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¿Jesucristo y señora?

Si Cristo fue hombre casado, se derrumbarían los fundamentos evangélicos del celibato, por ejemplo, y por esa vía podría llegarse a aceptar el sacerdocio femenino.

Durante siglos, la Iglesia católica ha sostenido que Cristo nunca fue casado, que murió célibe y virgen y que nunca procreó hijos. Ello no obsta para que haya habido papas casados, papas padres de hijos tan famosos como Lucrecia Borgia e incluso más de un papa soltero apasionado por las damas. Afirma la Biblia, además, que doce fueron sus apóstoles y ninguno de ellos era mujer.

Algunas de las instituciones más discutidas y discutibles de la Iglesia parten de estas bases: la exclusividad del sacerdocio para varones, el voto de castidad y la condición subalterna de la mujer frente al hombre.

¿Qué ocurriría, entonces, si, como parece revelarlo un reciente papiro, Cristo tuvo esposa y formó hogar con ella? El documento es el trozo de un texto sagrado que tradujo y acaba de dar a conocer la profesora de la Universidad de Harvard Karen King, donde se menciona que Jesucristo hablaba de "mi mujer". Al parecer, forma parte de otro más extenso que se perdió y que seguramente contenía más alusiones sobre el tema. En 1955 se desveló otro papiro del siglo segundo, conocido como "el Evangelio de María" o "el papiro de Reinhardt" (por su descubridor), donde algunos expertos pretenden ver una relación personal íntima entre Cristo y la Magdalena. De allí han salido varias novelas de copiosa venta que edifican una catedral de ficción a partir de unos ladrillos comprobables.

Es larga y documentada la historia de repudios a la mujer que disparan las plumas de los padres y teólogos de la Iglesia, desde san Pablo hasta los tiempos modernos. Si Cristo fue hombre casado, como era corriente en cualquier varón de 30 años en la comunidad judía a la que perteneció, habría que revisar algunos de estos cuasi dogmas. Se derrumbarían los fundamentos evangélicos del celibato, por ejemplo, y por esa vía podría llegarse a aceptar el sacerdocio femenino. Pero lo más importante es que se fortalecería el menguado papel de la mujer en la visión cristiana de los sexos y se vería fortalecido el concepto de la familia. Ya el estado ideal de santidad no sería la soltería masculina, como lo pretenden muchos teólogos, sino, a imitación de Cristo, el matrimonio.

Así las cosas, dan ganas de rezar para que Cristo hubiera tenido cónyuge.

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