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Judaísmo

Es la religión del pueblo judío, llamada también mosaísmo. Está fundada enteramente en el Viejo Testamento, o sea en la primera de las dos grandes partes en que se divide la Biblia, y en los ingenuos y pintorescos relatos que él contiene sobre la creación del mundo, la formación del hombre, el paraíso terrenal, el pecado original, el diluvio y otros, todos los cuales fueron narraciones mitológicas que se encuentran en casi todas las religiones de Oriente y que penetraron entre los hebreos bajo el dominio de otros pueblos, especialmente el babilónico y el persa, varios siglos antes de nuestra era. Reconoce un dios único, que es Jehová o Jahvé. Niega la divinidad de Jesucristo y no admite otras revelaciones que las de Moisés y las de sus profetas. Sostiene que Moisés recibió de Dios la torá o las tablas de la ley para que las impusiese a su comunidad. Espera la llegada de un mesías que levantará a su pueblo de la postración y le liberará de sus opresores extranjeros.

La torá es el conjunto de leyes escritas y verbales que dios reveló al pueblo de Israel por medio de Moisés en el monte Sinaí. Ella entraña no solamente una normativa teológica sino también una visión del mundo, un sistema cultural y una manera de vivir (la halajá). Los mandamientos de la torá —los mitsvot— contienen la voluntad de dios para la humanidad, impartida por medio del pueblo escogido.

Los rabinos, que eran los sabios judíos dedicados al estudio de las sagradas escrituras, sostenían que en el monte Sinaí dios reveló a Moisés la torá escrita y la torá oral transmitida de maestro a discípulo. La segunda —llamada mishná— fue memorizada por Moisés y editada en Palestina a finales del siglo III, de la cual surgió el Talmud babilónico alrededor del siglo VI, que fue la recopilación de las tradiciones orales judías y el documento fundacional del judaísmo rabínico.

La sagrada escritura del judaísmo es la Biblia hebrea —a la que los judíos llaman tanak— compuesta de la torá, el pentateuco, los profetas y los hagiógrafos,

El judaísmo, el cristianismo y el islamismo —las tres grandes religiones monoteístas— tienen mucho en común. El cristianismo surgió en Palestina dentro de la comunidad judía durante el siglo I d. C. y el islamismo extrajo parte de sus ideas del judaísmo.

El judaísmo tiene una rica y compleja tradición religiosa pero carece de una organización monolítica. Sus distintas formas históricas tienen rasgos comunes, entre los cuales el más importante es su monoteísmo, o sea la creencia en un solo dios que creó y gobierna el universo.

El mesianismo ha sido tradicionalmente y es todavía uno de los elementos fundamentales de la religión judaica. La palabra mesías deriva precisamente del término hebreo mashiah, que significa “el ungido de Dios”, o sea la persona real o imaginaria en quien se deposita una esperanza de liberación. El sufrimiento, la persecución, la humillación de la dominación extranjera y el exilio forzado de la tierra de Israel son, para los judíos, el origen y la causa de la recompensa que encontrarán cuando venga el mesías enviado por dios —que será un vástago de la casa de David— para redimirlos. Según la torá, cada judío a través de la observancia de los mandamientos divinos puede acelerar la llegada del mesías, puesto que todo acto individual tiene resonancias cósmicas.

Entre los hebreos hubo dos clases de mesianismo: el de los profetas, quienes anunciaron la venida del hijo de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente o, como en el caso de Isaías, la concepción virginal y el nacimiento del mesías; y el de los rabinos, que presagiaron apocalípticamente que grandes calamidades habrían de sobrevenir al pueblo de Israel antes de la llegada del mesías.

En la teología cristiana el mesías es Cristo, quien vino a la Tierra para redimir a la humanidad. En la versión griega de la Biblia hebrea —la Versión de los Setenta— este término se traduce por la palabra Christos, de la cual se deriva Cristo. Los judíos, sin embargo, no reconocen a Jesucristo como el mesías y esperan la llegada del suyo.

Los judíos rezan tradicionalmente tres veces al día: por la mañana (shaharit), por la tarde (minjá) y al anochecer (maariv). Tienen una serie de normas relativas a la alimentación. No pueden tomar carne y leche simultáneamente. Y la carne no ha de ser de ciertos animales considerados impuros, entre los cuales están los cerdos y los peces que no tienen aletas o escamas. Están autorizados a comer carne de rumiantes de pezuñas hendidas, pero antes de la preparación se les debe sacar toda la sangre.

En el calendario judío, cada siete días se celebra el shabat, que es el día de descanso obligado durante el cual lo único que debe hacerse es rezar, estudiar, descansar y estar en compañía de la familia.

La religión judaica es una de las más antiguas de la humanidad. Su historia se remonta a casi cuatro mil años. Surgió de las experiencias vividas en el desierto, después de su éxodo de Egipto, por el pueblo al que Dios había “escogido” para iniciar la difusión de sus principios y la redención de la humanidad. A diferencia de otras religiones, ella no se formuló alrededor de una persona ni de un dogma —como aconteció con el cristianismo, el mahometismo o el budismo— sino de leyes, instituciones, prácticas y costumbres religiosas. La gran figura del judaísmo fue Moisés pero ni siquiera él fue considerado un dios. Moisés fue líder político, general, legislador, juez y sacerdote, como era lo usual en los liderazgos primitivos, pero no dios. Los principios judaicos fueron tan fuertes que sobrevivieron a la destrucción sucesiva del pueblo judío por los asirios, babilonios, persas, romanos, bizantinos, árabes, seléucidas, cruzados, mamelucos, turcos otomanos e ingleses, que les despojaron de sus tierras. Sin embargo, los judíos nunca renunciaron a su propósito de retornar algún día a la eretz Israel —tierra de Israel—, fundar allí su Estado y practicar su religión.

Hasta el cautiverio de Babilonia, la religión judía se mantuvo unida. Pero, a la vuelta del destierro, los samaritanos —o sea los habitantes de Samaria, la región norte de Judea— se adhirieron a la letra de la ley y desecharon la tradición de los profetas, lo cual les separaró de los judíos propiamente dichos. Esta división se consumó con la construcción por los samaritanos de un templo en Garizim, diferente del de Jerusalén, en el año 435 antes de nuestra era.

Después de la dispersión ordenada por el emperador Adriano en el año 135, los doctores del judaísmo se reunieron en Tiberíades y formaron un gran consejo de la nación denominado sanedrín, compuesto por 71 miembros escogidos entre los sacerdotes, los escribas y los jefes de las tribus, que hacía las veces de parlamento y de tribunal de justicia. Era la única institución judía que tenía alguna efectividad. Formaron también un seminario para los rabinos. Estos redactaron el Talmud, destinado a conservar la ley oral y las tradiciones judaicas, cuyo texto se convirtió en la base de la fe de los judíos no obstante lo cual más tarde produjo su división en dos sectas rivales: la talmudista, que seguía al pie de la letra las disposiciones del Talmud, y la caraíta que se atenía a la antigua ley de Moisés.

El judaísmo es una religión monoteísta. El Jahvé es su Dios único. Al principio se lo concibió como un Dios guerrero —el jahvé sabaotuh— hasta la conquista de Palestina y la transformación de las tribus primitivas en sedentarias. Después se convirtió en un Dios moral, cuyo culto adquirió con el rey Salomón, hijo de David, un gran esplendor.

Pueden distinguirse cuatro períodos en el judaísmo: el patriarcal, el mosaico, el profético y el talmúdico. La religión judaica prescribe las oblaciones públicas y privadas, el ayuno, las fiestas religiosas —de pascua o de los ázimos, de pentecostés o de las primicias, de los tabernáculos, de la expiación—, la santificación de los sábados, la circuncisión y la purificación.

El <cristianismo, que compartió con el judaísmo parte de los textos bíblicos, fue el heredero del monoteísmo judío e imitó muchos de los ritos de la religión judaica, como el bautismo y la confirmación.

Pero el judaísmo, a más de una religión, es una filosofía formada por el conjunto de las ideas filosófico-religiosas de los pensadores antiguos y medievales del pueblo hebreo. La filosofía judaica representa un gran esfuerzo por entender, a través del pensamiento racional, la relación del hombre con Dios. En ella se incluye gran parte de los comentarios a la Cábala, que es en la tradición judía el sistema de interpretación mística y alegórica del Antiguo Testamento surgido en el siglo XIII, y al Talmud, que es el libro que contiene la tradición, doctrinas, preceptos y ceremonias de la religión judía, y además las ideas de los pensadores medievales que ensayaron una conciliación entre el culto a la ley —que era el conjunto de mandamientos dados por Dios al pueblo elegido— y la tradición aristotélica, cuyo máximo exponente fue Maimónides.

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