¿Sabía usted que los musulmanes pueden contraer “matrimonio” sólo para el verano o durante el tiempo en el que viajan?
¿Qué un 98% de los chicos y un 86% de las chicas árabes consultadas por una reciente encuesta admitieron que se masturbaban?
¿Y que ellas aducían que era el principal método para “relajarse”?
¿O que los clubes de alterne de Oriente Próximo están divididos de forma estricta entre los que “venden sexo” y los que sólo admiten que sus camareras ofrezcan “conversación” al cliente?
Lo más seguro es que la mayoría de los lectores desconocieran todas estas informaciones porque tan sólo en muy raras ocasiones es posible asistir a una conferencia con un tema tan inusual para esta región como es “Juventud, sexualidad y autoexpresión en el mundo árabe”, el lema de la convocatoria que organizó esta semana el Instituto Issam Fares en la Universidad Americana de Beirut (AUB).
La cita sirvió para que intelectuales como los profesores Samir Khalaf y Roseanne Saad, o a escritora Joumana Haddad arremetieran contra la “hipocresía sexual” –expresión de primero- de una sociedad, la árabe, donde las relaciones íntimas y el erotismo siguen siendo un motivo de “conflicto, ambigüedad y ansiedad para los jóvenes”.
(Foto: Una escena de una discoteca libanesa)
Autor de obras como “Un estudio sociológico sobre la prostitución legal en Beirut” –un análisis cuya primera edición data de 1965- o “Sexualidad en el mundo árabe”, Khalaf criticó actitudes como la exhibición de cuerpos y sensualidad que domina algunos sectores de la escena libanesa en un país donde la virginidad continúa siendo un principio referencial.
“Fíjense en esta disparidad básica. El erotismo de los cuerpos de las jóvenes (libanesas) es una señal que envían. Se las considerará glamourosas si son sexualmente atractivas pero se las maldecirá y condenará si pasan a ser sexualmente activas”, señaló el educador, que no tiene reparos en recordar el apodo que se le otorgó por sus atrevidos estudios sobre sexualidad. “Khalaf, la puta”, dice que le llamaban.
(Foto: Portada del libro Sexualidad en el mundo árabe, de Samir Khalaf)
“Somos una nación unificada bajo la esquizofrenia”, le secundó la poetisa Joumana Haddad.
Afín a su habitual estilo iconoclasta, la escritora que recientemente publicó “Yo maté a Scherazade” se refirió “a la celebración de la virginidad” que dijo predomina en el entorno árabe “como una broma”.
“Aquí se considera que el honor (de una mujer) está entre sus piernas. Que las mujeres tienen que crecer sin deseos sexuales y los hombres tienen que coleccionar experiencias sexuales. Todo esto concluye en lo apreciado que son aquí las reconstrucciones de himen o los hímenes de plástico chinos, que cuestan 30 dólares”, añadió la también directora de la revista Jasad, una de las contadas publicaciones sobre literatura y erotismo que existen en Oriente Próximo.
Para ella en esta región “las tres religiones monoteístas” (Cristianismo, Islam y Judaísmo) siguen predicando y así lo asume la sociedad que “el sexo es pecado, algo diabólico”. “El sexo no es malo, lo que es inmoral es nuestra hipocresía y doble rasero”, opinó.
(Foto: Joumana Haddad)
En un área donde el 62 por ciento de la población es menor de 30 años, como recordó Shereen El Feki -vicepresidenta del la Comisión Global de la ONU sobre HIV- los integrantes de este amplio espectro siguen dominados por una concepción del matrimonio “que se entiende como una transacción” en donde la familia continúa siendo un elemento de decisión básico.
El Feki y la profesora Ghada Baroum, de la Universidad Americana del Cairo, fueron las principales animadoras del Estudio sobre la Juventud de Egipto del 2009 (Sype), una encuesta que recogió la opinión de 15.000 personas y constató el monumental desafío que enfrentan estos chavales que se enfrentan a un entorno social que estigmatiza las relaciones prematrimoniales y al mismo tiempo retrasa cada vez más los casamientos. “¿Qué pueden hacer hasta entonces?”, inquirió Shereen.
Los datos del Sype que presentaron ambas expertas delinean una juventud que cada vez se muestra más apegada a la religión, donde el 90 por ciento de las féminas porta el velo y donde el 89 por ciento se define como religioso o “muy religioso”.
La misma Feki reconoció que algunos resultados del sondeo son ciertamente preocupantes: por ejemplo, que un 85 por ciento de los hombres encuestados y 2 tercios de las mujeres consideran norma que estas pudieran ser golpeadas si se las descubría “hablando con un hombre”; o que la amplia mayoría de ambos sexos piense también que es lógico que las féminas tienen que “pedir permiso al marido” para hacer la mayoría de las cosas.
Por otra parte, y desmontando los estereotipos tan al uso en Occidente, el estudio confirmó que las parejas árabes hablan entre ellas de sexo –el 80 por ciento de los hombres y el 70 por ciento de las mujeres así lo admitieron-, y por ejemplo piensan que la impotencia es un motivo lógico para justificar un divorcio.
Otra encuesta, esta llevada a cabo por las psicólogas libanesas Brigitte Khoury y Sarah Tabbarah, incidió aún más en los hábitos y prácticas sexuales de los jóvenes árabes arrojando datos tan escasamente publicitados como los siguientes:
– El 69 por ciento de las consultadas y un 42 por ciento de ellos han fingido alguna vez un orgasmo para complacer a su pareja
– Un 29 por ciento de los hombres y un 21 por ciento de las mujeres han mantenido “sexo cibernético”
(Foto: Un cibercafé en Irán)
En cualquier caso, el 72 por ciento del estrato masculino y el 67 por ciento de su contraparte femenina dijeron que no estaban satisfechos con su vida sexual lo que llevó a opinar a Khoury que entre el ideario juvenil -“mucho más liberal gracias a Internet”- y las costumbres tradicionales de la sociedad árabe “existe una gran brecha”.
Los expertos se mostraron divididos sobre si esta dicotomía es el origen de la renovada popularidad de los grandes tipos de “matrimonios temporales” que existen en el Islam:
– La “mutaa”, que practican los shiíes
– El “urfi”, la alternativa de los suníes
– El “misyar”, más común en los países del Golfo y cuya propia definición –se le define como “matrimonio del visitante”– resume el objetivo que encierra
– El “misyaf”, una tradición también muy extendida entre los multimillonarios del Golfo que se “casan” durante el verano con una chica local en los países musulmanes donde se instalan como turistas
– El “mityar”, otra modalidad que se adecua más a las “necesidades” por ejemplo de los trabajadores que permanecen viajando en el extranjero durante un largo periodo de tiempo
Khalaf y la profesora de la Universidad de Charlton (Canadá), Zainab Amery, sí defendieron la hipótesis de que la misma sociedad “ha decidido que es mejor que los jóvenes recurran a estos matrimonios” que son bendecidos por teólogos, tanto suníes como shiíes.
Una opción que rechazaron tanto El Feki como Baroum basándose en las estadísticas que arrojó el Sype, donde sólo una ínfima minoría de jóvenes egipcios –casi todos suníes- consideró que el “urfi” es la solución a sus requerimiento sexuales.
Feki recordó que estos “matrimonios temporales” no son ninguna novedad y datan de los orígenes del Islam, lo cual no es óbice para que todavía exista una enorme controversia entre los religiosos sobre su justificación teológica y su propia moralidad.
Amery alertó que en muchos casos este hábito ha derivado en “una forma religiosa de prostitución” toda vez que en lugares como Egipto hay chicas de estratos muy pobres que aceptan estas uniones a cambio de “una ayuda financiera”. “En Egipto se está pagando 2.500 dólares por una esposa de 15 años”, añadió.
La cita de la AUB incluyó discursos sobre la sexualidad en el cine egipcio, la industria de la ropa íntima en Siria, las aspiraciones de los cientos de miles de adolescentes sirios que descubren su propia intimidad mientras trabajan en el Líbano, las experiencias de gays y lesbianas en Oriente Próximo, o estudios tan singulares como el que realizó Lenka Benova, que presentó la investigación que realizó en el 2010 sobre los "bares" asistidos por camareras procedentes de la ex Unión Soviética en Amán (Jordania).
(Foto: Otra fiesta nocturna libanesa basada en el erotismo)
Este análisis profundizó en la estricta división que se ha establecido entre estos clubes en Oriente Próximo. Si bien en lugares como Dubai, Líbano o Turquía son simples prostíbulos en Amán y Siria son sólo destinos para "conversar" en los que están prohibdo relacionarse con los clientes.
"Las chicas saben a lo que bienen y por eso eligen: entre los 6.000 dólares (al mes) que pueden conseguir vendiendo sexo en el Líbano o los 1.500 dólares que ganan en Amán coqueteando y hablando con los clientes. Oriente Próximo es el segundo destino preferido por las inmigrantes de la ex Unión Soviética tras Japón y Corea del Sur", explicó Benova.
Otra de las participantes, la educadora Roseanne Saad aclaró que a través de talleres con sus alumnos de la AUB en los que les pide que transcriban sus “autobiografías” ha conseguido que varios reconozcan su homosexualidad, como sufrieron abusos sexuales en la niñez y que hablen de sexo sin ningún tapujo.
Refiriéndose a la juventud libanesa, Saad observó que parece haberse refugiado en una burbuja “de hedonismo” ante el “el gran desencanto y decepción” que han sufrido con la clase dirigente del país, lo cual se ha traducido en un discurso sexual más abierto. “Esta conferencia es una prueba de que la contra narrativa sexual se está abriendo camino frente a la hipocresía y el doble rasero de la sociedad”, señaló.
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