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La alberca del moro

(Al final del artículo, el correo enviado por Rafael Gallego a Carlos Herrera).

Un grupo –ignoro si muy nutrido– de musulmanes residentes en comarcas leridanas como Segarra o Urgell y, al parecer, también en la propia capital, se han dirigido a sus respectivos ayuntamientos para exigir que las piscinas municipales segreguen debidamente a los hombres y a las mujeres o para que, al menos, exista un horario especial mediante el cual las mujeres musulmanas, las suyas, puedan bañarse al abrigo de miradas de hombre alguno, musulmán o no.

Ante este mensaje medieval, coherente al fin y al cabo con el islam teórico y con sus prácticas sociales en los países en los que impera, algunos alcaldes se han adelantado a responder muy educadamente que no es posible ya que la Constitución no permite ese tipo de segregaciones y que lo más que pueden hacer es limitar esa separación a los vestuarios. El de Cervera, localidad en la que se escenifica la Pasión de Cristo cuando llega la Cuaresma en el espectacular teatro que construyó el propio patronato y que sigue siendo un modelo de buen trabajo y de mejor tradición, fue el primero en decir que no, que muchas gracias por la sugerencia (si pueden, por cierto, no descuiden conocer ese pueblo, su universidad, sus murallas, la Paería, la iglesia de San Antonio, merecen una visita: gente buena y ‘ferma’ como su tierra). Inmediatamente algunos malpensados han comenzado a elucubrar lo que ocurriría si algún día un musulmán obtuviera una alcaldía en las comarcas del Segre: a no ser que lo impidieran determinados resortes legales, nos tendríamos que tragar dobladas sus pretensiones. ¿Es ese un escenario posible? Gran pregunta sin respuesta clara y determinante.

A tenor de la alianza de civilizaciones que, por lo visto, tenemos que tejer con elementos de este jaez, valdría aventurar que el envalentonamiento y descaro con el que plantean reivindicaciones, que ni por asomo contemplarían a la inversa en sus lugares de origen, viene consentido de largo por la actitud tolerante de muchos partidarios del multiculturalismo. Efectivamente, desde la descerebrada y anacrónica exigencia de estos colectivos de musulmanes, ninguno de los severos líderes sociales que tanto velan por laicismos militantes y otras muestras de anticatolicismo, ninguno, ha abierto su boquita de piñón. Supuse, desde mi ignorancia definitiva, que un alud de asociaciones feministas saltarían de sus asientos de milimétricas observadoras del match diario que juegan hombres y mujeres en la sociedad para ensordecernos a todos con su protesta firme y tajante. Pues menudo chasco. Ni una. Pero es que ni una. Ninguna de estas valerosas gudaris de la igualdad ha mostrado su solidaridad con las mujeres musulmanas que tienen que bañarse con hábito y a las que pretenden encerrar en una alberca solitaria para que remojen sus carnes al atardecer. Son culturas con tinte atávico que irán transformándose a medida que convivan con la realidad de occidente, piensan. O deben pensar. ¡Y una mierda! Más tiempo llevan en Francia y la imposición del velo sigue sin resolverse a pesar de la determinación inapelable del Estado francés. Cuando los colectivos musulmanes exigen que, por ejemplo, no se les pueda practicar cacheos corporales, que se retoquen leyes del ruido para poder expandir el llamamiento a la oración en barrios enteros, que se creen tribunales especiales y voluntarios para juzgarles según la arcaica Shariah de la que tenemos alguna noticia ya o crear un criterio ‘Rushdie’ de la justicia y poder actuar enérgicamente contra los que critican el islam –por ejemplo, este artículo–, están soliviantando la progresión hacia la justicia y la igualdad que emprendió occidente cientos de años atrás. Si no se es tajante en la defensa de esos valores y se juega con gilipolleces de alianzas, de multiculturalismos, de ‘tolerancias’, de ‘talantes’ y de legislaciones especiales en función de cómo se inclina uno al rezar, estamos perdidos.

Así que espabilen todos esos vigorosos custodios del laicismo. Tienen una oportunidad magnífica para elevar su protesta por las pretensiones de este puñado de majaretas residentes en Lérida. Demuestren su valentía y su celo. A ver si hay cojones, que aún no han dicho ni esta boca es mía.

Y si no, ya sabemos. A bañarnos con turbante todos.


CORREO DE RAFAEL GALLEGO A CARLOS HERRERA

Señor Herrera:

Vaya por delante que me gusta su programa y que lo considero un gran periodista y ferroviario, aunque creo que no he alcanzado el grado de fosforo, y soy un mero aprendiz de primer grado. Pero cierta llama si despierta Vd en mi, a veces de pasión y otras de estupor. No puedo opinar sobre sus cualidades como médico, o prefiero no hacerlo para no empezar con mal pie este mensaje, pues sé que recibe demasiados para que sus colaboradores puedan leerlos enteros. Este mensaje contiene una oferta que Vd no podrá rechazar.

Como coordinador de Laicismo.org, es decir una de las más negras de las negras bestias que son "radicales laicistas comecuras jacobinos revolucionarios" según simpática expresión muy popular en las ondas, los papeles y los púlpitos (quizá exagero), he de decirle que también combatimos las absurdas solicitudes de los musulmanes entre otras, la división del horario de las piscinas en masculino y femenino. Pero como Vd apunta, el peligro no es que la gente pida tonterías, por el mero hecho que conviene a sus prácticas religiosas, el problema está en que nuestros representantes públicos y funcionarios se las concedan. (Permitame una cita "La libertad de expresión implica que puedes decir lo que quieras, pero no obliga a los demás a tomarte en serio"). Los más peligrosos enemigos del laicismo no son las personas religiosas con ideas extremas o manipuladoras, sino los políticos que pretenden congraciarse con ellos, por cálculos electorales o doctrinales, y ceden a sus pretensiones.

Para intoducir el próximo párrafa permitame que le relate una anécdota ilustrativa: "Un arzobispo anglicano cenaba con el antropólogo Pascal Boyer en un exclusivo 'college' de Oxford, y este le relataba las creencias de ciertas tribus africanas, como la de que algunas mujeres tenían capacidades brujeriles y que podían volar gracias a un organo interno sin paragón entre el resto de los mortales, para aplicar sus maleficios a personas alejadas de su aldea. El arzobispo se persignó 'En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo' y exclamó 'Virgen María, que cosas tan absurdas creen estos pueblos salvajes'".

La anecdota viene a cuento, a parte de lo graciosísima que es, por que su artículo menciona ciertas prácticas de nuestros políticos en beneficio de quienes practican la religión católica, en absoluto las más vergonzosos, y Vd las aplaude con las orejas. Es curioso que en esto de promover la religiosidad por parte del Estado, la ayuda de este va hacia la que más tiene y menos necesita, en vez fomentar el proselitismo de las más desfavorecidas. Hacer lo contrario sería igual de equivocado, y mucho menos popular que es lo que les importa. El mismo tipo de pensamiento se practicaba en EE.UU. que Vd y yo tanto admiramos, hasta los años 60, donde los negros del sur tenían peores servicios públicos (escuelas, autobuses, etc) por que eran más pobres, eran menos, y por tanto pagaban menos impuestos: se les daba lo que les correspondía, según los supremacistas, que eran más, más ricos, y por tanto pagaban más impuestos.

Construir cementerios musulmanes, ceder terrenos para la construcción de mezquitas, etc, etc, es tan lamentable y anticonstitucional como ceder terrenos para parroquias, arreglar los edificios que la iglesia deja arruinarse (en vez de expropiarselos, como a todo hijo de vecino que posea un palacete, u obligarle a venderlos, como está haciendo la Iglesia en Alemania), pagar los catequistas de TODAS las escuelas de España, itisi, itisi.

Don Carlos, y he aquí la propuesta, si quiere Vd tener un programa mollar sobre el laicismo, inviteme y lidiare con Vd y sus siempre ponderados contertulios, uno a uno o todos juntos.

Por otra parte si explora Vd nuestra página gués (www.laicismo.org), podrá encontrar quejas nuestras contra las solicitudes de los musulmanes más desnortados, for example:

Hay muchas cosas por las que quejarse, estoy con Vd, pero no tenemos ningún liberado ni el Estado ha puesto aún una casilla para pasar el cepillo a nuestros paisanos impositores, por lo que nuestras obligaciones familiares y profesionales nos impiden reaccionar tan rápido como nos gustaría (a la velocidad que se persigna un cura loco, por ejemplo), ni a todo lo que nos gustaría. Cuando nos concedan el estatus de religión de "notorio arraigo" no se preocupe que mejoraremos este aspecto, además de nuestra vestimenta y casas de retiro.

Además publicamos todas las noticias que recabamos sobre estos temas, sean moros o cristianos los que las provocan. Creo a la vista de todo esto, decir que tenemos un par de cojones, convendrá Vd conmigo, es un 'understatemt'.

Quedo a su disposición y le reitero mi ofrecimiento de sacrificarme por la causa del laicismo lidiando 6 tertulianos 6, o los que Vd estime oportuno, pues le aseguro que habrá fiesta y espectáculo y no monótona reiteración de argumentos contra el "laicismo radical quemaiglesias" y la "sana laicidad de la sociedad española" que la mayoría de las veces se escucha en el programa de su digna dirección.

Un cordial saludo,

Rafael Gallego Sevilla

PD Su artículo "La alberca del moro" lo hemos incluido en nuestra web, citando la fuente y la página original. He añadido al artículo para darle más vistosidad, la imagen de una musulmana con un traje de baño acreditado por la "International Federation for the Sharia Enforcement", el famoso "burkini", adorno que espero sea de su agrado. Si estos musulmanes fueran realmente piadosos, comprarían este bonito modelo a sus mujeres y se dejarían de gaitas.

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