Las derechas coinciden en una visión contraria a la ‘ley Celáa’, que incluye la igualdad como eje transversal, y favorable a la censura ideológica de contenidos y a la exaltación patriótica
Feijóo y Abascal anticipan un respaldo aún mayor a la educación concertada, cuya financiación crece ya más rápido que la pública
Hay ejemplos de sobra que explican la manera en la que la extrema derecha trata de controlar la educación cuando llega al poder, convirtiendo su negacionismo de la violencia machista y del cambio climático, o su postura contraria a la memoria histórica o a los derechos LGTBI en preceptos válidos. En Hungría, Viktor Orbán afirmó hace un par de años que «la educación sexual de los niños es derecho de los padres» y que, sin su consentimiento, ni los «activistas del arcoíris» pueden tomar partido. En la Italia de Giorgia Meloni, la escuela ya ha empezado su cruzada contra los contenidos en igualdad, calificados de «teoría del género». Y en España, Vox planteó hace ya tiempo un «pin parental», una herramienta de censura que pretende vetar todo lo que su ideología no tolera.