSOE, Sergio Marqués y, brevemente Francisco Álvarez-Cascos— uno a uno todos ellos acudieron a la misa de la basílica en Covadonga, en paz y concordia hasta que algo cambió. Y no fue ningún presidente del Principado. Lo que cambió fue el arzobispo.

Jesús Sanz Montes sucedió a un muy anodino Carlos Osoro pero que a su vez había tomado el testigo de dos prelados legendarios en su tiempo, que realmente tuvieron un enorme impacto social y político en la Asturias de finales del siglo XX: Vicente Enrique y Tarancón y Gabino Díaz Merchán, ambos dos representantes de la iglesia española más aperturista. Sanz Montes es todo lo opuesto y desde su llegada a Oviedo aprovechó el extraordinario altavoz del Día de Asturias y la misa en la basílica para soltar soflamas contra el aborto, la eutanasia (algo esperable en un obispo católico) pero también contra el feminismo, contra el ecologismo, lanzando guiños clave de ultraderecha como la sospecha sobre la Agenda 2030. Muy a menudo con posicionamientos políticos más o menos explícitos de profundo conservadurismo. Mensajes que en la vida cotidiana de la sociedad asturiana actual ni siquiera toma en consideración, pero recibe amplificados en el Día de Asturias por la atención institucional y mediática.

Tras los últimos episodios (el año pasado burlándose de la polémica por el beso de Rubiales a Jenni Hermoso) varias gotas terminaron de colmar el vaso y la expectativa, con mensajes cruzados entre el arzobispo y la delegada del Gobierno Adriana Lastra, de que volvería a repetirse el espectáculo, llevó Adrián Barbón a anunciar que no acudiría este año a la misa. Tras contárselo a los medios de comunicación, publicó un mensaje detallado en su cuenta de X, antes Twitter, recalcando que pese a ser él mismo creyente y valorar la dimensión religiosa de Covandonga, prefiere evitar ser un instrumento de una polémica.

«No quiero que mi presencia sirva de excusa para generar tensión y crispación en un día que solo se debería de hablar de Covadonga como espacio de unión y encuentro. No soy una persona que le guste la tensión y crispación y por ello prefiero sacrificar mi presencia para garantizar la concordia», señaló el presidente.

La decisión de Barbón contó con el respaldo de Juventudes Socialistas, que recordó que en todo caso su reivindicación desde hace años es que no haya presencia institucional en el acto religioso y apuntando que «la misa de Covadonga se ha convertido en los últimos años en un acto que poco tiene que ver con la religión o con la asturianía. El arzobispo utiliza ese día señalado para los asturianos y asturianas para sus propios fines». 

También recibió el apoyo de su socio de gobierno, Convocatoria por Asturias, que hizo explícito el coordinador de IU, y consejero en el Ejecutivo autonómico, Ovidio Zapico.

Pero también se han recibido críticas. De igual modo, el presidente regional del PP, Álvaro Queipo, eligió la red social de Twitter para reivindicar la misa y señalar que acudirá el próximo día 8.

«Covadonga es símbolo indisoluble del sentimiento astur y la Santina, Virgen de Covadonga y patrona de #Asturias, es imagen de unión entre asturianos de todas las generaciones», señaló Queipo para añadir que «por respeto a todos ellos, a nuestros abuelos y predecesores, y a nuestra tradición, el día 8 de septiembre, Día de Asturias, acudiré a Covadonga».

De este modo, muy lejos de la intención de quienes eligieron en su día que el 8 de septiembre fuera un símbolo de reconciliación, la jornada en sí, la misa en la basílica, la propia Santina y el lugar de Covadonga han pasado a ser en el presente un elemento más de la disputa política. Pero lo que cambió fue el arzobispo.

De hecho, ya el año pasado fueron muchas las voces críticas dentro de la iglesia asturiana que cargaron contra la actitud de Sanz Montes, recordando que ni siquiera tuvo una palabra para recordar la escolanía de Covadonga que el año pasado se despedía para siempre, «ya no nos representa, no es imagen de la Iglesia asturiana y no concilia, divide».

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