La opresión de las mujeres en contextos islámicos es un tipo de violencia machista invisibilizada. Matrimonios forzados, crímenes de honor, repudio familiar o la exclusión de la comunidad son algunos de los riesgos a los que se exponen las mujeres que se atreven a vivir su vida de otra manera. La mayoría no se rebela contra sus familias por miedo a las consecuencias. Viven en constante represión. Y esto no solo pasa en los países musulmanes. Está pasando también en Europa, denuncian.
Algunas, a pesar de las amenazas, han decidido escapar pero son pocas las que alzan la voz para denunciar públicamente lo que está pasando. Desde las redes sociales, algunas activistas feministas han empezado a denunciar la situación por ellas, ya que, al venir de contextos musulmanes, conocen bien qué está pasando.
Mimunt Hamido es activista feminista y lucha por los derechos de las mujeres en contextos islámicos. El pasado marzo presentó su primer ensayo ‘No nos taparán’, donde habla de la llegada de un nuevo islam fundamentalista y de la difusión masiva del velo como la herramienta más visible de esta nueva corriente. Násara Iahdih Said tiene una doble lucha: es activista feminista y por la liberación del Sáhara Occidental. A sus 27 años es una de las activistas feministas árabes más influyentes de España.
Ambas luchan contra el patriarcado islámico y denuncian públicamente, a través de redes sociales, el auge del las ramas más extremistas del islam en Europa. “Uno de los problemas en España es que a raíz de acusar a las instituciones como racistas, ahora se instrumentaliza a las mujeres musulmanas que llevan velo para demostrar que no lo son. Esto es un error ya que promueve la aceptación de este patriarcado que nosotras denunciamos y es extremadamente peligroso”, apunta Mimunt Hamido.
Los crímenes de honor son la mayor lacra habida y por haber en los contextos islámicos.
Cada día, mujeres asesinadas porque se hayan abierto una Red social, se hayan quitado le hiyab, hayan publicado una foto suyas o, se hayan salido de las estrictas normas islámicas. Horrible— Násara ⚢ نصرة ?? (@SahrawiFeminist) 14 de junio de 2021
La opresión de las mujeres
Muchas mujeres en España sufren esta represión. «Del islam no puedes apostatar. Si dices públicamente que eres ateo tienes un estigma. Las niñas no lo dicen y cuando lo dicen no se acepta. Es algo tan grave que la familia no te cree. Si tú les das motivos para que te crean te echarán de casa, te darán una paliza, te escupirán por la calle y te dejará de lado la comunidad. Y esto pasa en España. Hay muchos casos de niñas que han vivido en centros de acogida precisamente por eso», explica Mimunt.
Mimunt Hamido Yahia, activista feminista y defensora de los derechos de las mujeres en contextos islámicos./EL PERIÓDICO
El problema radica en qué actualmente existe una confusión entre cultura y religión. Si bien es cierto que religión y cultura siempre han ido ligadas de la mano, en el caso de las sociedades musulmanas se da por hecho que las personas siguen la religión. «Nuestra cultura y el islam han ido siempre de la mano, así que yo creo que es muy difícil separar cultura y religión. Para mí la religión está dentro de la cultura pero sí que hay que llegar al punto de que la fe sea algo íntimo de cada uno, no que dicte las normas a una comunidad entera», comenta Násara.
La lucha contra el ‘hiyab’
El velo, también llamado ‘hiyab’, es una prenda que tiene como fundamento tapar a las mujeres musulmanas para que los hombres no sientan deseo sexual hacia ellas. Existen varios tipos de velo, siendo el más extendido el ‘hiyab’, que solamente oculta el pelo y el escote, pero también encontramos otros tipos que ocultan prácticamente la totalidad del cuerpo de la mujer, como es el caso del ‘niqab’ o el ‘burka’. El velo es la cara más visible de la opresión que ejerce el patriarcado en las mujeres musulmanas ya que no es meramente una prenda de ropa, si no que es todo lo que conlleva (honor familiar, virginidad, pureza, buena musulmana…). “El ‘hiyab’ no es un trozo de tela, es un mecanismo de control que obliga a las mujeres musulmanas a seguir unas normas morales que impone la sociedad. Por ello nosotras luchamos en contra del velo, porque algo que nos oprime no puede estar amparado bajo el paraguas de la tolerancia y la libre elección”, apunta Mimunt Hamido.
Násara Iahdih Said, activista feminista y defensora de la liberación del Sáhara Ociidental./EL PERIÓDICO
Su lucha no es contra las mujeres que llevan velo, sino contra el velo en sí. Por ello apuntan hacia una reflexión profunda sobre cómo se impone el velo en las sociedades musulmanas y ver dónde está el foco del problema. “Los múltiples factores que hacen que las mujeres acaben por ponerse el velo nos han de hacer reflexionar sobre si realmente es una elección propia de cada una o si realmente es una obligación encubierta. Desde pequeñas nos presionan para que nos lo acabemos poniendo con comentarios como ‘con el velo estás más guapa’ o ‘tus amigas veladas tienen un aura más pura desde que lo llevan’. Esto es manipulación y opresión directa hacia las niñas”, explica Násara.
El patriarcado islámico
El patriarcado islámico es un conjunto de tres instituciones sociales: la familia, el Tribunal Social Islámico y el Sistema Islámico. En los entornos familiares a las niñas se las cría para ser esclavas del bienestar de su familia, es decir, de ellas depende la reputación de la familia dentro de la sociedad. El Tribunal Social Islámico es el conjunto de familias que componen la sociedad y el Sistema Islámico es el que perpetúa las actitudes o normas. Todo esto forma una escala de maltrato psicológico directo hacia las mujeres. Conlleva una opresión estructural que se traduce a adoptar ciertas conductas para mantener la reputación del entorno familiar y, en última instancia, de la comunidad en general.
«El Tribunal Social Islámico está formado por las familias de la comunidad, que terminan adoptando un rol de tribunal. Se juzga, en conjunto, a las familias que no hacen las cosas de manera ‘correcta’. Y es ahí cuando las familias actúan contra las niñas para evitar ser estigmatizadas, ya que ellas son quienes mantienen la reputación», explica Násara.
La denuncia hacia el patriarcado islámico es cada vez más visible gracias a las voces de activistas que deciden denunciar la opresión que viven para guardar la reputación familiar. Según la Fundación Contra Crímenes del Honor cada año asesinan en el mundo a 10.000 mujeres por este motivo y a causa del auge del extremismo islámico extendido en occidente la situación de las mujeres actualmente está en peligro.