Los testigos del atentado detallan la frialdad con la que los presuntos autores atacaron al militar y permanecieron ensangrentados en el lugar de los hechos
Con las manos ensangrentadas y agarrando un machete y un cuchillo, uno de los presuntos atacantes que ha matado a un soldado esta tarde en plena calle en Londres se dirige a una cámara: "Sentimos que las mujeres hayan tenido que ver esto, pero en nuestra tierra esto es lo que ven nuestras mujeres. Nunca estaréis seguros. Deshaceos de vuestro Gobierno. No se preocupan por vosotros", asegura el sospechoso, en unas imágenes recogidas por un transeúnte que ha difundido la cadena Itvnews.
"Juramos por el todopoderoso Alá que no pararemos de combatiros. La única razón por la que hemos hecho esto es porque los musulmanes mueren cada día. Lo del soldado británico es ojo por ojo, diente por diente", añade el hombre según la cadena británica, aunque ese fragmento no figura en el vídeo que reproduce. Las imágenes están captadas, en apariencia, apenas minutos después del ataque, y sin que la policía haya llegado todavía. De hecho, mientras el presunto atacante habla a cámara, se ve a una mujer acercarse andando por detrás hacia él con un carrito de la compra, ajena a lo ocurrido.
Tras sus palabras a cámara, el sospechoso se aleja tranquilamente andando, y tras él puede verse un cuerpo que yace en la calzada, presumiblemente la víctima, el joven soldado al que asesinaron a machetazos. El atacante conversa después con otro hombre, que todo indica es el otro sospechoso. El locutor de Itvnews explica al final del vídeo que el transeúnte que grabó al agresor es un hombre que iba en autobús a una entrevista de trabajo.
La cámara recoge también los momentos posteriores a que los atacantes fueran abatidos por la policía de Londres. Sus cuerpos yacen en la calzada y varios agentes los atienden. Los dos sospechosos están siendo tratados de las heridas en el hospital. El estado de uno de ellos es grave y fue evacuado del lugar en un helicóptero-ambulancia.
“Estaban locos, como animales”
A plena luz del día, con gente alrededor y, por tanto, muchos testigos, que no dudaron en usar sus móviles, bien para llamar a la policía, bien para que los atacantes fueran inmortalizados. Ese es el escenario que eligieron los dos presuntos autores del asesinato del miércoles de un militar en el barrio londinense de Woolwich, en el sudeste de la ciudad. Y parece, aunque muchos datos permanezcan aún en el aire, que no escogieron el momento y el lugar por casualidad. “Estaban mucho más preocupados de conseguir su foto, corriendo de un lado para otro”, relató un testigo, en declaraciones al canal de radio LBC.
Según el vídeo que un ciudadano grabó y pasó veloz a la cadena ITV, este testigo no andaba descaminado. el metraje, de calidad casera, muestra a un hombre negro, enfundado en una trenca gris y gorro de lana, con dos cuchillos de carnicería en sus manos y las manos cubiertas de sangre soltando un parlamento encendido sobre lo que acaba de hacer. “Juramos por el todopoderoso Alá”, dice el individuo, “que no pararemos de combatiros; los musulmanes están muriendo todos los días, ese soldado británico es un ojo por ojo y diente por diente”. Tal es la confusión de los vecinos antes un asesinato en el que los autores no huyen que incluso una mujer tirando de un carrito de la compra, como muestra la grabación difundida por ITV, se pasea sin dar importancia junto al atacante, mientras este sigue con su discurso.
“Estaban como enloquecidos, eran animales”, cuentó el mismo testigo. Arrastraron [a la víctima] y la llevaron hasta el centro de la calzada”. Antes de eso habían pasado ya muchas cosas. El matrimonio de Graham y Julia Wilders, contactado por el diario británico The Guardian, se acercó a la zona para auxiliar en lo que creían que había sido un accidente de coche. “Mi marido”, contó Julia, “me dijo que había dos hombre que estaban tratando de reanimar a alguien”. Ese alguien era la víctima. Según algunas versiones del ataque, los dos agresores atropellaron al soldado, del Segundo Regimiento Real de los Príncipes de Gales. La pareja se acercó y vio a un hombre incorporándose con una pistola en la mano. “Aléjate, aléjate, me dijo mi marido; los dos parecían estar drogados”.
Y esa impresión es la que deja la fotografía hecha por otro ciudadano y difundida por The Guardian en la que el segundo atacante, con abrigo beis y cuchillo en mano, habla con una mujer con las manos en los bolsillos, que atiende paciente.
Después de esa charla y varios paseos de los atacantes entre la acera y la calzada, según cuenta Graham Wilders, empezó el tiroteo. “Solo disparó la policía”. Los agentes estaban al final de la calle, junto a un colegio y viviendas. Esperaban a la policía armada. Al final del vídeo difundido por ITV se ve cómo los dos individuos, siempre con los cuchillos en ristre se acercan y conversan. “La policía decía que no podía hacer nada hasta que llegasen los Trojan [policía armada]“, afirmó Graham.
Y llegaron y los dos atacantes se lanzaron hacia ellos con “cuchillos, machetes y pistolas”, según el relato de Graham. “Solo escuché cuatro tiros cuando aparecieron los Trojan”. Los dos individuos resultaron heridos.
Un amplio perímetro en torno al lugar del suceso permanecía anoche acordonado y cerrado al tráfico. El cordón policial abarca desde el lugar del asesinato hasta un cuartel que queda a unos siete minutos a pie. “Estamos rastreando centímetro a centímetro el camino que ha hecho el militar (asesinado)”, explicaba un agente que participaba en el despliegue policial. Sí que se permitía el paso a pie hasta una zona desde donde se podía vislumbrar el lugar exacto del asesinato. La policía había instalado una carpa blanca y amarilla. Los muchos testigos del suceso fueron trasladados a la carpa, según contaban los vecinos. Un helicóptero sobrevolaba la zona.
“Este es un barrio pacífico”, aseguraba una vecina, sobre una zona que a primera vista no se distinguía de otros muchos barrios de la capital británica. Otra mujer que vive en la zona asegura que Woolwich es uno de los barrios sacudidos por los disturbios que incendiaron buena parte de Londres hace dos veranos.
Sin tráfico rodado y con muy pocos transeúntes en las calles en torno al lugar del asesinato, la mayoría de las tiendas del barrio están también cerradas.
La cercana estación de metro de Woolwich, que por aquí va al aire libre, está abierta y funcionando.
Carpas instaladas por la policía para investigar el lugar del suceso. / LEON NEAL (AFP)
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